sábado, 29 de diciembre de 2007

Escalando en Hampi

Nota: Si estáis pensando hacer un viaje a India, os recomiendo que visitéis la guía de India que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

Lo primero que pienso cuando abro los ojos por la mañana es que, por fín, ha llegado mi primer día de escalada en Hampi. Como siempre me pasa cuando tengo un buen plan, me cuesta muy poco desperezarme. Marco también esta despierto y aún no son las ocho, cuando ya estamos desayunando en la terraza del hotel.


Hablo con el dueño, Killom, que ya ha contactado con el chico que me va a acompañar. Me asegurá que a las nueve vendrá a buscarme. Marco ha decidido no esperar a las chicas y salir pronto a visitar los templos que le faltan por ver Achutarya y Vithala, para aprovechar la luz de la mañana y sacar buenas fotos. Les escribo una nota a Kim y Babette con las explicaciones de que caminos tienen que seguir e incluso me curro un pequeño mapa, para que ellas puedan hacer también la visita turística.


Puntual como un clavo Tilo (así se llama) se presenta con un crash pad (colchoneta que se utiliza para amortiguar las caidas en el Bouldering) y unos pies de gato. Me los pruebo pero no consigo que me entren. Me dice que no me preocupe porque, en la otra orilla del rio, hay un sitio dónde se puede alquilar material.


Nos vamos para allí. Todo el mudo mira el crash pad y nadie parece saber que es. Me sigue extrañando muchísimo que, en un sitio en el que en teoría es el mejor de India para escalar, no haber visto ni a un sólo escalador en las dos veces que ya he estado en Hampi.


Nos acercamos al rio, bajamos por unos gaths y esperamos la barca. Ya hay bastante gente, la mitad turistas con mochilas y el resto gente del pueblo. La barca, de motor, es ruidosa y mugrienta. Atraca junto a unas ruinas junto al rio y saltamos a ella haciendo equilibrios. Nos apretujamos hasta límites insospechados. Todos los extranjeros nos miraos con caras cómplices. Estoy seguro que todos pensamos que la barca se va a hundir con tanto peso. Sin embargo, el principio de arquímedes demuestra, una vez más su validez, y la barca nos traslada en escasos veinte segundos, y tras el pago de diez rupias, hasta la otra orilla.


Una vez en el otro lado, remontamos la empinada orilla y salimos a una calle completamente llena de guest houses con muy buen aspecto, puestos de internet, tiendas y pequeños restaurantes. Mientras andamos, no puedo dejar de fijarme que, en esta orilla, la gente parece mucho más joven, mochilera y que todos los guest houses tienen jardines con hamacas y restaurantes con tumbonas para "hanguear". Babette y Kim se morirían de envidia si lo viesen. Además empiezo a ver escaladores, con sus correspondientes crash pads, por todos sitios. Se lo comento a Tilo y me confirma que toda la gente que escala esta en este lado porque, aunque hay sitios en los dos lados, en el que nosotros estamos alojados se concentran todos los templos y, por tanto, el turismo de dos o tres días, mientras que en este otro lado, vienen los "long terms".


Por lo que me cuenta, además es más barato y, una cosa muy importante, los bares cierran a la una, en vez de a las diez y sirven cualquier bebida alcohólica. A pesar de seguir siendo Hampi, como el Templo principal, el que sigue teniendo culto, están en el otro lado, aquí la policía hace la vista gorda. Por lo que había leido en la Lonely, me parecía que este lado tenía muy pocos sitios dónde quedarse y tenía el problema que a las seis de la tarde cruzaba el último bote, quedandote un poco tirado. Sin embargo, es todo lo contrario. Hay casi más guest houses y además debe haber más diversión.


Empiezo a darle vueltas a la posibilidad de cambiarnos de orilla. Se lo insinuo a Tilo y me pide que no lo haga por si Kilom (el dueño de Gopi) piensa que nos ha convencido el.


Salimos de la zona de guest houses, entramos en una calle con las casas más humildes que he visto hasta el momento en Hampi, y Tilo me dice, frente a una de ellas, que hemos llegado a la tienda" de material. La "tienda", como el insite en llamarla, es una choza, con un corral de gallinas y cerdos, en la que, junto a una pared, se acumulan crash pads medio podridos y dos sacos e pies de gatos antiguos, que la gente ha ido donando cuando ya no estaban en buenas condiciones.


Me cuesta un buen rato encontrar un par que me pueda poner. Al final me decido por unos que, aunque me siguen estando pequeños y tienes agujeros en las punteras, pueden ser suficiente. De paso alquilo otro crash pad para tener más superficie protegida. Todo me cuesta 70 rs por el día completo.
Tilo me asegura que en Hampi puedes escalar toda la vida y no repetir ningún boulder de tantos como hay. En cnco minutos andando estamos en el primer emplazamiento. Hay unos chicos Noruegos con los que hablamos un rato. Yo estoy un poco inquieto porque no se si, después de dos meses sin escalar, tendré un buen nivel. Me preocupa sobre todo que he perdido gran parte del callo en los dedos y bastante músculo.
Los chicos noruegos están haciendo un boulder, calificado de muy facil por Tilo, y, sin embargo tienen problemas. Estiro un poco y hao un intento. Estoy nervioso. Todos me están mirando. El primer paso es el más complicado. Hay que poner el pie izquierdo muy alto, pegar la cadera a la pared y rotar todo el peso del cuerpo sobre la puntera. Los agarres de manos son pequeños y afilidados. Cojo impulso y me siento sobre las puntas de los dedos del pie. El agarre es muy bueno. Granito puro. Cojo confianza y subo. Dos o tres pasos más y llego a la cima, a unos cuatro metros del suelo. Me siento un rato y contemplo el paisaje, con los templos de Hampi al fondo. Tilo grita, en español, " viva españa" para reconfortarme.
Para entrar un poco en calor, repito el boulder dos veces más. Tilo y yo nos vamos a buscar varios boulders más. Algunos son complicados y no puedo terminarlos. Sobre todo se me resisten los que hay que empezar sentado en el suelo y en desplome total. Soy muy grande y ese tipo de arrancadas siempre se me han sido dificil hacerlas.
las tres horas siguientes no paramos de escalar. Vamos de un lado a otro andando y probando las diferentes piedras que nos vamos encontrando. Tilo me cuenta que leva dos años escalando. Aunque no sabe exactamente su edad, cree que rondará los dieciocho. A pesar de nos ser un gran escalador, termina algunos boulders que a mí se me atasca. Es muy delgado pero tiene piernas y brazos my largos.
Sobre las doce, llegamos una zona amplia en la que, sobre una gran laja plana, se disponen unas veinte grandes piedras. Parece un campo de bouldering hecho a propósito. Antes que nosostros han llegados dos chicas italianas, una francesa y unosamericanos. Hablo con las chicas Italianas medio en inglés medio en español. Me cuentan que están en u guest house, en mitad de los campos de cereal, a menos de cinco minutos andándo de dónde nos encontramos, en el que todos los clientes son escaladores. Me quedo con ellas un rato y me impresiona el nivel que tienen. Son escaladoras muy fuertes. No hay más que ver sus cuerpos para entenderlo. Espaldas muy fuertes, miembros musculados pero definidos y ni un gramo de grasa por ningún lado. Están probando unos boulders en los que yo no puedo ni empezar y grabándose en video. Me dicen que lleva seis años dedicadas en exclusiva al bouldering.
Hace mucho calor y la piedra empieza a quemar tanto que, a la dificultad que ya de por sí tienen los boulders, se le suma el que casi no puedes agarrar la roca con las manos. Escalamos un poco más buscando los lados de las rocas dónde da la sombra pero, al poco rato, tenemos que desistir.
Todos los escaladores nos bajamos a Hampi a pasar las horas de calor relajadamente. En mi caso, tengo que cruzar el rio por lo que voy a tardar mucho más. Por el camino que bordea los campos de cereales nos para una pareja de policías de paisano que van en moto. Tratan bastante mal a Tilo. Hay un momento que le meten la mano en el bolsillo con muy malas maneras para registrarle. A mí no me dirigen la palabra, pero intervengoy les pregunto si hay algún problema.
Se girán hacia mí, poniéndome una cara que deja claro que no quieren que me meta. Les devuelvo la mirada con la mayor firmeza que puedo y les vuelvo a insistir. Se miran entre ellos y, tras unos segundos, me contestan que no y que podemos seguir. Los policías en India, están acostumbrados a que la gente les responda de forma muy sumisa. Los turistas, sin embargo, venimos de países en los que no existe ese miedo a la autoridad y les sorprende mucho que les plantemos cara.
Tilo me confiesa que tiene bastante miedo. Por lo visto estan siempre presionándoles y trantándo muy mal a la gente del pueblo. Lo que estaban buscando era droga o alcohol, bastante consumido or algunos de los escaladores y turistas en general. Me parece muy bien que hagan su trabajo, pero me molesta mucho que sean tan altaneros.
Seguimos nuestro camino. Tilo me acompaña hasta el rio y quedamos en encontrarnos, en este lado, otra vez a las cuatro para continuar escalando cunado baje el calor.
Tengo que esperar un rato la barca porque ahora hay menos clientes. Un chico israelí, vestido como un actor de Bollywood, acompañado de tras dos chicas de la misma nacionalidad, está montando un pollo a uno de ls empleados porque no salimos ya. El otro, sin mirarle y con aire de infinita paciencia, le explica una y otra vez, que la barca no sale hasta que se llena. El otro no hace más que gritar y decir barbaridades.
Yo me siento a cierta distancia sobre el crash pad y tomo un rato el sol mientras relajo los músculos. Finalmente viene más gente y cruzamos.
Marco, Babette y Kim, me están esperando en la terraza. Comemos algo. les cuento lo increible que ha sido, y, bajando la voz para que no nos oigan los de nuestro hotel, les explico que el otro lado me ha parecido mejor para estar el resto de la semana. A Babette y Kim se les iluminan los ojos cunado oyen hablar de tumbonas y hamacas para relajarse con vistas al rio.
Decidimos que esta tarde me acompañarán y, mientras yo escalo, ellos van a chequear los guest house.
Mientras saboreamos un "hellow to the queen", me cunetan su mañana. A pesar de haber salido a horas diferentes, se han vuelto a encontrar y han visitado los templos juntos. esta vez Babette les ha convencido para ir en ricksaw en vez de pedaleándo.
Les ha gustado mucho y además, una vez superado, la etapa visita turística de rigor, pueden dedicarse, como yo, a disfrutar más relajadamente del sitio.
A las tres y cuarto nos ponemos en marcha. Cruzamos en seguida y, como nos sobra algo de tiempo les acompaño a ver el primer guest house. esta muy bien. las habitaciones, aunque no llegan al nivel de Gopi, estan muy limpias, tiene una hamaca en la puerta y un magnificos bar comedor repleto de tumbonas para disfrutar de las tades de relax. El precio es de 200 rs, menos de la mitad de lo que estamos pagando.
Como son ya las cuatro nos separamos. Me reuno con Tilo. De camino a las rocas, nos llama un Indio de aproximadamente cuarenta años, desde el interior de un guest house. Tilo dice que es un amigo y entramos. Me advierte que si nos vuelve a parar la policía les diga que Tilo es mi guía de escalada. Me sorprende un poco el consejo, y le pregunto; "¿que otra cosa podría ser?, claro que es mi guía. El otro me pone una cara burlona, y me dice que Tilo es muy joven y que los policías podrían sospechar que tenía otras funciones. Tilo parece un poco avergonzado y baja la cabeza sin mirarme.
La situación me resulta un poco incómoda. Le digo al tipo que no tengo ningún problema en decirle la verdad a la policía, asi que gracias por el consejo, pero no era necesario. Le digo a Tilo que nos marchemos. Mientras andamos me explica que hay turistas que buscan diversión con algunos niños del pueblo. Yo le digo que me repugna ese tipo de gente y que este tranquilo por la policía que yo hablaré con ellos si nos paran.
Dicho y hehco, a los dos minutos, otra pareja de policías nos interceptan. Como siempre se dirigen a Tilo hablandole en el idioma de Karnataka. Les corto tajantemente, explicándoles que vamos a escalar (lo cual es evidente porque llevamos a esalda dos enormes crash pads). Rezongan un poco pero nos dejan pasar. Tilo no hace más que mirar hacia atrás por si vuelven.
Escalamos un par de horas hasta que se pone el sol. Cinco minutos antes, se produce un momento mágico en el que todos los escaladores, aproximadamente una docena, nos paramos y subidos cada uno a su piedra, contemplamos el enorme disco rojo hundirse en el horizonte del palmeral. Puede parecer ingenuo, pero un sentimiento de hermandad se adueña de nosotros. Mientras bajamos todos nos sonriemos y hablamos animadamente. Todos compartimos la emoción de estar en un sitio increíble, muy lejos de todo y haciendo lo que uno ama.
Devolvemos el material y me despido de Tilo. Le doy un poco de dinero por sus servicios, pero le digo que a partir de mañana no le voy a necesitar. Ya conozco suficientes lugares para escalar sólo y además buscar nuevos es muy sencillo, sólo hay que andar e ir eligiendo las rocas que ves marcadas con magnesio. En todo caso quedamos en ernos escalando los próximos días.
Llego por los pelos al último bote. Babette y Kim me están esperando en la otra orilla porque me han visto bajar corriendo. me explican que sí, que efectivamente quieren moverse a este lado pero que han tenido algún problema con Marco. No quieren darme muchos detalles pero parece que, en el sitio en el que más les ha gustado, sólo había una habitación libre y que Marco había insistido demasiado en quedársela. Siento que algo se ha roto entre ellos.
De todas formas intentamos restarle importancia y cuando nos juntamos todos en Gopi, intento hacer bromas y llevar la conversación hacia mi día de escalada para relajar la tensión. Lo consigo y pasamos una buena noche. Cenamos muy bien y jugamos a las cartas.
Cuando terminamos me siento un rato con killom y le explico que nos vamos a pasar al otro lado. Le molesta un poco, pero al final lo entiende.
Com siempre Marco y Babette se va pronto a la cama. Kim y yo, como no tenemos dónde ir a tomar una copa, charlamos durante un parde horas sentados en el banco de la entrada del guest house. Durante ese rato nos visitan dos vacas, un gato y un perro triston que no hace más que ponernos pucheros. Kim esta pensando en acompañarme mañana a escalar. Lo ha hecho un par de veces en Bélgica y quiere intentarlo.
Nos acostamos sobre las doce. Yo estoy cansado. Tengo heridas en los dedos, de las afiladas regletas graníticas y los brazos protestan un poco. Tardo en dormirme un rato. No es preocupación. Repaso mentalmente el día que he pasado y las imágenes que he contemplado. Un día para recordar...., por mucho tiempo.

viernes, 28 de diciembre de 2007

domingo, 23 de diciembre de 2007

Hampi; Haciendo de guía turístico

Sobre las cuatro y media me despierta el revisor. "¿cual es vuestra parada?", me pregunta. Por unos instantes estoy desorientado y no se que responderle. Me froto los ojos e intento recordar dónde estoy y a dónde me dirijo. Además he estado soñando en español y me cuesta desperezar mi Inglés.
El tio se desespera y despierta a Marco, que esta más agil, y le contesta que vamos a Hospet (estación que esta a 13 kilómetros de Hampi). " Pues vamos a llegar en quince minutos así que preparar las mochilas".
Los quince minutos se convierten en más de media hora, que tenemos que esperar junto a una de las puertas del vagón. A pesar de estar todos soñolientos, la idea de llegar a Hampi nos alegra. En realidad yo he sido el promotor y no hacen más que preguntarme cosas acerca del pueblo que yo les he vendido cómo lo mejor de toda La India.
Entramos en la estación. Abrimos la puerta y, antes de que el tren se pare, se montan en el vagon dos chavales para ofrecernos ricksaw. Nos piden doscientas rupias, pero como me se los precios, empiezo a ejercer de guía y le explico que no es mi primera vez en hampi y que sé que el precio es de 80rs. Acepta, así que nos vamos con el.
En la estación un chico con Rastas, me parece que italiano, quiere unírse a nosotros, pero somos cuatro y, con las maletas, no podemos compartir con el ni el más mínimo espacio.
La mañana es fria. Yo he vuelto a sentirme generoso y voy en el asiento del piloto, mientras mis compañeros tiritan en el asiento de atrás. Tardamos veinte minutos en llegar a Hampi y entramos justo al amanecer. Noto, con satisfacción, como sus miradas van de un lado a otro incrédulas, con las primeras luces rasgando la niebla, descubriendo templos escondidos entre el verde palmeral, o encaramados en las rosadas moles graníticas que nos rodéan. Cuando entramos en el bazar principal y se encuentran de frente con el inmenso templo piramidal que corona Hampi, y que parece iluminado para recibirnos, sus bocas no pueden estar más abiertas. Hampi nos ha dado un recibimiento de reyes y yo me siento como en casa.
En el Gopi Guest House tenemos que despertar a la gente. En breves segundos sale el dueño. Se cuerda de mí, me pregunta por Raquel y me sonrie como si fuese un viejo amigo. A pesar de que por teléfono, a Bebette le habían dado un precio muy superior de la habitación, en cuanto le recuerdo que habíamos pagado 450 rs hace menos de diez días, nos vuelven a dar esa tarifa.
Dejamos las mochilas en el restaurante porque nuestras habitaciones no están, obviamente, preparadas tan pronto. A pesar de ser las seis de la mañana nos abren la cocina, y nos preparan estupendos desayunos. Los camareros tambien me recuerdan perfectamente y todos me preguntan si he vuelto para escalar. Es increíble que esta gente tenga tan buena memoria. El dueño, que es quién me iba a poner en contacto con un amigo para ir a escalar me dice que va a intentar localizarlo un poco más tarde.
De todas formas se me ocurre que, teniéndo cuatro días para estar en hampi (del 7 al 10), y que si no escalaba el primero no pasaba nada. Tampoco me importaba hacer de guía turístico de mis compañeros por unas horas.
Mientras desayunamos en la terraza Marco no hace más que sacar fotos en todas direcciones. Bebette y Kim están encantadas porque el sitio es muy agradable para relajarse y dejar pasar las horas. Por poner un pero, el restaurante no tiene hamacas ni sofás, para tumbarse a leer o, simplemente, descansar.
Cuando nos avisan que las habitaciones están listas nos vamos a duchar. Siguiendo mis indicaciones, preparamos las mochilas con agua, protector solar, mi pequeño plano y nos vamos a alquilar las bicicletas. Bebette esta un poco remisa. El deporte no es lo suyo. Pero al final accede.
En la primera y única rampa Marco y Kim, que también me había asegurado que no era deportista, me sorpenden gratamente y suben al mismo ritmo que yo. Bebette nos sigue andando, empujando la bicicleta. El resto de la mañana lo pasamos pedaleando agradablemente entre los templos. Paramos muchas veces porque Bebette no esta acostumbrada a pedalear, pero como tenemos muchos días, no es importante.
A Marco y a mí nos hace mucha gracia que, cada vez que entramos en un templo, mienras nosostros nos dedicamos a exploirar los recovecos y dar vueltas, nuestras compañeras eligen un sitio bonito, se sientan y se relajan.
A medio día, cuando el calor es sofocante, nos marchamos al rio y comemos (samosas y curd rice) en el mismo restaurante en el que la última vez me ofrecieron "lassi especial" (con Bang). El chico también se acuerda de mí y bromemamos sobre el tema. "¿has vuelto a por tu bang?", me pregunta riendo. Nos intenta vender unas reproducciones en piedra de dioses Hindues. Según él, hechas por el mismo, con sus herramientas y horas de arduo trabajo. Cinco minutos después de comer, paseando por el bazar, nos intentarán vender las mismas piezas (exactas) en otros tres puestos del bazar.
Nos encanta Hampi. Las vistas del rio con su pequeños botes, el pueblo, las ruinas, todo es perfecto. Como no queremos verlo todo hoy decidimos que por la tarde vamos a dar un paseo en barca por el rio.
El puesto de botes, una enorme "playa" en roca pulida, esta muy cerca. Allí negociamos arduamente el precio de un paseo de una hora. Al final, despues de simular que nos ibamos varias veces, llegamos a un acuerdo. El bote es un cesto de mimbre, de dudosa estabilidad, en el que el "capitan" insiste en que caben diez personas. Nos acomodamos como podemos. Kim que es la última en subir, resbala en el último momento y se hace bastante daño al impactar su rodilla y codo con la piedra. A partir de ese momento a la pobre no hacíamos más que martirizarla diciéndole que era muy "clumsy" (patoso/a).
El bote se desliza suavemete por la corriente mientras nos hacemos fotos y recordamos anecdotas de los últimos días del viaje. Cuando regresamos a "puerto", nos dirigimos al guest house y tomamos unas coca colas. Kim y yo decidimos completar el día subiendo a lo alto de la colina que domina Hampi, para ver la puesta de sol. Marco y Bebette, que dicen estar cansados, se quedan en un ciber.
En la cima, yo intento librarme de un chico Indio que me esta sometiedo al cuestionario de rigor; nombres de mi familia, profesión, salario, qué es lo que más me ha gustado de India, etc.. Kim, mientras tanto, intenta esquivar a los monos que también han subido a contemplar la puesta de sol. Como esta claro que no voy a poder librarme de mi acompañante Indio, paso a la ofensivay le empiezo a preguntar yo. Su inglés es muy deficiente, y ante la pregunta de "how many temples are in this area?, el no sabe decir más que "how many, how many" señalando, cada vez, los diferentes templos que se ven en los alrededores. Al final se siente un poco frustrado cuando le pregunto más cosas y no sabe responderme y se marcha.
La puesta de sol no es perfecta porque hay bruma en el horizonte pero, a pesar de ello, las vistas son espectaculares. Bajamos casi sin luz pero afortunadamente Kim no se cae ninguna vez.
Nos reunimos con Marco y Bebette en el ciber y gastamos un rato escribiendo y chequeando correos. Sobre las ocho, el servidor se cae en todo Hampi y decidimos irnos a cenar. Pedimos comida italiana y un "hellow to the queen" (helado, banana, galleta y chocolate caliente). Jugamos un rato a las cartas, hasta que Marco y bebette deciden irse a dormir. Kim y yo pedimos un par de rones con limón y coca cola, única bebida alcohólica que se puede conseguir en Hampi, y charlamos hasta las diez y media, que es la hora de cierre de todos los sitios del Hampi.
Como no tenemos sueño, damos un paseo por el pueblo, pero no hay nadie por la calle y, al poco rato, decidimos volver y unirnos a nuestros respectivos compañeros de habitación.
Marco esta durmiendo profundamente. Intento hacer el menor ruido posible al lavarme los dientes y quitarme la ropa. Apago la luz y repaso mentalmente el día con satisfacción. Mañana ya he quedado con estos en que les daré instrucciones de las rutas que tiene que sguir para visitar el resto de templos y yo me dedicaré a escalar el día completo. Estoy deseándolo. Me duermo pensando en posturas, tipos de agarres, pies de gato y magnesio. Estoy en hampi y tengo cuatro días por delante para disfrutarlo.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Rumbo a Hampi

Suena el despertador a las seis y cuarenta cinco de la mañana y me arrepiento inmediatamente de haberme hecho responsable de comprar los billetes. ¿por qué Marco, si es tan madrugador, no ha dicho ni una palabra de ir él?. Se ve que todos se han tomado muy en serio mi papel de guía del grupo.
Refunfuño un rato pero al final me levanto. Marco, en la cama de al lado duerme como un "angelito" bajo su mosquitera.
De camino a la estación, tengo que parar en un bar, a tomar un chai, para poder ir al baño. En India no es muy recomendable intentar aguantarse las ganas porque, a causa de la comida, siempre tienes un poquito de diarrea y es mejor evitar sustos desagradables.
En el bar remolonean un poco cunado les pido ir al baño. Primero me llevan a un sitio dónde sólo hay un lavabo. Cuando hago manifiesto que necesito algo más (y rápido), me dan una llave y me hacen cruzar, a través de un patio, hasta llegar a una especie de habitación/almacen/corral, donde hay un servicio de tipo Indio (agujero en el suelo). Vivo una de esas escenas surrealistas, tan típicas en India, compartiendo mi momento de intimidad con varias ovejas que parecían vivir placidamente en dicho espacio multiusos. Mientras hago mis necesidades, les aseguro (a las ovejas) que no voy a molestarles más que unos minutos y que después podrán continuar con su vida como si nada.
En la estación tengo que esperar unos minutos pero no tengo problemas para comprar los billetes. Cumplida mi tarea del día, vuelvo al hotel. Marco ya esta despierto y nos vamos a desayunar. Bebette nos escucha y sale a preguntar si tenemos los billetes. Kim sigue durmiendo, supongo, placidamente.
Cuando todo el mundo esta despierto, Marco, Bebette y Kim se marchan a ver el fuerte de Hyderabad. Yo he decidido, a pesar de las protestas de las chicas, no acompañarles porque prefiero escribir un par de post en el blog ya que ayer me cansé muy pronto.
Quedamos sobre las tres (el tren es a las cinco) en la puerta del hotel, sin embargo sobre las una y media, me vienen a buscar por el ciber. El fuerte debía estar bien pero, según me informa Marco, Bebette y Kim había protestado por la cantidad de escalones que había que subir.
Terminamos nuestras tareas "cibernéticas" y nos marchamos a comer. Nos metemos en un bar de cómida rápida, bastante malo, en el que pedimos nachos, pizza y sanwiches.
En la estación de Hyderabad conocemos a una pareja de turistas, los primeros que vemos en dos días, que nos cuentan que han tenido problemas con la policía. Por lo visto, les abordaron en el hotel, obligándoles a que les mostrasen el equipaje con unas maneras bastante rudas. Sospecho que lo que pretendían era asustarles un poco y llevarse alguna mordida. En todo caso, se iban de Hyderabad diciendo que era el único lugar en el que se habían sentido muy incómodos, en los tres meses de viaje que llevaban. Bebette y Kim, afirman que ellas también se han sentido muy mal en la ciudad, aunque puntualizan que nuestra compañía (la de Marco y la mía) ha sido lo mejor.
A mí me parece que exageran un poco. Mi trayectoria en el norte de la India, que siempre es mucho más duro, me hace ver Hyderabad de forma mucho más relajada. Esta claro que no es el sitio con un ambiente más amigable, pero tampoco hemos tenido ninguna situación realmente desagradable. Me preocupa un poco, como les va a ir a Bebette y Kim tras mi marcha (día 13) y la de Marco (15).
En la estación de Hyderabad no generamos tanta expectación, a pesar de que yo hago como que juego a baloncesto con un balón imaginario. Bebette me conmina a que no atraiga la atención más de lo necesario, pero no puedo parar. Vamos a Hampi. Eso me hace muy feliz, y cuando estoy feliz, siempre hago como que juego a Baloncesto. Los "Hyderabinos" me miran con cara de susto cuando hago una bandeja en la correspondiente canasta imaginaria.
El tren llega y sale puntual. Aunque nos han dicho que iba lleno, tenemos las seis plazas de un compartimento para nosotros sólos. Como en el anterior viaje, jugamos a cartas, juegos de letras e incluso alguna partida de ajedrez. Mi inglés esta mejorando por momentos pero a pesar de todo, en un momento de tensión competitiva de uno de los juegos, "exploto", y rompo a hablar en español. Por diez minutos me despacho agusto, aunque ellos no me entienden nada de lo que les digo. No me importa. Es tan relajante encontrar todas las palabras que necesitas sin tener que pensar. Les hace mucha gracia mi torrente de improperios. Ingenuos, si supiesen lo que les estaba diciéndo..
Para mi sorpresa, porque el único que me he levantado realmente pronto he sido yo, Marco y Bebette se tumban para dormir antes de las nueve de la noche. Kim y yo nos quedamos charlando de la vida hasta las doce. Sobre esa hora, paramos en una estación bastante importante y el tren se completa. En nuestra zona tiene plazas una familia, así que nos tenemos que ir todos a nuestras respectivas literas.
Como no quiero volver a dejarme la luz encendida, apago, me pongo el frontal y leo un rato. Esta vez consigo aguantar unas veinte páginas. Todo un record ultimamente. Me duermo, feliz de la vida, pensando en los Boulders (grandes piedras graníticas) de Hampi que voy a escalar mientras los demás hacen turismo. Estamos a día 6 de diciembre, así que tengo cuatro días para estar en hampi. Luego tendré que coger un avión a Delhi para ir a la boda (día 11) y de ahí, vuelta a Mumbai para tomar el avión de regreso a casa.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Hyderabad una ciudad sin mucho encanto

La última estación de nuestro tren es Hyderabad, así que no debemos estar preocupados por la posibilidad de quedarnos dormidos y pasarnos nuestro destino. A pesar de ello, sobre las seis y media de la mañana, todo el pasaje empieza a levantarse y nos tenemos que recolocar, sentados, para hacer la última parte del viaje.

Kim esta de bastante buen humor para ser tan pronto, aunque sólo habla en “Flamish” (neerlandés) con Bebette. Todos hacen bromas sobre lo placidamente que me quedé dormido. Incluso Kim se tuvo que levantar a apagar la luz a pesar de que el interruptor estaba a veinte centímetros de mí. Me juran que fueron incapaces despertarme. Temo que tras este episodio, mis alardes de “macho protector, siempre en guardia” han quedado en entredicho para siempre.

Marco lleva un buen rato despierto y está intentando, sin mucho éxito por la falta de señal, calcular nuestra posición con el GPS. Bebette y yo recurrimos al tradicional sistema de preguntar a la gente. Nadie nos contesta con mucha certeza. El nombre de nuestra estación es Secuderabad, que por lo que vemos en la guía, debe ser un barrio del norte de Hyderabad.

Paramos en muchas estaciones pequeñas. Nuestros compañeros de vagón, nos afirman, normalmente con gestos porque no saben inglés, que la estación es la próxima. Sin embargo, cuando llegamos y vemos en los carteles otro nombre, nos vuelven a decir que es la siguiente con la misma seguridad que las últimas tres o cuatro veces.

Al final llegamos. Son más de las nueve de la mañana, así que hemos tenido más de tres horas de retraso. Tomamos un ricksaw, algo caro, para los cuatro. Como soy muy “charming” me pongo a copilotar el ricksaw y les dejo el banco de atrás para ellos tres. Me arrepiento a los veinte segundos de mi decisión, porque casi no quepo y tengo que encorvarme tanto que mi espalda empieza a protestar.

La ciudad es grande, sobre los cinco millones de habitantes, y tardamos en llegar. De camino lo más significativo que vemos es un gran lago, con una Estatua de Budha en el centro del mismo. El resto no parece tener mucho encanto y me recuerda un poco a las ciudades del norte por la cantidad de tráfico y contaminación acústica.

El hotel no nos gusta mucho, pero para una noche o dos, decidimos que es suficiente y nos quedamos las habitaciones. Nos duchamos, cambiamos y nos vamos a desayunar. Nos cuesta un poco encontrar un sitio porque, entre unas cosas y otras, se ha hecho un poco tarde.

Tomamos de nuevo un ricksaw, esta vez nos ponemos los 4 en la parte de atrás (kim encima de Bebette) y nos vamos a la zona del Charminar y los Bazares. Nada más bajarnos, junto al Charminar, una especie de Arco del Triunfo de estilo árabe bastante impresionante, nos rodea un montón de gente pidiendo dinero o intentando vendernos algo, con bastante vehemencia en ambos casos. A mi no me afecta nada, pero noto como a mis compañeros, y sobre todo las chicas se sienten un poco agobiadas. Es normal están en el comienzo de su segunda semana en India.









Para subir al Charminar hay que pagar 100 rs, así que decidimos pasar de largo y acercarnos, cruzando los bazares, a la Mezquita principal de la ciudad, que está a escasos cien metros en dirección sur.

La calle tiene un bullicio espectacular y cada vez me recuerda más a Jaipur. La diferencia más significativa es que la población musulmana, es fácil distinguirlo por los ropajes, es muy superior en porcentaje en esta ciudad de lo que he visto hasta ahora. Bebette y Kim, que llevan camisetas de tirantes nos dicen que no se sienten muy cómodas con las miradas que todo el mundo les dedica. Para mí la verdad es que no es ninguna sorpresa y no me supone ningún agobio, aunque sí que es verdad que se percibe en el ambiente, menos simpatía hacia el turista que en otros sitios de India. En varias ocasiones nos preguntan si somos norte americanos y la verdad es que, aunque suene mal decirlo, nos alegramos de no serlo.

Entramos en la mezquita y paseamos descalzos por la explanada principal. Unos niños me llevan a una zona para enseñarme una supuesta cara (simplemente una mancha en la piedra) sobre uno de los muros de la mezquita, esperando algo de dinero a cambio, que no les doy.




Me reúno con estos en la salida. Marco ha hecho bastantes fotos, y algunas de ellas muy buenas. Cada vez envidio más su cámara. Estas siguen sin sentirse cómodas y parece que ya han decidido que sólo quieres estar una noche en Hyderabad. A mí me parece bien, porque lo que realmente quiero hacer es ir a Hampa, pero me parece que exageran un poco. Les convenzo de que demos un paseo por los bazares hasta llegar al Tribunal de Justicia, un edificio bastante impresionante que vimos antes, de lejos, de camino con el ricksaw.

Como siempre yo dirijo la expedición. Compro Famosas vegetales en un puesto callejero y están buenísimas. Los demás no quieren. Cuando llevamos unos veinte minutos andando me piden un descanso y entramos en una cafetería local a tomar una coca cola. Sólo llevamos unas horas de visita turística y ya he descubierto el “pero” de nuestra relación. Bebette y Kim, porque Marco parece más resistente, son una compañía perfecta para “hanguear”, pero por lo visto en esta mañana no son exploradoras sacrificadas capaces de aguantar horas y horas caminando.

De todas formas, es lo que quiero para mi fin de viaje, así que no le doy ninguna importancia. Después de cotillear un poco el Palacio de Justicia, que sigue siendo la sede actual de lo tribunales de Hyderabad, decidimos ir al lago, en ricksaw, y tomar unos de los botes que van hasta la estatua de Budha.

El paseo es agradable aunque sin mucha gracia. El agua del lago esta absolutamente contaminada y parece, por el olor, el colector de toda la ciudad. A pesar de lo cual, vemos dos chicos muy jóvenes, practicando en dos pequeños barcos a vela. Pasan cerca de nosotros y se les ve disfrutar como si estuviesen en medio del Mediterráneo en un día primaveral.

Nos hacemos fotos haciendo el idiota porque, el sol está tan alto, que es dificil tmar fotografías razonables de la estatua.

Hangueamos un rato en un parque a la orilla del lago y nos vamos a comer algo a un hotel que, según la guía tiene unas espectaculares vistas de la ciudad. Nos cuesta mucho encontrarlo y discutimos mucho con el conductor del ricksaw, primero para convencerle que use el contador (parece que en Hyderabad lo usan) y luego para que no nos de vueltas para compensar su uso.

Las vistas, efectivamente sin excepcionales, y el restaurante tan pijo, que dudamos si entrar o no. Cuando estamos a punto de irnos, sale el maitre, pelirrojo y muy inglés, y nos hace pasar.

Nos ponen en una mesa junto al ventanal. Somos los únicos clientes. Al principio estamos un poco tímidos ante tantos camareros y una carta de precios bastante más elevada de lo normal en India, pero tras la primera cerveza nos relajamos. Hablamos de muchas cosas y vuelvo a notar esa buena conexión que sentí ayer en el tren y en el hotel de Aurangabad. Terminamos pidiendo de cenar y Kim, Marco y yo hasta nos tomamos un par de copas que, comparativamente con las cervezas, son mucho más baratas (vodka con zumo de naranja natural; 100 rs, 2 euros)

Se hace de noche y las luces de la ciudad nos rodean por todos lados. Empiezan a llegar clientes. Todos son Indios muy pijos. El maitre se asegura de ponerles lejos de los “occidentales mochileros”. Estamos todos muy a gusto y tengo la sensación de que si nos tomamos una copa más la noche podría liarse. Sin embargo, Bebette y yo, recomendamos, si queremos irnos al día siguiente a Hampi (todos quieren!!), ir a reservar billete de tren o autobús ahora. Nos vamos todos con un puntillo muy gracioso.

Lo hacemos así. Encontramos las dos opciones, autobús privado y tren, al mismo precio. A todos nos gusta más el tren. El único problema es que la oficina de reservas está cerrada y nos informan que en el tren, que saldrá las cinco de la tarde, hay pocas plazas. Me hago responsable de levantarme pronto por la mañana y comprar los billetes en cuanto abran las taquillas.

De vuelta al hotel, descubro un ciber metido en un callejón bastante apestoso, y decido quedarme un par de horas. Marco, Bebette y Kim se marcan al hotel y nos deseamos buenas noches.

Trabajo alrededor de una hora y decido volver al hotel porque estoy muy cansado. Los trenes nocturnos te permiten descansar algo y poder aprovechar el día siguiente, pero no es lo mismo que dormir en una cama.

Cuando llego a la habitación Marco, no sólo esta despierto, sino que esta terminando de hace una pequeña colada. Yo me ducho y me preparo para ir a la cama, pero el decide que no tiene sueño y que se va al ciber dónde yo he estado. Me quedo sólo en la habitación.

Leo un rato, pero me duermo a la tercera página. Es una vergüenza lo poco que estoy leyendo en este viaje. En Maruecos, en menos tiempo, había leído siete libros y aquí voy por el primero. De todas formas estoy muy contento como se me presenta el resto del viaje. Es muy agradable viajar acompañado. Aunque se tenga menos tiempo para leer.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Cambiando de planes en Aurangabad


Por la mañana me levanto muy pronto. Aún no se como voy a seguir mi viaje, pero quiero ir pronto a la estación de trenes para preguntar que opciones tengo. Recojo la mochila y bajo a desayunar. Para mi sorpresa, me encuentro a todos los chicos desayunando juntos en una mesa. Me uno a ellos.

Kiko se levanta todas las mañanas para hacer yoga a las 7. Marco nos cuenta que es siempre muy madrugador y que le cuesta esfuerzo quedarse en la cama más allá de las seis y media de la mañana. "es el mejor momento para hacer fotos", nos dice. La verdad es que tiene una camara impresionante. Me enseña las fotos que llva de viaje y le envisio profundamente. No se puede comparar los resultados que el obtiene en comparación con mi pequeña camara digital.

Flaurent, tambien se ha levantado muy pronto, a pesar de que estuvo hablando con Kim hasta las cuatro de la mañana. Todos tenemos dudas de dónde vamos a ir hoy, pero todos queremos marcharnos a otro sitio. Las cuevas son muy interesantes pero, una vez vistas, Aurangabad ofrece pocos alicientes.

Kiko y Flaurent, estan pensando en irse a Goa con Macarena y Rocio. Marc, que en principio pensaba irse a Pune (en dirección también a Goa), nos confiesa que no le gusta nada viajar sólo y que igual se une a Kim y Bebette, que se proponen ir a Hyderabad. Marco nos cuenta que sólo tiene un mes de viaje y que, en sus dos primeras semanas de viaje, alquiló un taxi, y estuvo recorriendo todo el Rajastan (Udaipur, Jaipur, Jodpur, Jaisalmer), para luego bajar hacia Mumbai. Despidió a su taxista hace un par de días y ha llegado aquí en autobús. Me explica que por eso, por no estar sólo, se acercó tan rapidamente a mí, y le sorprende un poco que yo le diga que yo suelo viajar sólo.

En todo caso, todos viajan hacia el sur, dónde yo ya he estado. Por un momento siento la tentación de irme con alguno de los grupos. la opción Mayah Pradesh Varanasi, Delhi, mi plan original, es, mirando al mapa, una paliza. Se me ocurre que si bajase con marco y las chicas hasta Hyderabad, podría ir luego facilmente hasta Hampi y gastar allí mis ultimos días escalando. Es tambien un buen plan, pero me daría rabia no conocer Varanasi.

Despues de desayunar me marcho a la estación de trenes y pido información. Para ir a jabalpur, cerca del Parque Nacional Kahna, tengo que coger un tren esta noche sobre las nueve hasta Manna, cruce ferroviario de las gandes lineas, y luego, sobre la una de la mañana, otro que me llevaría hasta Jabalpur en unas 16 horas. Como no estoy seguro, pido los formularios de reserva y los numeros de los trenes y vuelvo al hotel.

Estos siguen holgazaneando en el jardín y me vuelvo a unir a ellos. Al rato, bajan Macarena y Rocio. Kiko y Flaurent hablan con ellas y deciden comprar billetes en un autobús privado hasta Goa. En recepción les facilitan los billetes, un poco caros según mi experiencia, y saldrán a las tres de la tarde.

Sobre las diez baja Bebette. Marco, le dice que se propone ir con ellas y Bebette parece alegrase sinceramente de tener compañía.
Yo les cuento mi plan, que les parece un poco raro. Nadie ha oido hablar de Jabalpur, ni se ha planteado la ruta norte en dirección a Varanasi.

Bebette
nos cuenta que Kim es muy dormilona, y que habría que ir a despertarla si queremos ir a sacar los billetes. Aunque me advierte de su mal caracter por las mañanas, me pide que, como tengo que ir a mi habitación a sacar la mochila y hacer el check out, toque en su puerta y la despierte de su parte.

No estoy seguro de que sea bueno idea, pero al final lo hago. Kim tiene la puerta abierta y, desde el quicio, le digo departe de Bebbete que queremos ir a saar los billetes y que cunado pueda la estamos esperando en el jardín. Kim más que contestarme, me gruñe y se vuelve a dar la vuelta. !Que caracter!

De vuelta abajo lo cuento y a todos, sobre todo a Bebette, les hace mucha gracia. Al rato baja Kim y, aunque esta muy dormida, me pide disculpas. "No te preocupes mujer", le digo riéndome, "sólo cumplia ordenes". Despues de que Kim terminase de desayunar, nos vamos todos juntos a la estación. Yo he rellenado mi solicitud con mi plan original, hacia Jabalpur. Ellos tienen tren directo a Hyderabad. Consiguen plazas sin problemas, para las ocho de la tarde y llegar a Hyderabad sobre las seis de la mañana del día siguiente.

Llega mi turno. Entrego los formularios y la señorita de la oficina de reservas, empieza a chequear mis posibilidades. Para ir a Manna, hay bastantes trenes, pero casi todos están llenos. Al final me dice que puedo coger uno a las 2 de la mañana, pero que luego no hay plazas en ningun tren a Jabalpur hasta dentro de dos días. Chequea un par de posibilidades más, pero todas son muy incomodas. Le digo que me lo tengo que pensar y abandono la fila eso sí, cogiendo nuevos formularios de reservas.

En la puerta de la estación me están esperando Marco, Bebette y Kim. Les cuento mi fracaso y que tengo que pensar que voy a hacer. Volvemos al hotel. Consulto en recepción la posibilidad de ir en autobús. La mejor combinación me haría estar más de 24 horas, con tres cambios de autobús, para llegar a Jabalpur. Parece que Aurangabad es una calle cortada en dirección al norte.

Vuelvo al jardín. Todos estos están jugando a cartas y relajandose las horas que les quedan antes de tomar sus respectivos medios de transporte. de repente lo veo claro. Debo de vencer, por una parte mi timidez, para pedirles ir con ellos, y por otra renunciar al plan de llegar a Varanasi. Hampi es una magnifica opción y así siempre tendré un motivo más para volver a India.

Se lo digo a Marco, Bebette y Kim, y parecen alegrase de verás. Esta claro que en estos viajes la gente esta deseando hacer nuevos amigos y ser tímido es una tontería. Me marcho corriendo a la estación y reservo en el mismo vagón que ellos. La plaza es diferente, pero ya le pediré a alguien que me cambie el sitio.

Vuelvo al hotel muy contento. He cambiado completamente de planes, pero voy a tener buena compañía durante unos días. Además me gusta tener compañeros angloparlante, es bueno para mejorar mi nivel de inglés. Por poner un pero, que todos son mucho más jóvenes que yo, y eso es algo, que llevo fatal. Frente a mis 2 añitos, Marco, tiene 28, Kim 24 y Bebette unicamente 23.

Holgazaneamos el resto del día, salvo un momento que Bebette y yo nos vamos a llamar por teléfono y reservar el hotel en Hyderabad. del grupo, parece que somos los que tenemos más perfil de "guías", porque Marco y Kim, delegan absolutamente la decisión de elegir en nosotros. A las tres despedimos a los que se marchan a Goa. Curiosamente Kiko no se despide de nosostros, pero Flaurent nos explica que eso es muy normal en él.


En los ratos en los que hay energía en el hotel (no sucede muy amenudo), escribo un rato en el blog y chequeo el correo. marco también es un adicto a internet, tiene su propio blog y esta todo el día colgando fotos del viaje.

Vamos pronto a la estación porque Marco nos cuenta como, hace unos días, vió asombrado como su tren se le escapaba porque salió con media hora de adelanto (algo impensable en India). Tras mi última experiencia con el autobús que tampoco vino a buscarme, me creo todo, así que apoyo la moción y estamos en el andén con una hora de antelación.

Como soy el más experiementado en India de la expedición, les cuento cosas sobre la amabilidad de la gente en el sur, sobre cómo todo el mundo te pregunta cosas, se quiere fotografiar contigo, etc.. Sin embargo, en breves minutos lo pueden comprobar por si mismos. Una chica muy jovencita, viene a saludarnos y a preguntarnos de dónde somos y nuestros nombres. Es muy simpática y le damos conversación. Ella parece tan amocionada de conocernos como si fuesemos estrellas de Hollywood y no hace más que resoplar de la excitación. Empieza llamar a sus amigas para presentarnos, luego a su entrenador de Volley ball, luego a su familia. Todo el mundo se empieza a congregar a nuestro alrededor, pidiéndoos autógrafos, el número de teléfono y correo electrónico. Al principio nos hace mucha gracia y, sobre todo a las chicas que están en su primera semana India. Bebette en especial, esta en su salsa. Habla con todo el mundo, se hace fotos, y se nota que le gusta la situación. Kim está un poco más incómoda y se pega más a mí, cuando el circulo se estrecha e incluso casi nos tiran a la vía.

La situación se alarga durante más de una hora y, cunado llega el tren, nos sentimos aliviados de poder tener un poco de intimidad.

Ya en el vagón, no tengo problemas para cambiar mi sitio, y nos colocamos los cuatro juntos en el mismo departamento. Matamos el tiempo jugando a cosas que bebette inventa. Lo paso muy bien, aunque es muy dificil para mí competir con ellos en juegos en inglés. Uno de ellos es decir, nombres de personas, sitios, animales, frutas y deportes, empezando por una letra que se decide en cada turno. Marco, aunque es de origen Serbio, vive desde hace veinte años en Canadá y es claramente el que tiene más vocabulari en Inglés. Bebette y Kim tienen un inglés muy fluido y también me ganan. Yo me quedo siempre atascado con la maldita fruta.

Las horas pasan rapido con la buena compañía. Marco es el primero en decir que se quiere acostar. Ya nos había dicho que es más diurno que nocturno. Al rato Bebette le sigue. Kim y yo estamos un par de horas más hablando. Le cuento cosas de Hampi y me dice que igual se viene conmigo después de Hyderabad. Al final nos vamos a dormir. Yo me quedo en la cama de abajo, encargado de custodiar las mochilas. Aunque les he asegurado que los trenes Indios son muy seguros paracen no creerme mucho. "Son familias", les digo, "como las nuestras", y es que es verdad me encanta viajar en los trenes Indios. Todo el mundo te sonrie y es amable.

Cierro los ojos placidamente. Entre sueños, oigo que Bebette y Kim, protestan por los ronquidos de nuestros compañeros de vagón. A mí nunca me ha molestado que la gente ronque. Si estoy suficientemente cansado duermo exactamente igual. Vuelvo a dormirme. estoy muy contento. Sólo llevamos unas horas juntos, pero tengo la sensación de que hemos encajado muy bien y de que vamos a formar un buen grupo de viajeros.

martes, 18 de diciembre de 2007

Aurangabad y las cuevas de Ellora

Con el cuerpo un poco dolorido y sin haber podido dormir mucho, llego a Aurangabad sobre las siete de la mañana. Mientras me desperezo, me fijo que la estación de autobuses es tan privada como el autobús y que, además de estar muy limpia, esta cerrada a los conductores de ricksaw y demás personajes tipicos en otros lugares.

Casi me parece que no estoy en India. Veo que hay una cafetería y pido un chai que me ayude a despertarme. Los demas pasajeros se han marchado y estoy solo en la estación. Casi se me hace incomoda tanta tranquilidad. Sin embargo, cunado se marcha al autobús veo que, justo en la puerta, preparados y agazapados, hay varios conductores de ricksaws. No les dejan entrar, pero ellos me ven y empiezan a gritarme desde dónde se encuentran. "very cheap", "only ten rupies". Yo les hago gestos de que estoy tomandome mi chai y que no me agobien. Mientras doy los ultimos sorbos, aparece otro cliente en la barra. Pide otro chai y me ofrece ricksaw. Tambien a diez rupias, así que le digo que sí. Es muy buen precio. Se me ocurre que este conductor debe tener bula en la estación o le ha pagado un soborno al de seguridad, porque todos los otros tienen que esperar fuera. Sin embargo no entiendo que soborno se puede pagar, para conseguir una carrera de 10 rupias. se ve que la competencia ricksawiana en Aurangabad es feroz.

Me marcho con mi conductor y, aunque hace algun pequeño intento de llevarme a otro Guest house, llegamos en cinco minutos al hotel Shree Maya. Cuando me voy a bajar se pone un poco pesado ofreciendome sus servisio para ir a ver las cuevas de ellora, el fuerte, y no se que más. Se queda un poco decepcionado cunado le digo que, para ir a ver las cuevas, a unos veinte kilómetros, cogeré el autobús local.

En el hotel me estaban esperando, porque reservé la noche anterior desde Mumbai. Son las ocho y media de la mañana y estoy muy cansado, pero tampoco quiero irme a dormir, perder la mañana y obligarme a pasar dos noches aquí. Mi plan es ver las cuevas y salir disparado hacia el norte, en dirección mayah Pradesh. Es día 3 de diciembre y solo tengo hasta el 11, para llegar a delhi a la boda. En todo caso, subo a la habitación, me ducho y descanso una media hora mientras repaso, en la guía, la información sobre las cuevas. El único problema es que no puedo cargar la batería de la camara porque, en esos momentos, no hay corriente en el hotel.

Vuelvo a bajar a recepción y, antes de desayunar, pregunto por trenes y autobuses en la dirección que quiero tomar (rumbo jabalpur, a medio camino entre Aurangabad y Varanasi). El encargado de recpeción, me dice que esta noche me podrá informar mejor, porque va a llamar a alguien que conoce muy bien Mayah Pradesh.

Me voy al jardín del hotel a desayunar. Me gusta mucho el sitio. Los hoteles con zonas comunes son mucho mejores. Puedes alternar con la habitación e incluso es más facil conocer gente. Mientras me pongo las botas en el buffet en el que, aunque son cosas sencillas, todo está muy rico, observo que en las otras mesas hay parejas y grupitos de extranjeros.

Incluso en una de las mesas oigo hablar a unas chicas en español. Estoy tentado deintentar unirme a ellas, pero se me ocurre que es mejor hacerlo por la tarde, cuando regrese de ver las cuevas. Las españolas se jutan con otros dos chicos que, aunque
por el acento se nota que no son españoles, se defienden bastante bien. Hasta el ultimo segundo tengo tentaciones de decirles algo, pero termino marchándome solo. He dejado a raquel solo hace un día en Mumbai, asi que no estoy tan necesitado de compañía.

Como es ya una tradición, preparo mi mochila pequeña, y me marcho a las cuevas. Primero tomo un ricksaw hasta las estación de autobuses, 15 rs, y luego el autobús, 12 rs. Lo del autobús parecía algo más facil de lo que luego resulta. Para empezar, soy, como casi siempre, el unico extranjero en la estación. ¿donde estan todos mis compañeros de hotel?, ¿es que todo el mundo esta dispuesto a pagar 200rs por en ricksaw, cunado puedes pagar 12 en autobús local?.

Empiezo a preguntar por el autobús y me encuentro con versions contradicorias. Parece haber acuerdo de que debería salir de la plataforma 8, pero cuando estoy esperando, me empiezan a decir que vaya a coger otro que esta a punto de salir. Se monta un revuelo para subir. Todo el mundo empuja a todo el mundo. Además unos me dicen que sí, que efctivamente va a Ellora y otros lo niegan con absoluta rotundidad.

Me marcho a hablar con el conductor, que sule ser la fuente de información más segura. El tio, esta hablando por el movil y se niega ni a mirarme, aunque yo le tironeo de la manga de la camisa. Cuando por fín termina, obtengo una vez más su negativa a hablar conmigo. Esta claro que no sabe hablar inglés, pero además no le debemos gustar mucho los turistas extranjeros, porque si le grito el nombre de "Ellora" es bastante facil de entender que, si eres un conductor de autobús, te están preguntando si el autobús vá o no vá a ese sitio.

Al final no me subo al autobús y estoy un poco cabreado. Veo que hay un chico japonés esperando en el andén 8 y voy a preguntarle. No habla casi nada de Inglés, pero me dice que va a Ellora y que no tiene ni idea de cúal es el autobús. El estaba mirando a ver que hacía yo, y en función de en cual me subiera, el pensaba hacer lo mismo. Le dejo esperando y me vulvo a meter en el tumulto. Ahora me indican otro autobús, igualmente a rebosar, que supuestamente tambien va a Ellora. Pregunto veinte veces y sigo encontrando disparidad de opiniones pero esta vez el conductor me confirma que no es la dirección del autobús.

En ese momento, entra un nuevo autobús en la plataforma 8. El conductor con el que estaba hablando me indica que es el que tengo que coger. le doy las gracias y salgo disparado. Sin embargo no es necesario. Así como todos los otros estaban solicitadísimos en este, sin saber muy bien porqué, podemos subir tranquilamente y sobran más de la mitad de las plazas. Yo me siento junto al ayudante del conductor, en la primera fiñla, para tener más espacio para las piernas.

El chico japonés se sube detrás de mí, y se sienta en el segundo banco. El trayecto es de apenas cuarenta minutos, y además a medio camino, podemos disfrutar de las impresionantes vistas de un fuerte que se alza en la cima de una colina, protegida por paredes verticales de más de 50 metros. Además de esta defensa natural, el fuerte cuenta con tres lineas de gruesas murallas de piedra en el perímetro. A simple vista parace que debiço ser una fortaleza inexpugnable. Se me ocurre que esta tarde, a la vuelta de las cuevas, me detendré un rato a explorarlo.

Cuando bajamos del autobús, me vuelvo hacia el japonés y le pido disculpas por no haberme presentado antes. "Estaba concentrado, intentando no subir al autobús equivocado", le digo, bromeando. El se llama Akira y, como ya me había parecido, habla poquísimo inglés. Más o menos le entiendo que esta estudiando e Bangalore, pero la verdad, no comprendo, como puede estar viviendo y viajando en india sabiendo tan poco inglés. En todo caso, nos juntamos para explorar las cuevas. Además le pido que, como yo no tengo batería en la camara, me mande las suyas.

El primer grupo de cuevas, las Budistas, son interesantes pero me dejan un poco frio. Casi todas las figuras son iguales y no son muy impresionantes. En el fondo son pequeños monasterios, donde los monjes se recluían y oraban, excavadas en la propia roca. En el más importante de ese primer grupo, nos encontramos con un grupo de españoles sobre la cincuentena. Hablo un pooc con ellos y me explican que es su sexto viaje a India. Espiritus intrepidos. Les pido también que me mande las fotos a mi correo electrónico.

De vuelta con Akira, nos dirigiimos a la zona de los templos Hinduistas. Son mucho más grandes, normalmente de varias plantas, y con ua decoración mucho más rica. Lo que no acabo de entender del Hinduismo es como, e los edificios religiosos, como es el caso, la iconografía es tan sensual e incluso diría tan pornográfica. En toda caso y, obviando el componente religiosos, son mucho más impresionantes que los frios templos budistas.

El templo principal Hinduista me sorprende e incluso me hace pensar que es superior a lo que he visto en Hampi. Le dedico una hora a recorrer todos los recovecos, de las tres plantas excavadas en la roca y el edificio central. Segun se lee en la guía, la planta, es mayor que el partenon de Atenas.

Como ya son más de las dos de la tarde, decidimos parar e ir a comer un poco. En un bar dentro del recinto, encargamos un par de Thalis, que están bastante buenos.
Antes de las tres nos ponemos en marcha otra vez, pero yo en seguida empiezo a notar el cansancio de no haber dormido en una cama. Los templos son menos interesantes y al rato le digo a Aki, que quiero volver a Aurangabad.

Me gustaría descansar un rato en alguno de los sofás del jardín del hotel y, si es posible, encontrar algún compañero de viaje, rumbo al norte. se me antoja que esto va a ser dificil, porque todo el mundo baja en estas fechas hacia Goa y Kerala, pero igual tengo suerte.

Nos despedimos, porque el se quiere quedar un rato más, y me cojo el autobús. Cuando llego al hotel, hay corriente, así que me ducho, dejo cargando todos mis cacharros, y me bajo al jardín a leer. Veo más o menos a la misma gente que esta mañana y da la impresión de que llevan aquó, "hangeando", todo el día. Me pongo a leer, pero estoy pendiente de las conversaciones. Algunas son inglés y otras en español. Me parece que una de las chicas españolas no habla inglés y que por esa razón los demás están esforzandose en no hablar inglés.

Derepente entra un chico en el jardín y se sienta en el sofá más cercano al mio. Se me queda mirando y enseguida se vuelve a levantar y viene hacia mí. ¿Te importa tener compañía?, me pregunta a bocajarro en inglés. "No, claro. Incluso lo prefiero". Soy Marko, de Canadá y he llegado esta mañana a Aurangabad. Yo tambien me presento y le cuneto un cpo lo que llevo de viaje. Pero Marko esta muy inquieto y a los pocos segundos, se acerca al grupo mas numeroso del jardín, en el que están las españolas, otras dos chicas y dos chicos más, y se vuelve a presentar. A continuación se gira hacia mí y me invita a ir y sentarme con todos.

Al principio me da un poco de corte, porque ha sido todo muy rápido, pero lo cierto es que funciona. Somos muy bien aceptados en el "grupo", porque todos se han conocido en las ultimas horas. Las unicas parejas fijas son las españolas (Rocio y Macarena), que son amigas y viven juntas en Granada, y las otras dos chicas que son Belgas (Bebette y Kim) y tambien son amigas de siempre. Los outsiders somos Marko y yo, un frances (Flaurent) y un Israelí (que se hace llamar kiko).

Pasamos el resto de la tarde todos juntos. Jugando a cartas, al Scrabble, y contandonos nuestro correspondientes destinos. Las chicas españolas se marchan un rato a la habitación y todos se alegran de poder hablar en inglés conmigo. Sin casi haberlo pretendido estoy en un grupo de viajeros. El único pero, es que todos, anque por diferentes rutas, van hacia el sur. Disfruto como un enano de las horas de buena compañía en Aurangabad. las cuevas han estado bien, y la tarde mejor. Mañana tendré que decidir como voy hacia el norte, pero en todo caso eso me hará despedirme de todos mis comañeros.

La gente se va retirando a sus habitaciones, y yo hago lo mismo sobre la una de la mañana. Kim y Flaurent aún se quedan un rato más. Cuando llego a mi cama intento leer, pero se me cierran los ojos a los pocos minutos.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Un dia en Mumbai esperando un autobus

Me despierto sobre las seis de la mañana pero tengo mucho sueño. Sin embargo, si quiero coger un autobus local, deberia salir del hotel cuanto antes. Lo que más pereza me da es bajar hasta el centro de Mumbai, donde se encuentra la estación central de autobuses, sin saber a que hora es el autobus y cargado con la mochila.

Al final decido dormir un poco mas y reservar para esta noche para el autobus privado. de todas formas me vendra bien un dia dedicado a escribir en el blog.

Disfruto de la habitacion hasta las diez. Me ducho, recojo la mochila y bajo a desayunar. Antes en recepción, reservo una plaza para el autobus. El precio que me dan me parece muy caro, asi que decido que, como todavia no he pagado nada, tambien miraré alguna otra agencia de viajes.
Despues del ya tradicional desayuno; café con leche, huevos fritos y tostadas, doy un paseo en busca de agencias. Lamentablemente es Domingo y, las pocas que encuentro, estan todas cerradas. Es muy curioso que en India es mas facil encontrar servicios al turista en las pequeñas localidades, donde todo esta concentrado en un par de calles y los horarios son flexibles, que en las grandes ciudades. En el unico sitio donde me he encontrado con problemas para conseguir informacion o utilizar internet han sido en Delhi y en Mumbai, las dos megaciudades indias.
Como no me queda mas remedio, me conformo con mi reserva a precio de oro (650 rs) en el autobus que me han contactado desde el hotel. Me marcho al ciber. Se me queda cara de idiota al comprobar que tambien esta cerrado. Evidentemente es normal que las cosas cierren en domingo, pero hasta ahora, en los sitios que habia estado, no habia tenido ese problema.
Afortunadamente en el hotel tiene un ordenador disponible y puedo escribir, a pesar de la impaciencia de una chica norteamericana que esta esperando, un largo post antes de comer.
Para comer cruzo de nuevo al restaurante donde ayer tomamos cervezas, cenamos y vimos a la rata mas grande del mundo. Ya se que suena estraño, pero despues de mes y medio en India, ver a una rata en un resturante, no es motivo suficiente para borrarlo de tu lista de favoritos. Los camareros me reconocen y me tratan a cuerpo de rey.
Cuando termino voy a tomarme un cafe helado a una cafeteria pija; "coffe day", que tengo localizada, y despues me acerco a Khar Road, la avenida principal de la zona, para buscar una camiseta, porque ya no me queda nada limpio y hoy no me da tiempo a encargar lavanderia, y un cinturon, porque he perdido lago de peso y los pantalones se me caen todo el rato.
Por la camiseta pago 400rs en una tienda bastante pija, pero el cinturon lo consigo en el bazar por solo 50rs. Cuando estoy a punto de marcharme con mis adquisiciones, un Indio, de mediana edad, con evidentes sintomas de borrachera, empieza a gritarme desde la puerta diciendome que soy muy alto. Yo no le hago ni caso, pero el tio cada vez se pone más pesado. El dueño de la tienda le increpa pero el borracho sigue erre que erre. A todo esto me fijo que en la mano lleva una cinta de metro y que me hace gestos de que me quiere medir. Como no me apetece seguir aguantando sus gritos, me dirijo a el, todo lo serio que soy capaz y le digo que me deje en paz y que no me moleste. Consigo el efecto contrario, en vez de apaciguarlo, cada vez me grita más, aunque me esta pidiendo todo el tiempo perdón, y sigue intentando medirme. Yo salgo de la tienda y empiezo andar. El me sigue gritandome. Todo el mundo nos mira, a mi porque soy el unico extranjero de la zona, y a el por numerito que esta montando.
Me resulta muy desagradable la situación y me encaro un par de veces más con el a ver si consigo que me deje en paz. La situación no es complicada, porque fisicamente soy casi un gigante comparado con mi "perseguidor", pero no me apetece seguir siendo el centro de todas las miradas de la calle. En ese momento recuerdo que, unos metros más allá, en la misma calle, he visto una comisaria de policia. Me dirijo andando hacia allí. El borracho esta tan borrachoque n se entera. Me paro en la puerta y le digo. "ven, ven aquí a medirme". Y el tio, va y viene, mientras sigue gritando. Advierto a un policia de la situación y, justo en ese momento, el borracho se da cuenta de donde está e intenta darse la vuelta y salir pitando. Tarde "compañero", el policia le agarra del brazo y lo mete dentro de la comisaria.
A todas estas, viene a hablar conmigo un amigo del borracho y me pide que no lo denuncie. "Es que esta borracho", me dice. "A si?, no me habia dado cuenta", le respondo ironico. Yo tampoco tengo ganas de pegarme la tarde poniendo una denuncia en Mumbai, asi que le digo al policia que no ha pasado naday me marcho al hotel a seguir escribiendo.
Consigo escribir otro post y luego me voy a tomar una cervecita a mi restaurante favorito. Cuando vuelvo al hotel, me dan la dirección en donde me va a recoger el autobus y, algo que no me gusta nada pero en India lo haen mucho, el numero movil del conductor. Y digo que no me gusta nada porque te hace sospechar que algo raro va a pasar con el autobús, los indios te suelen decir, "es solo para casos de emergencia", y entonces tu te echas a temblar. Además, normalmente los conductores no hablan una palabra de inglés, así que la conversación telefonicasuele resultar infructuosa.
De todas maneras cojo el papel con todos los datos y me lo guardo. Como ya es la hora de ir para allí paro un ricksaw y voy a buscar la mochila. El empleado de recepción llama al conductor y se asegura de que me va a dejar en el sitio correcto. Nos marchamos. Tardamos unos quince minutos hasta llegar a un cruce de autopistas, en el que mucha gente espera autobuses interurbamos, donde hay una parada en la que se puede leer el mismo nombre que yo tengo escrito en el papel, asi que debe de ser el sitio.
No hay ni un solo turista con mochilas, lo cual no es muy buena señal. Pregunto a unos policias y me confirman que es el sitio correcto y que los autobuses a Aurangabad, mi destino, de la compañia Neeta Travel, la mía, paran en ese lugar. Me ralajo y espero. Se cumple la hora, pero el autobus no aparece por ningún lado. En dirección contraria pasan dos autobuses de Neeta, pero con numero diferentes al del mío; 4144. Pasa un cuarto de hora, nada. Pasa media hora, nada. De repente veo mi autobús pero, para mi pasmo, pasa de largoor delante de la parada. Maldigo a todoel mundo que se me ocurre. Intento llamar rapidamente al conductor. Comunicando. debe de estar hablando con la novia. Lo intento tres o cuatro veces más. Mismo resultado.
Al final contesta. Como me temía, no habla ni una palabra de Inglés y no conseguimos entendernos. Me cuelga. Corro hacia un chico Indio, muy bien vestido, que espera en la parada, y le pido que llame al conductor. Gracias a Ganesh, habla muy bien Inglés y se hace cargo de la situación. Le "ordena" al autobús que se pare a esperarnos, cogemos un ricksaw y salimos disparados. El autobús había avanzado bastantes kilometros pero al final damos con el, esperando en la cuenta con las luces de emergencias puesta. Pago de más al ricksaw para feclicitarle por su agilidad y me despido del chico que me ha ayudado. Para mi sorpresa, me devuelven el dinero sobrante y no lo aceptan de ninguna manera.
Los del autobús me echan la bronca por haberles retrasado, pero yo, con mi papel en la mano, les demuestro, más con mímica que con palabras, que los que me tienen que pedir perdon son ellos y que yo estaba esperando en el sitio que me habían dicho. Ellos mirán y remiran el papel y al final se convencen. Los pasajeros, todos Indios, me miran con mala cara pero no tengo fuerzas de ir explicándoles uno a uno que no es culpa mía que se esten retrasando.
Busco mi plaza y me siento. Me alegra comprobar que el autobús va medio vacío y que voy a poder estirarme en dos plazas para mí solo, con os asientos abatidos hasta el infinito. Después del susto y de creer que me tenía que quedar otro día en Mumbai, me puedo relajar e intentar dormir un poco. En teoría voy a llegar a Aurangabad a las siete de la mañana y luego quiero ir a las cuevas de Ellora, así que me espera un día duro. Leo un rato, pero poco a poco, mis ojos van cediendo al cansancio. Apago el frontal, hincho mi almohada cervical y busco la mejor postura. Me quedo dormido en cinco minutos.