Veinte dias despues tengo que regresar a Mumbai. Sin embargo, estoy contento, porque es para recoger a raquel e inciar nuestro viaje de "cholas" (Sandalias en "canario") hacia el sur.
Para no repetir algunas experiencias, precios altos y escasas satisfacciones, hemos reservado en un hotel cerca de Bandra, en el norte, cerca del aeropuerto y lejisimos del congestinado centro de Mumbai.
Por la manana me he despedido de Delhi, por segunda vez, sin haberla conocido realmente. Siempre de refilon. El vuelo ha sido muy comodo, otra vez con Air Decan, y solo ha tenido media hora de retraso.
Una vez en Mumbai tomo un ricksaw hasta el hotel. Como casi siempre, tengo un pequeno altercado en la puerta porque me pide un 25% extra por salir desde el aeropuerto. Cuando le explico que prefiero que llamemos a un policia para confirmar esta tasa, me dice que no es necesario y que me la perdona.
Miro tres o cuatro habitaciones, hasta elegir la que mas me gusta. Para mi es una habitacion de lujo (aire acondicionado, television, bano con agua caliente), pero claro, no confio mucho en que mi concepto de lujo, tras veinte dias de viaje, sea compartido por Raquel, que aterriza desde la impoluta Holanda.
Como en el restaurante del hotel porque estoy hambriento. En el comedor, bastante oscuro y cargado de humo, hay muchos clientes viendop el criket y tomando licores. Todos estan bastante bien arreglados, lo que me hace pensar que el barrio debe ser bastante bueno.
Cuando termino doy una vuelta por el barrio que, efectivamente, me gusta bastante mas que el centro. Hay muchisisma gente por la calle paseando y comprando en los bazares de alrededor de la estacion Khan de ferrocarril. Es India y, por tanto, esta contaminado, sucio y saturado de olores, pero en un buen rato no veo ninguna escena de pobreza extrema. Parece un barrio popular en el que la gente vive mejor de lo que habia visto en mis primeros dias en esta ciudad. Memorizo, en los alrededores algun bar o heladeria agradable, por si Raquel llega pronto, y me marcho a buscar un Cibercafe. Estoy dos horas entre correo y blog.
Ademas me informo de las posibilidades de ir a Goa en tren y, para mi consternacion, no hay ni una sola plaza en la proxima semana. Aunque es mas caro, alrededor de 90 euros (los dos), decido comprar billetes de avion. Nos perdemos el romantico viaje en tren, pero haremos el recorrido en 50 minutos, asi que incluso podremos banarnos con la puesta del sol.
Cuando termino, vuelvo al hotel. Tengo un par de horas libres, asi que dedico la primera a descansar y leer, y la segunda a arreglarme para, en la medida de lo posible, darle buena impresion a Raquel cuando aterrice. Hasta me hago una mini manicura. Es casi imposible tener las unas limpias en este pais.
Perfumado y fresco como nunca en los ultimos veinte dias, salgo para el aeropuerto. Tardo unos veinte minutos de ricksaw, asi que me sobra aproximadamente una hora. Espero en la puerta de la terminal, frente a un panel informativo. Hay una opcion de esperar dentro, con aire acondicionado, pero cuesta 60 Rs y a esta hora de la noche, fuera se esta suficientemente fresco.
Me hace mucha gracia ver las caras de los extranjeros que van saliendo de la terminal. Casi todos ponen muecas de asombro, ante la multitud, e incluso, algunos, de abierto miedo. Muchos vuelven a entrar en la terminal para "refugiarse". Sin embargo, y desde la experiencia que he ido acumulando, no me parece que sea para tanto. El 80% han contratado el servicio de recogida de sus hoteles lujosos y solo tiene que encontrar su nombre en un cartel. El resto, algunos mochileros, son abordados por los taxistas, pero nada escandoloso. Nadie grita, ni agobia.
Con una hora de retraso, aterriza el vuelo de Alitalia, procedente de Milan, en el que viaja Raquel. Yo la veo nada mas salir, pero ella, entre la muchedumbre, no me ve a mi. Para mi sorpresa, en lugar de esperar a localizarme, se lanza hacia la salida y los taxistas sin dudar. Me abro paso como puedo y la intercepto. "Mi amor, pero donde vas?". "solo queria que no pareciese que no se a donde voy", me contesta. Esta muy guapa y me hace muy feliz que ya este conmigo.
Nos vamos al hotel. Le encanta el ricksaw, aunque no se suelta de mi brazo ni un momento, porque nos ha tocado uno de los rapidos. Conmo ninguno de los dos hemos cenado, buscamos un sitio, despues de dejar las cosas en la habitacion. Todo esta cerrado, pero en este pais las cosas se suelen resolver, y los del hotel nos abren un salon y a la una de la manana, nos preparan un suculento pollo al curry, arroz, un plato vegetariano que no recuerdo, chapatis y dos cervezas Foster. Brindamos.
Efectivamente Raquel no esta muy de acuerdo con la calificacion "de luxe" de la ahbitacion. Sobre todo cunado tira de la cadena y se sale la mitad del agua por fuera. Yo le cedo mi saco y duermo encantado sobre uno de los mejores colchones del viaje.
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