lunes, 15 de diciembre de 2008

Releer las viejas entradas del blog

Es gracioso releer las viejas entradas del blog. Mis antiguas recomendaciones de música electrónica, los preparativos de la mudanza a Amsterdam, mis primeras andanzas con las cometas y escalada, los post sobre viajes y algunos esporádicas entradas sobre libros.
La verdad es que da tiempo a hacer muchas cosas (y a escribir sobre ello) cuando uno no trabaja. Me gustaría seguir escribiéndo diariamente, leyendo 40 libros al año, viajando más a menudo y cometear y escalar sin parar. Sin embargo, en perspectiva, y aunque no todo es perfecto, estoy satisfecho con lo hecho. A veces cuando pienso que en abril cumplo dos años de vida en Amsterdam me parece que el tiempo se me escurre entre los dedos.
En este tiempo, me he convertido en un escalador de nivel medio. Tengo una forma física notable, a pesar de los recientes problemas en mi rodilla que no me permite correr como antes. Vivo en una ciudad interesante y tengo muchos amigos. Profesionalmente, Tomtom me da de comer, pero además tengo en marcha un proyecto (buscounviaje) que podría conjugar en el futuro la necesidad de obtener ingresos y la pasión por los viajes.
Me faltan cosas, claro. A veces hace mucho frío en Amsterdam. Y tener a alguién con quién compartir problemas y alegrías probablemente ayudaría a definir mi situación vital de.. feliz.
Mis objetivos a corto plazo son.
  • Ir en navidades a Zaragoza y en enero a Marruecos (ya tengo los billetes comprados).
  • Consolidar el proyecto (buscounviaje).
  • Ser más organizado en cuanto a lo burocrático. Todos los posibles pequeños problemas con la justicia, bancos y compañías telefónicas derivados con la desorganización se me están acumulando.
  • Cambiarme de piso otra vez en Amsterdam (más que nada por mis compañeras que quieren estar más cerca del centro).
  • Terminar un proyecto 7a que se me esta resistiendo.
  • Volver a leer y escribir diariamente, en lugar de ver películas en el ordenador cada noche.

A medio plazo, estoy dándole vueltas a volver a mudarme. Esta vez al sur. Muy al sur. De momento, la idea es Cape Town. Pero no quiero irme sólo. Tengo que llevarme algún amigo de aquí. Ya veremos si soy capaz de convencerles. Soy libre, nada me ata realmente a Amsterdam, y puedo permitirme hacerlo. Sólo me hace falta un poco de coraje. Espero encontrarlo.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Essaouira, un fuerte portugués protegiendo una medina y una playa infinita para prácticar Kite mountainboarding.

Nota: Si estaís pensando hacer un viaje a Marruecos, os recomiendo que visitéis la guía de Marruecos que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

Además también podéis consultar las guías de Fez, Marrakech, o Casablanca.


La luz es siempre límpida y clara en Essaouira. No son los siete de la mañana cuando resbala por el zócalo de la ventana y empieza a acariciarte suavemente. Levantarse así es sencillo. Simplemente te incorporas, te calzas las sandalias y vas hasta la cocina para tomar un zumo de naranja. Nada te preocupa, tienes tiempo y sabes que te espera un día en el que te vas a dedicar a hacer algo que realmente amas.

Te asomas a la ventana y tienes que cerrar los ojos. Otro día más, piensas, de magnífico cielo azul, sol y, estas casi seguro, viento del norte de unos veinte nudos.

Sales al pequeño balcón del apartamento que has alquilado, por muy poco dinero, y compruebas que efectivamente las banderas del paseo ya están moviéndose alegres, bailando e intentando alejarse del mástil que las retiene. Sólo son las 7.30 y ya están así, piensas, eso es que va a ser un buen día para volar las cometas. Probablemente la “cult”de 3.5, aunque igual me atrevo con algo más grande.

Vuelves a la cocina y terminas el desayuno, va a serla única comida no marroquí del día. Huevos, tostadas y fruta. Cuando terminas te pones el bañador y las zapatillas y sales a correr a la playa. En un extremo de la bahía está la medina, con sus blancas casas y su muralla portuguesa.

Le das la espalda pensando que cada día que pasas aquí te parece aún más bonita. Enfrente de ti, la playa, de arena blanquísima, fina, dura y plana. Perfecta para correr. Nunca la has terminado porque tiene más de 20 kilómetros y luego hay que volver. El único problema de correr aquí es que a la ida tienes el viento a favor y a la vuelta maldices tu optimismo habitual cuando tienes que regresar, apretando los dientes, luchando contra un muro invisible que frena tu ritmo constantemente.

Regreso a “casa” sudando pero feliz. Voy directamente a la ducha. Si hiciera un poco más de calor me bañaría pero estamos en diciembre, y aunque hace muy buen tiempo comparado con España, el atlántico esta frío. Leo tranquilamente durante una hora. Como no, un libro de Paul Bowles, el escritor que me hizo enamorarme de Marruecos incluso antes de haber venido.

Cunado calculo que deben ser las doce y pienso que el viento habrá alcanzado su máximo nivel, preparo la mochila con las cometas y el mountainboard. Sí, ya sé que ahora mismo todo el mundo esta loco por el kitesurfing. Pero, ¿quién ha dicho que tengamos que ser todos iguales o que nos tengan que gustar las mismas cosas?

Llego a la playa en dos minutos. Esta casi desierta. Se ve a lo lejos algún turista paseando y detrás de ellos los chavales del pueblo que intentan venderles paseos a caballo. A mí ya me dejan en paz. Ya me conocen y saben que el caballo que necesito es el mismo que sostiene a las gaviotas lánguidamente sobre el puerto.

Dejo la mochila y el mountainboard en el suelo, saco el anemómetro y hago mi ritual particular. Calculo la velocidad del viento. Estamos en 20 nudos con rachas de hasta 25. Me agacho en sucesivas ocasiones, cojo montoncitos de calidad arena y la dejo escurrir entre mis dedos para comprobar la dirección. El día parece perfecto porque además el viento ha rulado y ahora viene del interior, lo que significa que voy a poder navegar un lado a otro de la playa y mirando al mar que es lo que más me gusta. También observo el cielo en busca de nubes sospechosas. Adquirí la costumbre cuando vivía en Holanda (siempre hay nubes en Holanda). Aquí no hace falta, pero es un buen hábito.

Saco la cometa. Mi preferida. Es granate y azul, con una franja blanca separando ambos colores. Me la regalaron tras mi accidente y nunca me ha dado el más mínimo susto. De todas las que tengo, es la de comportamiento más noble. Me alejo unos 25 metros en ángulo casi recto con la dirección del viento con la cometa en una mano y las vías en el bolsillo de atrás. Arrodillado, desdoblo la cometa primero de un lado, siempre el derecho, poniendo montones de arena en el labio inferior de la cometa para que quede varada. Vuelvo a sorprenderme de lo que me gusta la sensación de meter las manos en la arena y dejarla escurrir lentamente. Repito la operación con el lado contrario.

A continuación fijo, con un sencillo nudo de alondra, los extremos de las líneas principales y frenos a la cometa. Vuelvo sobre mis pasos desenredándolas completamente hasta llegar dónde había dejado la mochila. Coloco los mandos. Antes de ponerme los “leash” de seguridad oteo una vez más el horizonte, recojo todo en la mochila y me la pongo en la espalda.

Todo está en su sitio. Ahora sí. Me coloco alrededor de las muñecas los leash, levanto suavemente los mandos incorporándome al mismo tiempo y con un sutil movimiento, adelantando las muñecas y dando un ligero paso atrás, la cometa se libera de al arena y se infla inmediatamente. El sonido es preciso. Es cómo si respirase. Rápidamente se lanza hacia arriba. Como un cohete se coloca en el cenit y, simplemente insinuando un poco de resistencia con la mano derecha, la cometa se clava justo encima de mí.

Siempre hace lo mismo y yo aprovecho el momento para respirar y relajarme antes de empezar. Aunque pueda parecer tonto los siguientes minutos me dedico a comprobar que todo este en orden. Hago una serie de figuras en el lado derecho, las repito en el lado izquierdo. Siempre evitando la ventana de potencial principio. La cometa tira. Claro que lo hace. Es una cometa de tracción. Pero esta tan bien diseñada y se maneja tan fácilmente que es sencillísimo mantenerla en las zonas seguras (los laterales y el cenit).

Hago un par de trucos más cruzando esta vez la ventana de potencia. Hago un par de saltos, llevando la cometa rápidamente de un lado a otro, corriendo en dirección contraria y tirando fuerte del mando de ese mismo lado cuando la cometa te ha sobrepasado. Lo he hecho un millón de veces, pero la sensación de cuando los pies despegan del suelo, siempre me hace feliz. Es como tener una regresión a la infancia. Lo repites una y otra vez y no pierdes la capacidad de emocionarte.

Llevo la cometa al cenit una vez más y me preparo para montar en el mountainboard. Esta a una par de metros de mí. Me acerco, mirando al suelo, mientras sigo manteniendo con pequeños movimientos de dedos la cometa sobre mí. Meto uno de los pies en el estribo del mountain. Con unos cuantos movimientos de tobillo lo hundo hasta que queda completamente enganchado. Por un momento vuelvo a mirar la cometa y la estabilizo. Monto el segundo pie en su estribo. Respiro y empiezo a bajar un poco la cometa para coger la velocidad. Los momentos más difíciles son los primero, hasta que coges la inercia y puedes colgar un poco tu cuerpo para contrarrestar la fuerza del viento.

No tienes que hacer fuerza sólo dejar bien estirados los brazos y dejar que tu peso haga el trabajo. Los primeros metros voy despacio, llevando la cometa muy alta, pero en seguida la bajo un poco más y empiezo a hacer ochos con ella. No hace falta hacerlos muy largos porque hay viento de sobra y a los pocos segundos la velocidad es considerable.

La siguiente media hora me dedico a dejarme lleva por el viento. No intento trucos ni ceñir contra el viento. Mi único interés es disfrutar, sentir el viento, el sol en mi cara y sentirme libre. Recorro unos diez kilómetros en los cuales me he cruzado con no más de tres o cuatro paseantes. Todos me miran con cara de envidia. Probablemente porque ven mi cara de felicidad.

Inicio el camino de regreso, en el camino, practico trucos de derrape e intento pequeños saltos. Todavía no lo domino y desde luego ni me atrevo a pensar en hacer mortales adelante o hacia atrás como he visto hacer en los videos de youtube. Además desde que me rompí la clavícula he decidido disfrutar sin arriesgar demasiado. La cult se comporta maravillosamente, como siempre. Esta vez paso de largo mi apartamento en el extremo del paseo y decido llegar hasta el mismo pueblo. En las inmediaciones hay algún kitesurfista que esta preparándose para entrar al agua. Nos saludamos con la mano. Desde el paseo unos niños del pueblo hacen gestos a sus madres señalando el mountainboard. Estoy seguro de que están intentando convencerlas de comprarles uno.

Durante una hora más me dedico a ceñir, derivar, y aprender a navegar a favor y cortaviento. Hoy el viento es muy favorable, pero es necesario aprender a ir en todas direcciones para cunado el viento es perpendicular a la playa y tienes que ir siempre ciñendo y remontando.

Sudando y agotado, decido parar y bajar la cometa al suelo. Además una punzada en mi estómago me recuerda que son más de las tres de la tarde y que no he comido nada desde el desayuno. Recojo la cometa rápidamente y me marcho al puerto. Como en un puesto de pescados fritos por unos tres euros. Los barcos salen diariamente y, por tanto, los pescados son realmente frescos. Cuando termino voy a la plaza y me tomo un té. El camarero aburrido ante la falta de turistas se sienta conmigo y charlamos. Me ha visto en la playa y me pregunta por la cometa. Le propongo que venga un día conmigo y que yo le puedo enseñar. Sin embargo él no parece tenerlo muy claro y mira de reojo al mountainboard como si fuera un artefacto prodigioso y peligroso a partes iguales.

Cuando termino, voy al mercado de la medina. Compro verduras, especias y pollo. Esta noche me quiero cocina un Tajin. Vuelvo a casa paseando tranquilamente. Por un momento tengo la tentación de volver a la playa para sacar la cometa grande ahora que ha bajado un poco el viento. Descarto la idea enseguida. Estoy un poco cansado y tengo que escribir un rato antes de ponerme a preparar la cena.

Ya en el apartamento, me descalzo y pongo ropa cómoda. Me preparo un café y me siento en el ordenador frente a la ventana. Antes de empezar, voy a la cocina y empiezo a preparar las verduras y la patatas a fuego muy lento. Toda la casa se inunda de olor a aceite de oliva y especias. Escribo durante unas tres horas y media, aunque mi mirada se ha desviado muchas veces a la playa y al pueblo que se divisa al fondo hasta que se ha hecho de noche.

Cuando termino llamo a mi novia que no ha podido venir. Le cuento mi día y me parece que no hubiera hecho nada especial. Sin embargo, ¡cómo me gustaría que fueran así todos mis días!.

Pongo un poco de música, y ceno tranquilamente con una copa de vino. El Tajin ha tardado más de tres horas en hacerse, pero ha valido la pena. Leo un rato y enseguida me voy a la cama. Son las once de la noche y, para Marruecos es muy tarde. Mañana probablemente repetiré el horario, aunque también tengo que ir a cortarme el pelo y, si estoy muy caprichoso igual me animo a ir al hamann a que me den un masaje. Me quedo dormido en escasos minutos. No estoy cansado, pero sí absolutamente relajado.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Varios meses sin escribir y sin viajar

Claro, el nombre de este blog lo decía todo.. "año sabático" era un blog que tenía poco sentido si volvía a trabajar (como efectivamente tuve que hacer).
Además este blog pretendía serlo de viajes y llevo casi un año sin viajar, lo que se dice viajar, mochila a la espalda.

Sin embargo, ultimamente me ronda la cabeza volver a retomar la costumbre de escribir en el algunas entradas semanales. Lo echo de menos pero, dónde encontrar el tiempo?

de momento, y para romper el hielo, voy a linkear el blog de mi amigo Marko. Sí, mi compañero de viaje en las últimas semanas de India va ahora a recorrer Turquía. Aseguradas magníficas fotos. Eso sí, evidentemente es inglés.

Yo lo voy a leer avidamente recordando lo divertido y estimulante que es calzarte las botas por la mañana, visitar bazares, ir a comprar tickets de tren, mirar y remirar el mapa, hablar (e incluso a veces discutir) con los comerciantes que te quieren vender cualquier cosa y, sobre todo, descubrir nuevos horizontes en los que siempre has soñado estar.

Este es la dirección de su blog. Que lo disfruten.

http://markointurkey.blogspot.com/

jueves, 24 de abril de 2008

Cumplido un año de vida en Amsterdam

Nota: Si estaís pensando hacer un viaje a Amsterdam, os recomiendo que visitéis la guía de Amsterdam que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com

Es dificil ser sistemático cuando se escribe tan poco en el blog. Lo primero es explicar el porqué de tantos días sin escribir. No, no es nada malo, como cuando me rompí la clavícula. Simplemente, tengo la linea de internet de casa estropeada y no he tenido tiempo de ir a UPC, cosas que tiene el volver a tener una vida laboral.
Sigo viviendo en el mismo sitio, pero ahora lo hago con una amiga italiana que, por circunstancias que no vienen al caso, necesitaba un nuevo sitio en Amsterdam donde vivir. Vamos a buscar un apartamento nosotros dos juntos, o quizá, con otros dos amigos (Mexico y Finlandia), una casa grande con Jardín, para aprovechar ahora que, por fín, empieza el buen tiempo.
Por lo demás, llevó dos semanas metido todo el fín de semana en la playa con las cometas y el mountainboard. Sergio, el Mexicano, esta mñas enganchado que yo, y estamos pensando comprarnos un equipo de segunda mano para kitesurf a medias. También estoy escalando bastante y, a pesar de mi nefasta calidad como escalador, ya estoy empezando a hacer alguna vía un poco más dificil. También he estado patinando bastante veces, con el Mexicano y una Holandesa que he conocido en la playa y que se rie de mí cunado intento decir algo en Holandés.
En cuanto a la vida nocturna he tenido pocas salidas. Unicamente el descubrimiento de un club chiquitín (The Flex) cerca de mi casa. Este fin de semana vuelve a ser el Elevator Passion (la fiesta de Minimal Techno a la que voy el ultimo sabado de cada mes).
Culturalmente, tampoco tengo muchas novedades, pero si algunos proyectos. Como parte de mis amigos estan trabajando o estudiando en cosas relacionadas con el diseño y el arte, estamos pensando (y escribiendo) alguna cosa que tiene que ver con la musica electronica, la literatura e imagen. Esta tan verde, que no se puede contar nada, pero espero que salga adelante. Además he vuelto a recuperar el hábito de ir a comprar libros de segunda mano al mercado. Ahora estoy con un par de ellos de Joseph Conrad.
Me gustaría seguir escribiendo sobre viajes, pero aquí, en el trabajo, no tengo suficiente intimidad ni concentración para poder hacerlo.
Pues haciendo todas estas cosas, el día 18 de este mes se cumplió un año de vida en Amsterdam. Me parece que ha pasado un suspiro y una eternidad al mismo tiempo. La prueba de mi completa adaptación fue que ayer conseguí ir desde el Albert Cuypstraat hasta mi casa, montado en una bici y llevando otra en paralelo. Y sin caerme!!!. Ningún ser humano no holandés, a no ser que este muy "holandesizado" es capaz de llevar a cabo semejante proeza de equilibrio y coordinación.
Bueno, intentaré postear más habitualmente. Por los amigos y familia que lo leen y se enterán así de lo que voy haciendo, y, sobre todo, porque siento que me falta algo cuando no escribo habitualmente.

viernes, 11 de abril de 2008

Mala Memoria

Hay veces que tener mala memoria no tiene mucha importancia. Sin embargo, en otras ocasiones, cuando te das cuenta de que has olvidado algo importante, te darías de cabezazos contra la pared por ser tan despistado (vease: desastroso, egocéntrico, etc, etc...)
Sobre todo duele, cuando piensas en esa persona cada día y, sin embargo (otra vez esa maldita expresión), cuando tenías que recordar esa fecha y llamar, pues sencillamente se te olvida. A mi me hubiese molestado mucho no recibir esa llamada. Pero más que molestarle creo que a ella le dolió. Espero que me perdone y que el correo, mensaje en el contestador y post en el blog puedan compensar un poco.
Felicidades y muchos besos desde Adam!

viernes, 4 de abril de 2008

Casi dos semanas sin escribir en el blog

Llevo casi dos semanas sin postear en el blog. Entre semana, entre el trabajo, gimnasio y vida social no queda mucho tiempo. El fin de semana pasado realice la proeza (a mi edad) de salir viernes y sabado consecutivamente. Muy divertido, pero agotador. El sabado tuvimos una nueva edición del elevator Passion. Hubo momentos de estos que, nos mirabamos unos a otros, y no nos podíamos creer que estuvieran pinchando tan buena música.
El sabado, además, estuve volando las cometas con una amigo Mexicano que esta enganchado. Se había hecho de noche y el seguía correteando por la pradera intentando trucos y subirse al patín para rodar un poquito. Luego, mientras recojiamos las cometas un Holandés, grande, rubio y con pinta de pijo, nos intento robar el mountainboard (patín). Tuvimos que salir corriendo detrás de el pero, al menos, nos pidio perdón. Ladrón, pero educado.
Esta semana tengo visita. Mis Padres van a estar diez días en casa. Llegarón el miércoles a Bruselas desde Zaragoza. No es un buena alternativa, porque se tarda luego cinco horas en llegar a Amsterdam, pero al menos aproveché para ir la noche antes y ver a Kim y Babette (mis amigas de India). Me prepararon la cena, me regalaron flores (mi primera vez) y bebimos champagne.
En el trabajo, como ya estoy más suelto, ya me puedo permitir escribir a ratiros en el blog, aunque todavía no estoy preparado para un capitulo de Panamá entero. A ver si este fín de semana saco un rato y puedo empezar.

lunes, 24 de marzo de 2008

Rumbo a Panamá

Nota: Si estáis pensando hacer un viaje a Panamá, os recomiendo que visitéis la guía de Panamá que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

Exactamente un año más tarde, el día 8 de agosto de 2006, poníamos de nuevo rumbo hacia Centroamérica. Esta vez, el destino principal elegido era Panamá, pero, como nos habíamos quedado el año pasado con la espinita clavada de no poder visitar Corcovado, habíamos decidido dedicar cinco días de este viaje para volver a Puerto Jimenez (Costa Rica), nuestro paraiso particular.
Atrás había quedado un año demuchísimo trabajo y estrés. Las cosas habían ido, objetivamente, razonablemente bien. Teníamos muchos clientes, un equipo de unos diez consultores trabajando en proyectos y unos resultados económicos aceptables para ser una únidad de negocio creada de la nada.
En lo negativo, un ritmo de trabajo cada vez mayor, un Director que en vez de ayudar se dedicaba a desmotivar a las personas que estaban esforzándose en sacar las cosas adelante y, en gneral, la sensación de que, en el fondo, yo quería estar en otro sitio y haciendo otras cosas.
Durante el año, me había forzado en empezar a hacer otra cosas fuera del trabajo. Me compré unos patines y fuí casi cada día al parque del retiro, a escasos cinco minutos de mi casa, por la noche. A base de práctica llegué a conseguir tener un nivel aceptable, e incluso la gente me miraba cuando pasaba haciendo alguna "cabriola". Mis amigos se reían, por que yo les intentaba explicar lo feliz que me sentía cuando patinando hacia atrás escuchaba musica electrónica con mi Ipod. Desde luego me sentía mucho mejor que cuando firmaba un nuevo contrato.
También iba a correr bastante para recuperar la forma física. Lo hacía tanto en Madrid, también en el retiro, como cuando viajaba para ver a mis clientes. Recuerdo con especial ilusión las carreras por la Playa de san Lorenzo en Gijón o en la del Sardinero en santander. En la primera de ellas además, fue dónde por primera vez que ví a un chico con una cometa de tracción y un pátín, rodando por la arena. Pasarón algunos meses hasta que me decidiese a incluir esta afición en mi lista, pero ya desde entónces tenía el gusanillo, y no hacía más que buscar videos en youtube e información en webs especializadas. Tenía que aprender a hacer eso como fuera.
Además había dejado de fumar apenas un mes después de volver de Costa Rica. Si quería cambiar de vida y disfrutar de una nueva vida, tenía que liberarme de ese yugo, y volver a sentir que el cuerpo respondía a las ganas de hacer cosas.
Para completar la colección de cambios, vendí mi coche y me compré una bicicleta de montaña. La usaba para hacer deporte los fines de semana y para manejarme, a pesar de el riesgo enorme que ello implica, por Madrid.
Muchas personas de mi entorno observaban estos cambios con curiosidad divertida. Total, pensaban ellos, todavía tiene una vida convencional, trabaja y no hace daño a nadie si le gusta patinar de espaldas escuchando música electrónica. Así que todavía no surgió la alarma. Sin embargo yo ya tenía prácticamente decidido lo que quería hacer. Quería dejarlo todo. Pero no iba a tomar la decisión antes de las vacaciones. Quizá, me decía, esta sensación de ganas de libertad y de tener tiempo para dedicarme a mí mismo, tienen que ver con que estoy muy cansado de todo el año. Quizá las vacaciones me hagan ver las cosas con más claridad.
De todas formas, hablé con mi Director y le advertí de mis intenciones y de que después de volver, probablemente tomaría la decisión de no seguir en la compañía.
Con este ánimo, preparé el viaje a Panamá, mirando guías y páginas webs durante todo el mes de Julio. Este año viajaríamos en transporte público, para poder tener más contacto con la población local. Además otro cambio, sería que visitaríamos menos sitios y tendríamos más tiempo. Habíamos comprado billetes con ida el 8 de agosto y vuelta el 31, así que eran tres semanas, y solamente ibamos a recorrer Bocas del Toro, un archipielgo en el caribe,, Guadalupe, un pueblo a 2000 metros de altitud junto al volcán Barú, Corcovado (en Costa Rica), y, como mucho, un sitio más a decidir sobre la marcha.
Lo que sí que hicimos, fue volver a reservar por adelantado los hoteles. Además, y dado lo cansados que estabamos, no reparamos en gastos y, sobre todo en el caso de Bocas del toro, buscamos un sitio de auténtico lujo, para relajarnos y disfrutar del merecido descanso.
Afortunadamente, en el último año, centroamérica se estaba popularizando como destino turístico en España, y, en contraposición con el año anterior que fue imposible encontrar vuelos directos, ahora podíamos elegir entre Iberia y Air Madrid (por aquella época aún sobrevivía). Elegimos el vuelo de Iberia (sobre unos 700 euros) y, aunque seguía haciendo escala en Miami, pasamos de las más de veinte horas a tan "sólo" doce.
El vuelo salía las ocho de la mañana. Nos levantamos muy pronto con una ilusión tremenda. Ni siquiera hubiese hecho falta ponernos despertador. Mientras desayunabamos en el aeropuerto no nos podíamos creer que había llegado el día. Por fín. Tres semanas de libertad. Otra vez en centroamérica. Además, esta vez, el viaje iba a ser aún más auténtico porque teníamos mas experiencia y habíiamos planeado completar el descanso con muchas actividades físicas. Yo me veía a mí mismo corriendo por en medio de la selva y haciendo kayak de isla en isla.
Nos cogemos de la mano, subimos al enorme 747 de Iberia, buscamos nuestros sitios y nos preparamos para disfrutar de cada momento de las próximas semanas. Allá vamos ya nadie nos puede parar, advirtiéndonos de alguna reunión pendiente, o contrato por firmar. Adios, adios!! prometo tener el móvil apagado siempre!!

domingo, 23 de marzo de 2008

Día 13; Regreso a San Jose

El regreso a San José alternó momentos de melancolía con otros de sonrisas y complicidad. A veces, nos mirabamos a los ojos y nos poníamos a hablar de Puerto Jimenez (nuestro sitio favorito), pensando lo que nos gustaría quedarnos, al menos, unos cuantos días más.


Pero al día siguiente teníamos que tomar un avión (martin air), con escalas en Miami y Amsterdam, y destino final Madrid. Más de veinte horas de avión. Una auténtica paliza.


Para llegar a San José antes de que anocheciese, salimos bastante temprano. Estabamos muy lejos, a más de doscientos cincuenta kilómetros, así que convenía darse prisa. El primer tramo del viaje recorrimos la Península de Nicoya. Cruzando lo que en Costa Rica se denomina el bosque seco. Comparado con españa el paisaje es absolutamente verde. Pero es verdad que no hay tanta humendad y que, a pesar de estar todo lleno de vegetación, esta no es tan frondosa.

Al finalizar, la península, se cruza por un puente enorme de metal, hacia la región de Puntarenas. Desde ahí retomamos la sempiterna carretera interámericana, verdadera columna vertebral del país.

Las horas pasaban a golpe de escuchar ballenatos y raegueton en el coche. Casi hasta le había cogido el gustillo y, desde los primeros días del viaje, ya no habíamos vuelto a utilizar mis flamantes Ipod y altavoces portátiles. La música electrónica no encaja bien con centroamérica.


Como única anécdota destacable y, por cierto, bastante desagradable, tuvimos un "pique" con otro conductor (Porsche Cayenne) que se dedicó, no se muy bien porqué a echarnos las luces, pitarnos y tras adelantarnos, ponerse delante y frenar. Al final me paré en un lado del arcén, pero el me vió e hizo lo mismo. Ninguno de los dos saimos del coche, pero, cuando me volví a poner en marcha, el volvió a bloquearnos. Al final en un crucé nos el tomo una dirección y nosotros, afortunadamente otra.

El único "problema" que habíamos tenido en todo el viaje, nos lo habíamos encontrado con un conductor de un Porsche. Que ironía. Cuando muchas gente piensa que el peligro puede venir de la gente que no tiene nada, mientras que les parece que la educación y el comportamiento cívico es patrimonio de las gentes pudientes. Pués evidentemente ni lo uno es seguro, ni lo otro es cierto. Costa Rica desde luego no nos ha parecido un país pobre. No lo es. No se puede comparar copn Europa, pero en su entorno es de los más prosperos y, aunque se ven familas modestas, la pobreza extrema es prácticamente inexistente.

La población vive razonablemente bien y el turismo esta suponiéndo una fuente de ingresos muy importante. Además, aunque se estan cometiendo algunos abusos en su desarrollo, en general existe una conciencia bastante fuerte de la necesidad de establecer un modelo de desarrollo sostenible. Es el país del mundo con más porcentaje de territorio protegido. Los ciudadanos son absolutamente escrupulosos de no tirar basura e intentar mantener el país lo más limpio posible (contrariamente a lo que vimos un año más tarde en Panamá).


Viajar por Costa Rica es cómodo (excepto por las malas carreteras) y seguro. Pares dónde pares, a tomar una cerveza, comer o simplemente descansar un rato, la gente es amable y cariñoza. Sobre todo con los españoles. La comida no es una maravilla, pero yo recuerdo algunos ceviches (mi plato latinoaméricano favorito) deliciosamente frescos.


Cuando estabamos a unos 70 kilómetros de San José, y todavía de día, nos encontramos con una nueva experiencia "tica". Un atasco. Como siempre habíamos circulado por zonas alejadas a la capital, no nos creíamos que esto fuera posible. Pero allí estabamos. Atrapados en una enorme cola que duró los siguientes cuarenta Kilómetros. Más de dos horas tardamos en entrar en la ciudad. Nos costí encontrar el hotel, que estaba en las afueras, cerca del aeropuerto.


Yo estaba muerto de tanto conducir. A pesar de que era tarde me dí un baño en la piscina para relajar los músculos. Pensamos en bajar al centro, peor al final lo descartamos. cenamos tranquilamente en el hotel y nos fuimos a dormir pronto. Seguíams teniendo la misma sensación. por una parte stabamos felices de todo lo que habíamos visto y sentido, pero, por otra, nos quedaba la pena de tener que irnos tan pronto. Mañana se cumplían las dos semanas desde que llegamos. Nos parece que podríamos haber estado dos semanas en puerto Jimenez perfectamenteme sin aburirnos ni un momento.

Para animarnos, nos promeemos a nosotros mismos que volveremos pronto. Por culpa de mi golpe en la rodilla, no pudimos hacer la marcha en el parque nacional Corcovado, y eso es algo que debe merecer la pena hacer. Lo malo es que, como todo "buen" trajador, toca soportar doce meses de dura faena, pero disfrutar unos cuantos días. No tiene mucho sentido, pero es así. ¿o no?.

Nos quedamos dormidos escuchando el ruido de la selva. En Costa Rica incluso a pocos kilómeros de la capital se puede disfrutar de esa relajante sinfonía compuesta por monos aulladores y pajaros de todo tipo. mañana sólo nos queda devolver el coche y tomar el avión, así que prácticamente ya nos hemos despedido de Cosa Rica. Hasta pronto. Nos volveremos a ver.

sábado, 22 de marzo de 2008

Días 11 y 12 Sol, Playa y amor en Playa Tamarindo.


Para que nos vamos a engañar, nuestras actividades básicas los siguientes dos días en Playa Tamarindo fueron; tomar tranquilamente el sol, bañarnos, darnos besos y hacernos videos románticos, de esos de los que uno nunca cree que hará (menuda cursilada!), pero un día se descubre a sí mismo encantado de ser el protagonista e uno de ellos.

Visto con la distancia, tengo la tentación de decir que ójala no los hubieramos hecho (duele ver alguno de ellos), pero luego, al instante, me digo que es una tontería y que es bueno recordar los momentos de felicidad que uno ha tenido.
También descubrimos un restaurante magnífico en la playa en el que preparaban, aunque a precios un poco elevados, magníficas ensaladas y shashimi de atún. Nos pasamo allí, tanto para comer como para cenar, los dos días.

En los alrededores, había algunas playas, que se suponía, estaban entre las mejores de centroamérica. Destacaba una que se llamaba Playa Conchales, por que en vez de arena, lo que conforma la playa son millones de pequeñísimas conchitas de todo tipo de crustaceos. Sin embargo, y aunque me da un poco de verguenza decirlo (vaya par de aventurero!), no fuimos a ninguna. Nos habían dicho que las pistas para llegar a ellas eran dificiles, y yo ya estaba muy cansado de conducir.

Aquellos dos días, recorrimos el pueblo, fuimos a la playa y salimos a tomar alguna copa al bar de moda del pueblo. Todo de absoluto "relax". En comparación con el resto, Playa tamarindo, es un sitio bastante explotado turísticamente. Hay muchas tiendas de souveniers, de ropa, algún hotel lujoso, restaurantes e incluso bares de copas para los turistas, la mayoría surferos y norteamericanos.

Apuramos aquellos días con un ansia total de descanso. Sabíamos que a la vuelta de estas cortísimas vacaciones nos esperaba, el estrés, las jornadas de doce horas de trabajo, los viajes constantes en avión para llegar a reuniones, presentaciones, firmas de contratos, etc... No es que no me gustase mi trabajo (y a Raquel le pasaba lo mismo) sino que el nivel de exigencia y presión era tan alto, que en vez de un trabajo, se había convertido en una esclavitud. Incluso cuando se suponía que estabas teniéndo éxito, la cosa no mejoraba sino todo lo contrario. Morir de éxito dicen... pues sí, eso es lo que yo sentía en aquel momento. Y además estaba seguro de que si seguía el mismo camino, cada vez sería más dificil liberarme.



Aquellas vacaciones, aunque cortas, nos habían servido para realmente desconectar del mundo "real". Es más, se había abierto camino en nuestras mentes la idea de que esto, la felicidad, el disfrutar de pisar descalzo sobre la arena, los viajes, conocer nuevas cosas, ver atardareces mientras escuchas el sonido de la selva, debería ser la vida normal, y no lo otro. Sabíamos que teníamos que volver, claro. pero cuando nos mirabamos a los ojos, los dos entendíamos que algo había sucedido en nuestro interior en ese viaje. realmente teníamos la tentación de quedarnos. dejarlo todo y seguir el viaje. No lo hicimos, pero lo apuntamos en nuestra agenda y empezamos a preparar nuestras "fuga".

Un año y un par de meses después, tras otro viaje a Panamá, yo dejé el trabajo. En los siguientes meses, me compré unos patines y una bici, vendí mi, hasta entoncés, amado coche. Al poco tiempo empecé con las cometas, la escalada. Retome mi habito lector y, en definitiva, empecé a darle prioridad a las cosas que me gustaban hace a mí, frente a mi supuestamente "brillante carrera profesional". Además, poco a poco, empecé a sustituir algunos de los valores tradicionales, en los que me habían educado y en los que había creido por otros. Cada vez me importaba menos lo que la "gente" (etendido como la presion sócial) pensase. El dinero o la posesión de cosas (casa, coche, contrato indefinido) pasaron a parecerme cosas absolutamente innecesarias. Sin embargo, el ser capaz de cumplir algunos sueños, sí que me parecía un objetivo por el merecía la pena esforzarse.

Tener tiempo. Tiempo para hacer cosas que uno disfruta haciendo. Eso es lo que necesitaba. Tiempo y energía para, en primer lugar, imaginar sueños y, en segundo, llevarlos a cabo. Raquel y yo nos mirabamos y nos entendíamos. Habíamos sido tan felices estas casi dos semanas, que casi no nos creíamos que fuera posible.

domingo, 16 de marzo de 2008

Día 10: Playa Coco

Para terminar el viaje (solo nos quedaban cuatro días), habíamos decidido elegir un destino de playa en la Peninsula de Nicoya. Esta zona es un poco más turistica que el resto, pero se supone que cuneta con las mejores playas de arena blanca.
Entre ls muchas opciones, habíamos elegido Playa Coco, para los dos primeros días, y Tamarindo, para los dos últimos. Como nuestro destino estaba lejos, unos 150 kilómetros "ticos", por la mañana desayunamos pronto y nos ponemos rápidamente en marcha.
El viaje transcurre por carreteras bastante buenas, pero muy transitadas de camiones. Yo empiezo a estar ya cansado de conducir casi todos los días de un sitio a otro. Si volviesemos a hacer el viaje, quizá lo plantearía de otra manera, con más pausa.
Sorprendentemente tardamos poco más de dos horas y media, y no son las doce cuando estamos entrando en el hotel. La habitación esta bien, aunque ni por asomo llega al nivel de las últimas. Sin embargo el hotel tiene una pequeña piscina que no hago más que mirar, mietras rellenamos los formularios en recepción, porque hace un calor infernal.
Dejamos las cosas en la habitación hy nos damos un baño. Luego, tal y como vamos, en bañador y cholas, nos acercamos a la playa. La decepción es tremenda. No es fea, y efectivamente es de arena blanca, pero esta muy sucia. Hay pilas de basura acumuladas junto a la arena. Además en medio de la playa hay una desembocadura de un pequeño rio y arrastra tanta tierra, que, junto al agua, más que arena, lo que se pisa es fango. Damos un paseo de aproximadamente un hora, por si en alguno de los extremos la cosa mejorase, pero no es así. Volvemos hacia el pueblo y encargamos comida en un chiringuito con vistas a la playa.
Las imeriales con hielo y un ceviche de camarones nos hacen recuperar el ánimo. Decidimos que pasaremos la tarde en la pisicina (no me apetece conducir a otra playa) y que mañana nos marcharemos a Tamarindo. En la cuenta se nota, que esta zona es más turística. Los precios casi doblan a los de los sitios en los que hemos estado en los últimos días, y al menos triplican los de Puerto Jimenez.
La tarde la pasamos bañándonos y leyendo. Mis dos guías (la Lonely Planet y la Audi) están tan sobadas y releidas que parecen mucho más viejas de lo que en realidad son. El hotel tiene un pequeño casino que le da un aspecto un poco decadente. Hay algunos turistas mayores, que viajan solos, y se pegan la vida sentados enfrente de una ruleta o cualquier otro juego. Las camareras / croupieres aguantan con una sonrisa sus miradas lascivas.
Pensando un poco en ello, nos damos cuenta de que hemos conocido a muy pocos ticos. La conclusión a la que llegamos es que, viajando con coche particular, se dan pocas oportunidades, y decidimos que el año próximo, haya dónde vayamos, lo haremos en trasnporte público.
Por la noche cenamos en el restaurante del hotel. No nos apetece jugar a nada claro, pero decidimos pedir unas copas que por otra parte son extremadamente baratas. probablemente sea una estartegia para que, una vez animado por el alcohol, te dejes llevar en el juego. Con nosotros no funciona. Pedimos una copa tras otra y terminamos bastante borrachos, pero en vez de por el juego, nos da por otras cosas. Nos marchamos tambalenates. A duras penas alcanzamos la habitación.
A la mañana siguiente descubrimos que dejamos las llaves en la puerta por fuera. Y nadie vino a llamarnos la atención, a pesar de que no fuimos los clientes más discretos. Todo un éxito.

sábado, 15 de marzo de 2008

POST 200

Es dificil escribir algo acerca del post 200 en un dia de resaca. Anoche, como viene siendo habitual en los ultimos tiempos, me lie al salir del trabajo con algunos compañeros del "training". Luego me junte con los españoles de mi equipo, y finalmente, como no habia quien me metiese en casa, con Jose, Simmone y un belga al que le di mucho la chapa. Conclusion. Borrachera. Parada en el Lucky corner, a comprar un "megextrasupercheeseburger", y noche de sueños extraños.


No tengo mucho dolor de cabeza, lo cual es muy importante teniendo en cuenta que se me acabaron los paracetamoles, y no se dónde demonios esta la farmacia más cercana. Acabo de poner música de Johann Johannsonn (IBM 1401 a user's manual), que es un genio, preparado un café y creo estar en el "modo" adecuado para escribir algo acerca de estos ultimos 100 nuevos post.


Cometas, viajes, clavicula rota, vida en Holanda, momentos perfectos encima de una bici, algun bajón de animo, proyectos de vida, busqueda de trabajo, sesiones de musica electronica el la sala Habana y en el Getaway, vistas recibidas, navidades en España. Casi cincuenta post sobre India. Incluso a mi, que soy el autor, me falta valor, para volver a leermelos y corregirlos. Además tengo un recuerdo agridulce cuando pienso en India. Dificil de explicar, y menos publicamente. Revisando los post son los temas que han ocupado los últimos meses de mi vida.


En ese tiempo he conocido a muchas personas, ademas de consolidar la relacion con Indha, Ashley, Veli, Marja, Sergio, y los españoles, sobre todo, con David y Jose (a Simmone ya la cuento como española). En el training hicimos muy buenas migas las dos italianas (Giuliana y Rita), Israel, Erwan (francés) y el que escribe. En el trabajo son un monton, así que no voy a nombrarlos, pero también me han acogido muy bien. Del viaje a India conservo la amistad de Marko, Kim y Babette (aunque a esta ultima es impsible de tenerla mas de cinco minutos delante de un ordenador chateando). También Akiko y Hiromi (a quien, por cierto, le debo un mail). A esta lista podria sumar muchísimos nuevos conocidos. No se pueden contar como amigos, pero sí como gente con la que he pasado momentos agradables.

Obviamente la vida no es una carrera por conocer más gente, pero es algo que me está sucediendo, en esta etapa de pseudouniversitario que estoy llevando, y que considero que me aporta cosas.

Claro que nada es perfecto. Que echo de menos algunas cosas que antes tenía y, sobre todo, a alguna persona. También hay cosas que quiero para mi futuro y no tengo todavía. Pero.... eso, no es malo. Tener objetivos, te ayuda a que la vida sea más interesante. Una cierta insatisfccion moviliza. Aunque claro, si lo llevas al extremo, no te permite disfrutar de lo que ya tienes, eres o sientes.
De momento, y a la espera de encontrar el equilibrio, voy a seguir con la terapia regresiva que estoy realizando últimamente. Voy a intentar buscar algunas respuestas mirando más hacia dentro que hacia fuera. Asi que prepararos para tediosos posts hablando de viajes pasados o pensamientos sin sentido. Algo contaré de Amsterdam, por supuesto, pero ahora con el trabajo no estoy encontrando mucho tiempo para postear, así que en esos temas seré escueto. Bueno. A por otros 100!

sábado, 8 de marzo de 2008

Día 9: Visitando el Parque Nacional del Volcán Arenal

Lo primero que vemos, al abrir los ojos por la montaña, es el volcán coronado de unas algodonosas nubes. Hoy vamos a dedicar el día a visitar el Parque Nacional.
Hay varias opciones para hacerlo. La estandar, consiste en ir en coche hasta el Parque, pagar la entrada, y recorrer a pie varios senderos que hay cerca de la base para ver las coladas, ya solidificadas, de las últimas erupciones.
También nos han dicho que algunos, en el pueblo de Fortuna, se ofrecen a guiarte y ascender por la ladera hasta algunos orificios del volcán. El problema de esta opción, bastante más atractiva, es que son guias ilegales y de que realmente esta prohibido porque es bastante peligroso.
Además hemos visto agencias que organizan en la zona rutas a caballos o con quads y baños termales.
Nos decidimos por la opción estandar. Desayunamos en la piscina tomando el sol y yo, para quitarme el antojo del baño termal, al menos me meto un rato en el jacuzzi.
Llegamos a la entrada del parque en apenas quince minutos de coche. La entrada es bastante cara, oho dolares, para ser Costa Rica. Nos dan instrucciones sobre dónde debemos dejar el coche. Cunado llegamos al parcamiento, un empleado nos advierte que debemos dejar el coche de espaldas al volcán. "Para salir rápido si hubiese una emergencia", son sus palabras textuales. Yo miro y remiro el volcán y no le encuentro tanto peligro.
Junto al parking hay un mirador con mesas desde dónde se tienen maravillosas vistas del monstruo. Hay que reconocer que es enorme y continuamente se oyen pequeñas explosiones y rumor de rocas bajando por la montaña. Hay un grupo de Ticos que no paran de hacer aspavientos a cada explosión. Estamos un rato junto a ellos y podemos comprobar que cada vez les parece más espectacular la cosa y sus demostraciones de júbilo/pánico se acentuan más. La teoría del "umbral sensorial", que reza que un individuo se habitua a los estímulos por repetición de los mismos quedaría completamente en descrédito con esta familia Tica.
Un poco cansados de tanta muestras de alvorozo, decidimos iniciar la ruta. Nos han dado un pequeño plano en la entrada, y los senderos son faciles de seguir. Andamos aproximadamente una hora y media. La primera parte dentro de un bosque bastante cerrado y claustrofóbico, y la segunda, ya viendo el sol, caminando sobre la lava negra que escupió el volcán en los últtimos siglos.
En ningún momento el sendero vira hacia la falda el volcán, manteniéndose a una distancia prudencial, de no menos de un kilómetro. El paisaje recuerda un poco a Timanfaya (Lanzarote), aunque la verdad es que no es tan espectacular como el Parque canario. Cuando llegamos al final del recorrido descansamos un poco. Hace mucho calor y no hay ningún sitio dónde comprar algo de beber o de comer.
Durante una media hora escuchamos las explosiones y el rumor del volcán. Interesante sí, pero tampoco justifica gastar un día entero en el lugar. Nos volvemos hacia el coche. Esta intacto Ninguna roca incandescente voladora lo ha aplastado.
Comemos en la piscina de nuevo, en la que estamos siempre solos, y decidimos dedicar la tarde a holgazanear. Baño, siesta, lectura y alguna sesión fotográfica. Llevamos más de una semana viajando y aunque no estamnos haciendo nada muy físico, yo estoy un poco cansado de conducir por las intrincadas carreteras ticas.
Por la noche vamos al pueblo. Cenamos en el mismo sitio, con abundante cerveza helada. Después nos tomamos unas copas y jugamos al billar. En el pueblo se ven bastantes turistas, sin embargo, en nuestro hotel, que es magnífico, estamos solos.
Volvemos a nuestra habitación. Habíamos pensado estar un día más aquí, pero visto lo visto, y sin poder hacer una ascensión al volcán, decidimos que mañana nos marcharemos y pondremos rumbo a la Peninsula de Nicoya (pacífico norte), concretamente a Playa Coco.
Por segunda noche, nos quedamos dormidos contemplando el halo rojo de la cúspide del volcan arenal y escuchando el constante rumrum de sus activas entrañas.

domingo, 2 de marzo de 2008

Día 8: Volcán Arenal

Geogreáficamente el Volcán Arenal esta muy cerca de Monteverde. No nabrá más de cuarenta kilómetros en linea recta entre ambos lugares. Sin embargo, debido a lo accidentado del terreno y a las carreteras ticas, nos han advertido de que se tarda varias horas en llegar y que debemos salir pronto por la mañana.

Hemos tenido dudas de si quedarnos un día más (al igual que hicimos en Puerto Jimenez) y explorar a pie el bosque nublado, alejándonos del ruido del canopy, pero al final hemos decidido que quedan muchas cosas por delante que visitar.

Nos ponemos en marcha sobre las nueve y media. Desde Santa Elena tenemos que tomar una pista en dirección noroeste hacia Quebrada Grande, un poco más allá, en teoría empieza la carretera que rodea el lago Arenal. Hay otra posibilidad, más corta, pero todo el mundo nos advierte que en temporada de lluvias no se puede pasar.

El camino es precioso, paisajes de montaña y verdor inmaculado. Pasamos por aldeas muy pequeñas en las que los niños corren descalzos por las calles dandole patadas a un balón o simplemente siguiendo el coche por unos segundos, pero siempre riendo. Hay muchísima ganado por las praderas de la zona y parece que la zona abasteciese al país de carne y leche.
Para recorrer los primeros veinte kilómetros tardamos más de una hora. Al final alcanzamos una cosa más parecida a una carretera, porque de vez en cuando hay algún trozo de asfalto, y podemos avanzar un poco más rápido. Descendemos bastante, desde los dos mil metros que estabamos hasta unos seiscientos. El día es radiante y fresco. Aunque hace calor, todo huele húmedo por las lluvias de los últimos días. Las emisoras tocas además nos amenizan el camino.


Llegamos al lago arenal. Es enormemente grande hay que rodearlo por completo, para llegar a las inmediaciones de La Fortuna, que es dónde esta nuestro hotel. La carretera va bordeando una orilla repleta de pequeñas poblaciones, restaurantes y pequeños embarcaderos. También vemos sitios con reclamos publicitarios sobre windsurf. Por lo visto, es un sitio muy indicado y hay muchos americanos que viene aquí a practicar este deporte.

De vez en cunado vemos grupos de obreros arreglando la carretera. En todos estos grupos, siempre hay una pareja que portan grandes machetes, y que se ocupan de despejar la maleza de los bordes de la carretera. En un giro de la carretera, nos encontramos con uno de dichos grupos, que están parados en medio de la carretera y haciendo aspavientos mirando a algo en el suelo. Los macheteros, que calzan altas botas de goma, apuntan a algo con los machetes y dan grandes voces. Todo el mundo para en la carretera. Nosotros también. Apartamos un poco el coche y nos bajamos a ver que pasa.

La cosa es que han encontrado una esmeralda (la serpiente mas venenosa y conocida del país) entre la maleza. la han matado, pero aún así, en sus caras se puede apreciar una aprensión y miedo considerables. Nos explican que su profesión es muy peligrosa porque es muy facil pisarlas. La pobre esmeralda tiene la cabeza aplastada. Tendrá un metro y medio de larga, y una piel parda.

Nos ponemos en marcha de nuevo, dejando a unos veinte Ticos contando historias sobre familiares y amigos que fueron mordidos.

Tras una hora más de conducción, siempre por la orilla del lago, y de preguntar un par de veces, llegamos a nuestro hotel. Esta a unos cinco kilómetros del pueblo y, una vez más, nos sorprende por lo lujoso que es. Es un grupo de siete u ocho bungalows, con una piscina en el centro, un jacuzzi y un pequeño bar junto a la misma.




Nuestra habitación es espectacular. Además tiene un ventanal inmenso de cara al volcán. Por la noche, nos explican, mientras estas tumbado pueden verse pequeñas erupciones de lava roja, descendiendo por la ladera. Despues de instalarnos, nos acercamos un poco más con el coche hacia el volcan y desde una pradera hacemos unas fotos espectaculares.



Cuando nos entra el hambre volvemos, encargamos unos sandwiches y los tomamos en la piscina. Descansamos durante un par de horas bañándonos y tomando el sol. Sobre las seis vamos a un sitio, justo en la ladera del volcán, desde dónde nos han dicho que se pueden ver las erupciones mejor. Lo encontramos justo cunad esta anocheciendo, aparcamos el coche y esperamos tranquilamente. de vez en cunado se oye un murmullo de rocas entrechocando y, efectivamente, cuando oscurece podemos empezar a ver pequeños fuegos artificiales en la cima y como rocas incandescentes ruedan ladera abajo. Estamos a unos cinco kilómetros de la base, y por eso parecen pequeños puntos en la noche, pero calculo que las rocas que descienden pueden tener el tamaño del coche.

No hay ninguna gran erupción, a pesar de lo cual el espectáculo es magnífico. Al rato llega un autobús con turistas y nos estropean la intimidad. Aguantamos un poco más, pero al final decidimos marcharnos.

Cenamos en La Fortuna. En un restaurante mexicano. Nachos con guacamole,. Una tradición que Raquel y yo tenemos desde siempre. Nos bebemos unas cuantas cervezas con hielo, pero decidimos no salir y volvemos a nuestra habitación. Desde la cama se aprecia la corona incandescente del volcán, pero no tan claramente como desde el sitio que estuvimos con el coche. A pesar de todo el ruido distante de las pequeñas erupciones es sobrecogedor. Nos abrazamos, dejando la mirada fija en el vocán, hasta que al final se nos cierran los ojos.

lunes, 25 de febrero de 2008

Trabajar en Amsterdam

Nota: Si estaís pensando hacer un viaje a Amsterdam, os recomiendo que visitéis la guía de Amsterdam que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com

Pues sí, hoy ha sido mi primer día de trabajo en Amsterdam. Bueno, realmente ha sido un día de training (dura una semana y media). No, no os creais que es un trabajo muy serio. Para seguir alimentando el morbo de aquellos que consideran que en los últimos tiempos no hago nada normal, he empezado a trabajar en el Costumer Service de TomTom (la empresa de los navegadores para el coche).
La media de edad de mis compañeros supera ligeramente la veintena. Somos más de cuatro cientos cincuenta "agentes", divididos en unos veinte equipos. Uno por cada país.
Algunas de las diferencias con las empresas en las que he trabajado hasta ahora son; todo el mundo lleva zapatillas de deporte (incluso la Directora de RR.HH, que nos ha hecho una pequeña presentación de la compañía) y el último viernes de cada mes (es decir, este proximo viernes) hay una pequeña fiesta (barra libre) en un hotel para todos los empleados.
Nos han recomedado encarecidamente no vomitar (textualmente) encima de nadie en nuestra primera aparición en dicho acto.

domingo, 24 de febrero de 2008

Día 7; Haciendo canopy en Monteverde

Nota: Si estáis pensando hacer un viaje a Costa Rica, os recomiendo que visitéis la guía de Costa Rica que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com

Como siempre, nos levantamos muy temprano y desayunamos fruta, cereales y café. Cunado terminamos, bajamos a la recepción del hotel, dónde nos viene a recoger, la furgoneta del sitio dónde vamos a hacer el Canopy.


Hay otra pareja de turistas esperando que también vienen con nosostros. Durante algo más de media hora vamos dando tumbos por pequeñas e intricadas pistas de montaña. El punto de partida del canopy es un lujoso centro turístico, con hotel, restaurantes, museo natural (en el que se pueden ver mariposas tan grandes como mis dos palmas de las manos puestas juntas) y tiendas. Hay muchisimos turistas que han venido en autobuses y un ambiente de "aventura prefabricada" que no nos termina de gustar. De todas formas, como estamos en época efervescente, a todo le terminamos encontrando la gracia.

Nos llevan a una sola de material y nos equipamos convenientemente. El material que necesitamos es; un arnés con gancho y mosquetón, para engancharse a los cables, guantes, que se utilizan haciendo presión en el cable para frenar, y un capote impermeable. Lo del capote es un poco agobiante, dado el calor, que con los primeros rayos del sol, hace. Sin embargo nos aseguran que Monteverde (o Monte nublado) se llama así porque siempre llueve y que es imprescindible.

Nos dirijimos a la zona de instrucción. Nos separan en grupos en función del idioma, español, francés o inglés. En el grupo de españoles (o latinoamericanos) estaremos unas 15 personas. Los instructores nos meten miedo durante quince minutos, aludiendo a grandes golpes, amputaciones de dedos y caidas desde docenas de metros. Para quién no sepa exactamente lo que es, el Canopy consiste en tender unos cables de arbol a arbol, a bastante altura, para lanzarse colgado de los mismos y así ir recorriendo la selva. Para llegar a las plataformas, desde las que uno debe lanzarse, han instalado cómodas escaleras que permiten accder a cualquier persona, sea cual sea su forma física.

En concreto, este en el que estamos, se supone que es de los más grandes de centroamérica y tiene recorridos de más de 700 metros de un arbol a otro.

Subimos al primer arbol. Nos repiten todas las instrucciones, comprueban el material y nos van lanzando de uno en uno. El primer cable es de unos cien metros, a unos treinta de altura, y bastante plano. No se coje mucha velocidad y casi todos pecamos de frnar demasiado y nos quedamos cortos. Cuando sucede eso, hay que darse la vuelta y recorrer los últimos metros, hasta la siguiente plataforma dónde esta esperando otro monitor, tirando con los brazos.

Las vistas son muy chulas, pero desde luego no parece nada peligroso. Seguimos pasando de arbol a arbol durante una hora más o menos. En algunos puntos hay que descender al suelo y andar un poco hasta el siguiente punto de lanzamiento. Hay una humedad asfixiante y sudamos por todos los poros de nuestro cuerpo. En uno de los recorridos a pie, como no estoy en muy buena forma (mucho trabajo y poco ejercicio físico), me da un mareo y tengo que esperar varios minutos hasta que la cabeza vuelve a estar en su sitio. Raquel me espera un poco preocupada. Me recupero y seguimos.

Como sorpresa, nos tienen preparado un "tarzán". En medio del recorrido, han montado una cuerda atada a un arbol enorme y quien quiere, se lanza al abismo para luego balancearse durante unos treinta segundos a más de veintemetros de altura. Yo lo hago y cai me rompo la crisma. Como peso bastante, el rebote casi provoca que me de contra la plataforma desde la que he saltado. Por lo demás es muy divertido.

Hacemos una hora más de canopy. Los cables largos, dan la oportunidad de relajarse y contemplar los diferentes valles y un bosque húmedo de embriagadora belleza.

Terminamos bastante cansados, así que de regreso en la zona de descanso, nos tomamos una cocacola y un sandwich. Para aprovechar más el día, compramos unos tikets, que dan derecho a hacer un recorrido por unos puentes colgantes y así poder ver el bosque alejados del bullicio del canopy. El recorrido es de unas dos horas y lo hacemos relajadamente. Haciendo fotos cada veinte metros. A mitad de camino, empezamos a oir truenos. Parace que se acerca una tormenta, así que aceleramos el paso. La tormenta se acerca rápidamente y los últimos diez minutos los hacemos bajo un auténtico chaparron. Como habíamos dejado los capotes despues de hacer el canopy, llegamos absolutamente calados. La tormenta se intensifica y llueve como yo jamas había visto hacerlo. Los truenos retumban con tanta fuerza que, incluso dentro del edificio de la zona de descanso, impresionan.

Algunos de los monitores del canopy, que también se han refugiado, se estremecen a cada relámpago. Llevados por la curiosidad, porque pensamos que en teoría deberían estar acostumbrados, preguntamos el motivo a uno de ellos. Nos cuenta que un rayo mató a uno de sus compañeros hace escasas semanas.

La zona de descanso se ha convertido en un hervidero. Cada vez llueve más y los empleados están nervisos y no hacen más que hablar por "walkies", avisando de que se va a cerrar por hoy toda la instalación. Las camionetas no dan a basto para bajar a la gente al pueblo y hay que esperar bastante.

Al final cojemos la nuestra. Al igual que cuando llegamos, la lluvia es tan fuerte que el camino se convierte en una torrentera. El conductor, llama avisando de que el camino va a quedar bloqueado. Lo cierto es que hay momentos que no se sabe si estamos rodando o siendo arrastrados por el agua. Sin embargo, el conductor tiene una gran pericia y llegamos abajo sanos y salvos.

Llegamos a nuestro hotel completamente empapados y bastante cansados. Nos damos un baño de agua caliente y descansamos un buen rato. Las vistas del monte desde nuestro ventanal, con la tormenta descargando con fuerza, son espectaculares.


Por la noche bajamos a cenar a un restaurante que recomedaban en la guía y que efectivamente es magnífico. De vuelta al hotel, paramos un momento en Santa Elena a intentar tomar una copa. Hay un sitio y bebemos algo, pero no hay nada de ambiente y decidimos volver a nuestra estupenda habitación.

Antes de acostarnos recuerdo que me he dejado la guía en el coche. Como tengo que preparar el viaje de mañana (a Volcan Arenal), me pongo las botas y salgo a por ella. Cuando llego al coche y abro la puerta, siento a mi alrededor un zumbido, enciendo la linterna y compruebo que estoy rodeado de un torbellino de polillas de todos los tamaños y colores.

Enfoco el coche y compruebo que esta literalmente cubierto de ellas. Algunas tiene el tamaño de mi mano. Un guarda, que observa la escena, me explica que se posan en el coche en busca del calor que queda en el motor. Me quedo hablando con el unos minutos. ¿que estas haciendo aquí?, ¿tienes que pasar toda la noche trabajando?. Me explica que desde hace unos días hay unos coyotes que bajan a buscar basura y que puede ser peligroso para los clientes del hotel. Clavo mis ojos en la oscuridad, por dónde el me indica que suelen pasar, pero no veo nada. Me despido y vuelvo a la cama.

Le explico a Raquel la escena de las polillas y parece encanta de no haber sido ella las que las ha visto. Las odia a muerte.

Dormimos escuchando truenos en la lejanía y el murmullo de la lluvia.



martes, 19 de febrero de 2008

Día 6: Rumbo a Monteverde

Iniciamos la jornada temprano. Dominical no nos hadejado una gran impresión, a pesar de que en el hotel hemos estado muy cómodos. Es bonito y debe de ser un lugar magnifico para surfear tranquilamente. Pero estamos fuera de temporada y no había mucho ambiente.

Por delante nos espera un recorrido de unos 150 kilómetros, pero en Costa Rica eso es una gran distancia. La primera parte del recorrido es, al igual que ayer, llegar hasta Manuel Antonio. Una vez dejado atrás el Parque, remontamos por la costa en dirección Jaco.

Vamos con las ventanillas bajadas, descalzos y disfrutando del sol de la mañana. Habiamos traido una Ipod de españa (con sus correspondientes altavoces), pero nos gustaba más escuchar las radios locales. Los locutores están locos y entre bachatas, raeguetones y demás, anuncian como si se estuviesen muriendo maras de neumáticos y cervezas. Es realmente una experiencia escucharles.

Al paso por el rio Chárcoles, uno de los más importantes del país, nos detenemos a la entrada del puente porque, según he leido en la guía, se pueden ver cocodrilos. No somos los primeros turistas en llegar y hasta una docena se asoman por encima de la barandilla del puente.

Efectivamente hay una "familia" entera de cocodrilos justo debajo. Destaca un ejemplar, que suponemos que será el macho, que tendrá más de cinco metros. Es inmenso. Además tiene un caracter endemoniado y no hace más que importunar al resto. Algunos turistas les tiran algo de comida y se forma un tumulto considerable. Da miedo pensar lo que pasaría si alguien se cayese al agua en medio de tan solícita compañía.

En estas se acerca remontando la corriente una barca a motor. Esta cargad de turistas que quieren hacer fotos más de cerca. Para alborozo general, el chico que la tripula (maneja), se mete en el agua y se acerca, pescado en mano, a los cocodrilos. Una de las hembras, de al menos tres metros, se lanza inmediatamente en esa dirección. El chaval parece muy agil y no titubea. Juega con ella y la obliga a hacer numeritos, sacando la cabeza y medio cuerpo del agua para intentar atrapar el pescado. Al final se lo da. Parece que todo sea un juego que realicen todos los días.



Volvemos al coche y reemprendemos la marcha. Abandonamos la costa y subimos dirección Aljuela hasta conectar, de nuevo, con la Interamericana. Desde allí tomamos dirección noroeste hacia San Ramon. Los paisajes alternan zonas de bosque con grandes explotaciones agrarias. En la carretera hay bastante tráfico de camiones no en vano, es una de las zonas más industrializadas del país. Desde San ramón, abandonamos la carretera principal y nos metemos en otra mucho más pequeña que nos lleva, dirección norte, hacia las montañas. El paisaje cambia completamente, conforme vamos ascendiendo predomina el bosque y las verdes praderas. De vez en cunado cruzamos algún pueblito. A la salida de uno de ellos, nos encontramos un puente en malísimas condiciones. Tanto que en el otro extremo hay un coche esperando sin atreverse a cruzar.

Unos niños que estan jugando al futbol cerca, viene corriendo y se ofrecen a ayudar. Colocan un par de grandes tablones de forma que el coche pueda cruzar, de manera bastante precaria, subiéndo las ruedas a ellos. Lo cierto es que no parace muy seguro. las maderas rechinan y el coche se bambolea sobre el abismo, pero al final pasa.

Nos toca a nosotros y se repite la operación. los niños vuelven a colocar las maderas, adaptándolas a el tamaño del Toyota. Yo no me fio de masiado, apenas tendrán diez años, y bajo a supervisar la operación. En todo caso le digo a Raquel que baje, porque no tiene sentido que corramos el peligro ambos. Meto primera y me subo a los tablones. A mitad de camino hay que corregir la posición, porque uno de ellos se está escurriendo. Sudo como un negro intentando mantener el coche en equilibrio. Al final alcanzo el lado contrario.


En un arranque de "generosidad" les damos una propina a los niños. Sin embargo, como todavía no estamos muy hechos al cambio (colones) les damos una miseria. Cuando, una vez en marcha, nos damos cuenta, nos entra la risa. Hemos hecho un numerito en plan reyes magos y ellos han debido pensar que eramos unos tacaños increibles.


La carretera deja de serlo y se convierte en una dura pista de tierra con fuertes pendientes. Avanzamos a no más de 20 kilómetrosa la hora. El paisaje es sobrecogedor. Ahora estamos metidos en un bosque húmedo de impenetrable frondosidad. En teoría debemosestar a menos de treintakilómetros. Empieza a llover. Unos goterones, dan paso a una tromba impresionante. Parece que se hubiesen abierto las compuertas del cielo.


Nos parece muy encantador, hasta que empezamos a ver como se forman torrentes en los lados del camino. La pista se convierte en un lodazal y parece muy factible que se produzca algún desprendiemiento. Avanzamos mirando con cierta aprensión las torrenteras que saltan desde los lados de la carretera, arrastrando grandes cantidades de barro y tierra rojiza. En un momento, y tras un par de pérdidas de tracción del coche, incluso pensamos en refugiarnos en algún sitio, por ejemplo en alguna pequeña llanura, para evitar quedar atrapados en una zona más abrupta y peligrosa. Sin embargo, debe de quedar tan poco que decidimos arriesgar.

Un niebla densa viene a complicar aún más el ascenso, que ya dura más de dos horas, y cunado estamos a punto de renunciar, deja de llover. Suspiramos aliviados. Diez minutos más tarde entramos en el pueblo de Santa Helen, dónde tenemos nuetros hotel y punto de partida para explorar Monteverde.

Tardamos un poco en encontrar nuestro lodge, pero cuando por fín lo hacemos estamos encantados. La habitación es lujosísima. Tanto que nos preguntamos si nos habremos equivocado. Tiene al menos cincuenta metros cuadrados. Dos camas de matrimonio, televisión, aire acondicionado, terraza y un baño con ducha y bañera de hidromasaje.


La verdad es que, despues de la tensión del camino, nos viene estupendamente. Descansamos como una hora y luego, aunque es muy tarde para los ticos, nos vamos a comer. Nos tenemos que abrigar bastante porque hay una niebla muy densa y los casi dos mil metros de altitud se dejan notar. El pueblo parace medio abandonado, se ven algunos turistas, pero el ambiente no invita a ir por la calle. Comemos una pizza en el sitio que parece más animado.

En cuanto terminamos volvemos al hotel a aprovechar los lujos inesperados de nuestra habitación. Para cenar, incluso pedimos al servicio de habitaciones. Holgazaneamos, vemos la televisión, leemos y descansamos. es de noche cerrada y tampoco el pueblo invita a ninguna excursión nocturna. Mañána será otro día. Hemos quedado con la genetd el hotel en que mañana queremos hacer un canopy. Según la publicidad la mejor forma para conocer el Bosque Nuboso de Monteverde.

jueves, 14 de febrero de 2008

Día 5: Parque Nacional Manuel Antonio

Manuel Antonio es probablemente es el Parque Nacional más famoso de Costa Rica junto con Tortuguero. En nuestro quinto día de viaje nos tocaba visitarlo y estabamos fráncamente emocionados con la idea.


Despues de desayunar fruta y café en el hotel, montamos en el coche y nos dirijimos, rumbo norte y siguiendo las costa pacífica, hacia allí. Estamos a unos cincuenta kilómetros y, contanto con que la carretera sería igual de buena que hasta Dominical, calculamos unos cuarenta minutos de viaje. La realidad sería muy distinta. Nada más pasar Dominical, cruzamos un gran puente de hierro sobre el rio y el asfalto es sustituido por la pista de tierra. No es tan mala como la de Puerto Jimenez, pero las lluvias de los últimos días la han dejado prácticamente inundada.


Tardamos más de hora y media, a pesar de mis mejoras como piloto en este tipo de terreno. El parque esta situado junto a la localidad de Quepos. Nada más entrar nos damos cuenta de la gran diferencia que hay entre este sitio y lo que llevamos recorrido de Costa Rica. Hoteles cada poco a ambos lados de la carretera. Algunos de ellos con aspecto lujoso. Restaurantes, bares, club e incluso un casino.


Quepos es un destino turístico muy importante en Costa Rica. Tanto para los Ticos, que bajan desde San José, como para extranjeros. Cuando estuve informándome en España sobre el país, pude comprobar que casi todas las agencias que organizaban paquetes empezaban o terminaban las rutas aquí.


Casi llegando a la entrada del Parque, nos encontramos con un montón de coches parados en la carretera y alrededor un revuelo de gente que mira y hace fotos. Hay algo que esta subido en un poste de electricidad. Nos acercamos y, con sorpresa, descubrimos que es un perezoso. Nuestro primer perezoso. Es muy bonito, pero el pobre parece aturdido. Unos chicos ticos, intenta hacerle bajar, por su propia seguridad, con un palo. Sin embargo, el animalillo se resiste sin entender que pretenden ayudarle.


La verdad es que resulta un poco angustioso verle caminar por los cables de alta tensión y esperar que en cualquier momento se electrocute. Además hemos venido hasta aquí para ver animales en la naturaleza y no de esta forma tan poco auténtica.


Nos volvemos a montar en el coche y llegamos al Parque. Pagamos la entrada, bastante cara por cierto, y nos dan un pequeño mapa de los senderos y una bolsa de plástico para que tiremos la basura que generemos. Me sorprende un poco qu se pueda andar libremente por el Parque y que no te obliguen a contratar guía. En teoría, en el Parque Nacional Corcovado puedes ser devorado (facilmente, según la guía) por Cocodrilos, Tiburones Toro (que remontan la corriente de los ríos desde el mar en busca de peces) y mordido por serpientes venenosas.


Sin embargo, aquí o sólo tiene animales poco peligrosos o son más inconscientes. La respuesta es sencilla. Manuel Antonio, es un parque de juguete. En primer lugar es muy pequeño. se recorre de punta a punta, por senderos perfectamente acondicionados, en poco más de un hora. En cuanto a fauna, cuneta únicamente con monos, aves e insectos. Además, por último, y para mí lo peor, la concentración de turistas es tan alta que te sientes como en Port Aventura.




El lugar es bonito y cuenta además con dos playas de arena blanca (bastante masificadas de gente bañandose). Pero no es un Parque Nacional masificado y carente de interés si se quiere hacer algo más que dar un paseo. Lo más interesante es la alta concentración de perezosos. Vemos por lo menos una docena en menos de una hora.


Como no nos gusta mucho el sitio y estamos un poco cansado de compartir los caminos con vociferantes familias de americanos, decidimos salir del Parque y quedarnos tranquilamente en la Playa de Quepos. Es un sitio agradable, con abundantes chiringuitos y puestos para comprar pequeños souvenirs, en dóne nos compramos un par de collares.


Bebemos un par de imperiales y disfrutamos del sol. Además la playa, aunque tiene algo de oleaje, parece más segura y hay gente bañandose. Nos bañamos cada diez minutos para aliviarnos el calor. Nos entra hambre en seguida y buscamos un restaurante que viene recomebdado en la guía. Esta en uno de los acantilados y se supone que tiene las mejores vistas de la localidad; "ideal para ver la puesta de sol".


Lo encontramos rápido. El restaurante esta en un hotel muy pijo. Nos da un poco de cosa entrar con la pinta que llevamos. Pero el portero en cuanto nos ve, se da cuneta de que somos turistas, y nos hace pasar a la terraza como si fuesemos los príncipes de gales. Efectivamente las vistas son impresionantes.


Comemos estupendamente (sandwiches y ensalada) , aunque bastante caro, y muy bien atendidos. Nos dan información del hotel. Es un sitio perfecto para nuestros padres, pero para nuestro estilo, el precio es desorbitado. Yo nunca gastaria tanto en un hotel en un sitio como Costa Rica. Es decir, todo lo que te rodea es tan bonito, que no necesitas muchos lujos para sentirte bien. El lujo lo pone el entorno.


Sacamos un millar de fotos, pagamos y nos marchamos. Son más de las cinco dela tarde y se nos va a hacer de noche de todas formas para volver. La vuelta se hace un poco pesada. Descansamos un rato en la habitación y sobre las ocho y media, volvemos al pueblo a cenar en el mismo sitio que ayer. Jugamos al billar pero esta vez nos recogemos antes. Mañana volvemos a tener viaje. Nuestro destino es el Volcán Arenal y está bastante lejos así que debemos de salir pronto.