sábado, 22 de diciembre de 2007

Rumbo a Hampi

Suena el despertador a las seis y cuarenta cinco de la mañana y me arrepiento inmediatamente de haberme hecho responsable de comprar los billetes. ¿por qué Marco, si es tan madrugador, no ha dicho ni una palabra de ir él?. Se ve que todos se han tomado muy en serio mi papel de guía del grupo.
Refunfuño un rato pero al final me levanto. Marco, en la cama de al lado duerme como un "angelito" bajo su mosquitera.
De camino a la estación, tengo que parar en un bar, a tomar un chai, para poder ir al baño. En India no es muy recomendable intentar aguantarse las ganas porque, a causa de la comida, siempre tienes un poquito de diarrea y es mejor evitar sustos desagradables.
En el bar remolonean un poco cunado les pido ir al baño. Primero me llevan a un sitio dónde sólo hay un lavabo. Cuando hago manifiesto que necesito algo más (y rápido), me dan una llave y me hacen cruzar, a través de un patio, hasta llegar a una especie de habitación/almacen/corral, donde hay un servicio de tipo Indio (agujero en el suelo). Vivo una de esas escenas surrealistas, tan típicas en India, compartiendo mi momento de intimidad con varias ovejas que parecían vivir placidamente en dicho espacio multiusos. Mientras hago mis necesidades, les aseguro (a las ovejas) que no voy a molestarles más que unos minutos y que después podrán continuar con su vida como si nada.
En la estación tengo que esperar unos minutos pero no tengo problemas para comprar los billetes. Cumplida mi tarea del día, vuelvo al hotel. Marco ya esta despierto y nos vamos a desayunar. Bebette nos escucha y sale a preguntar si tenemos los billetes. Kim sigue durmiendo, supongo, placidamente.
Cuando todo el mundo esta despierto, Marco, Bebette y Kim se marchan a ver el fuerte de Hyderabad. Yo he decidido, a pesar de las protestas de las chicas, no acompañarles porque prefiero escribir un par de post en el blog ya que ayer me cansé muy pronto.
Quedamos sobre las tres (el tren es a las cinco) en la puerta del hotel, sin embargo sobre las una y media, me vienen a buscar por el ciber. El fuerte debía estar bien pero, según me informa Marco, Bebette y Kim había protestado por la cantidad de escalones que había que subir.
Terminamos nuestras tareas "cibernéticas" y nos marchamos a comer. Nos metemos en un bar de cómida rápida, bastante malo, en el que pedimos nachos, pizza y sanwiches.
En la estación de Hyderabad conocemos a una pareja de turistas, los primeros que vemos en dos días, que nos cuentan que han tenido problemas con la policía. Por lo visto, les abordaron en el hotel, obligándoles a que les mostrasen el equipaje con unas maneras bastante rudas. Sospecho que lo que pretendían era asustarles un poco y llevarse alguna mordida. En todo caso, se iban de Hyderabad diciendo que era el único lugar en el que se habían sentido muy incómodos, en los tres meses de viaje que llevaban. Bebette y Kim, afirman que ellas también se han sentido muy mal en la ciudad, aunque puntualizan que nuestra compañía (la de Marco y la mía) ha sido lo mejor.
A mí me parece que exageran un poco. Mi trayectoria en el norte de la India, que siempre es mucho más duro, me hace ver Hyderabad de forma mucho más relajada. Esta claro que no es el sitio con un ambiente más amigable, pero tampoco hemos tenido ninguna situación realmente desagradable. Me preocupa un poco, como les va a ir a Bebette y Kim tras mi marcha (día 13) y la de Marco (15).
En la estación de Hyderabad no generamos tanta expectación, a pesar de que yo hago como que juego a baloncesto con un balón imaginario. Bebette me conmina a que no atraiga la atención más de lo necesario, pero no puedo parar. Vamos a Hampi. Eso me hace muy feliz, y cuando estoy feliz, siempre hago como que juego a Baloncesto. Los "Hyderabinos" me miran con cara de susto cuando hago una bandeja en la correspondiente canasta imaginaria.
El tren llega y sale puntual. Aunque nos han dicho que iba lleno, tenemos las seis plazas de un compartimento para nosotros sólos. Como en el anterior viaje, jugamos a cartas, juegos de letras e incluso alguna partida de ajedrez. Mi inglés esta mejorando por momentos pero a pesar de todo, en un momento de tensión competitiva de uno de los juegos, "exploto", y rompo a hablar en español. Por diez minutos me despacho agusto, aunque ellos no me entienden nada de lo que les digo. No me importa. Es tan relajante encontrar todas las palabras que necesitas sin tener que pensar. Les hace mucha gracia mi torrente de improperios. Ingenuos, si supiesen lo que les estaba diciéndo..
Para mi sorpresa, porque el único que me he levantado realmente pronto he sido yo, Marco y Bebette se tumban para dormir antes de las nueve de la noche. Kim y yo nos quedamos charlando de la vida hasta las doce. Sobre esa hora, paramos en una estación bastante importante y el tren se completa. En nuestra zona tiene plazas una familia, así que nos tenemos que ir todos a nuestras respectivas literas.
Como no quiero volver a dejarme la luz encendida, apago, me pongo el frontal y leo un rato. Esta vez consigo aguantar unas veinte páginas. Todo un record ultimamente. Me duermo, feliz de la vida, pensando en los Boulders (grandes piedras graníticas) de Hampi que voy a escalar mientras los demás hacen turismo. Estamos a día 6 de diciembre, así que tengo cuatro días para estar en hampi. Luego tendré que coger un avión a Delhi para ir a la boda (día 11) y de ahí, vuelta a Mumbai para tomar el avión de regreso a casa.

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