La última estación de nuestro tren es Hyderabad, así que no debemos estar preocupados por la posibilidad de quedarnos dormidos y pasarnos nuestro destino. A pesar de ello, sobre las seis y media de la mañana, todo el pasaje empieza a levantarse y nos tenemos que recolocar, sentados, para hacer la última parte del viaje.
Kim esta de bastante buen humor para ser tan pronto, aunque sólo habla en “Flamish” (neerlandés) con Bebette. Todos hacen bromas sobre lo placidamente que me quedé dormido. Incluso Kim se tuvo que levantar a apagar la luz a pesar de que el interruptor estaba a veinte centímetros de mí. Me juran que fueron incapaces despertarme. Temo que tras este episodio, mis alardes de “macho protector, siempre en guardia” han quedado en entredicho para siempre.
Marco lleva un buen rato despierto y está intentando, sin mucho éxito por la falta de señal, calcular nuestra posición con el GPS. Bebette y yo recurrimos al tradicional sistema de preguntar a la gente. Nadie nos contesta con mucha certeza. El nombre de nuestra estación es Secuderabad, que por lo que vemos en la guía, debe ser un barrio del norte de Hyderabad.
Paramos en muchas estaciones pequeñas. Nuestros compañeros de vagón, nos afirman, normalmente con gestos porque no saben inglés, que la estación es la próxima. Sin embargo, cuando llegamos y vemos en los carteles otro nombre, nos vuelven a decir que es la siguiente con la misma seguridad que las últimas tres o cuatro veces.
Al final llegamos. Son más de las nueve de la mañana, así que hemos tenido más de tres horas de retraso. Tomamos un ricksaw, algo caro, para los cuatro. Como soy muy “charming” me pongo a copilotar el ricksaw y les dejo el banco de atrás para ellos tres. Me arrepiento a los veinte segundos de mi decisión, porque casi no quepo y tengo que encorvarme tanto que mi espalda empieza a protestar.
La ciudad es grande, sobre los cinco millones de habitantes, y tardamos en llegar. De camino lo más significativo que vemos es un gran lago, con una Estatua de Budha en el centro del mismo. El resto no parece tener mucho encanto y me recuerda un poco a las ciudades del norte por la cantidad de tráfico y contaminación acústica.
El hotel no nos gusta mucho, pero para una noche o dos, decidimos que es suficiente y nos quedamos las habitaciones. Nos duchamos, cambiamos y nos vamos a desayunar. Nos cuesta un poco encontrar un sitio porque, entre unas cosas y otras, se ha hecho un poco tarde.
Tomamos de nuevo un ricksaw, esta vez nos ponemos los 4 en la parte de atrás (kim encima de Bebette) y nos vamos a la zona del Charminar y los Bazares. Nada más bajarnos, junto al Charminar, una especie de Arco del Triunfo de estilo árabe bastante impresionante, nos rodea un montón de gente pidiendo dinero o intentando vendernos algo, con bastante vehemencia en ambos casos. A mi no me afecta nada, pero noto como a mis compañeros, y sobre todo las chicas se sienten un poco agobiadas. Es normal están en el comienzo de su segunda semana en India.
Kim esta de bastante buen humor para ser tan pronto, aunque sólo habla en “Flamish” (neerlandés) con Bebette. Todos hacen bromas sobre lo placidamente que me quedé dormido. Incluso Kim se tuvo que levantar a apagar la luz a pesar de que el interruptor estaba a veinte centímetros de mí. Me juran que fueron incapaces despertarme. Temo que tras este episodio, mis alardes de “macho protector, siempre en guardia” han quedado en entredicho para siempre.
Marco lleva un buen rato despierto y está intentando, sin mucho éxito por la falta de señal, calcular nuestra posición con el GPS. Bebette y yo recurrimos al tradicional sistema de preguntar a la gente. Nadie nos contesta con mucha certeza. El nombre de nuestra estación es Secuderabad, que por lo que vemos en la guía, debe ser un barrio del norte de Hyderabad.
Paramos en muchas estaciones pequeñas. Nuestros compañeros de vagón, nos afirman, normalmente con gestos porque no saben inglés, que la estación es la próxima. Sin embargo, cuando llegamos y vemos en los carteles otro nombre, nos vuelven a decir que es la siguiente con la misma seguridad que las últimas tres o cuatro veces.
Al final llegamos. Son más de las nueve de la mañana, así que hemos tenido más de tres horas de retraso. Tomamos un ricksaw, algo caro, para los cuatro. Como soy muy “charming” me pongo a copilotar el ricksaw y les dejo el banco de atrás para ellos tres. Me arrepiento a los veinte segundos de mi decisión, porque casi no quepo y tengo que encorvarme tanto que mi espalda empieza a protestar.
La ciudad es grande, sobre los cinco millones de habitantes, y tardamos en llegar. De camino lo más significativo que vemos es un gran lago, con una Estatua de Budha en el centro del mismo. El resto no parece tener mucho encanto y me recuerda un poco a las ciudades del norte por la cantidad de tráfico y contaminación acústica.
El hotel no nos gusta mucho, pero para una noche o dos, decidimos que es suficiente y nos quedamos las habitaciones. Nos duchamos, cambiamos y nos vamos a desayunar. Nos cuesta un poco encontrar un sitio porque, entre unas cosas y otras, se ha hecho un poco tarde.
Tomamos de nuevo un ricksaw, esta vez nos ponemos los 4 en la parte de atrás (kim encima de Bebette) y nos vamos a la zona del Charminar y los Bazares. Nada más bajarnos, junto al Charminar, una especie de Arco del Triunfo de estilo árabe bastante impresionante, nos rodea un montón de gente pidiendo dinero o intentando vendernos algo, con bastante vehemencia en ambos casos. A mi no me afecta nada, pero noto como a mis compañeros, y sobre todo las chicas se sienten un poco agobiadas. Es normal están en el comienzo de su segunda semana en India.
Para subir al Charminar hay que pagar 100 rs, así que decidimos pasar de largo y acercarnos, cruzando los bazares, a la Mezquita principal de la ciudad, que está a escasos cien metros en dirección sur.
La calle tiene un bullicio espectacular y cada vez me recuerda más a Jaipur. La diferencia más significativa es que la población musulmana, es fácil distinguirlo por los ropajes, es muy superior en porcentaje en esta ciudad de lo que he visto hasta ahora. Bebette y Kim, que llevan camisetas de tirantes nos dicen que no se sienten muy cómodas con las miradas que todo el mundo les dedica. Para mí la verdad es que no es ninguna sorpresa y no me supone ningún agobio, aunque sí que es verdad que se percibe en el ambiente, menos simpatía hacia el turista que en otros sitios de India. En varias ocasiones nos preguntan si somos norte americanos y la verdad es que, aunque suene mal decirlo, nos alegramos de no serlo.
Entramos en la mezquita y paseamos descalzos por la explanada principal. Unos niños me llevan a una zona para enseñarme una supuesta cara (simplemente una mancha en la piedra) sobre uno de los muros de la mezquita, esperando algo de dinero a cambio, que no les doy.
La calle tiene un bullicio espectacular y cada vez me recuerda más a Jaipur. La diferencia más significativa es que la población musulmana, es fácil distinguirlo por los ropajes, es muy superior en porcentaje en esta ciudad de lo que he visto hasta ahora. Bebette y Kim, que llevan camisetas de tirantes nos dicen que no se sienten muy cómodas con las miradas que todo el mundo les dedica. Para mí la verdad es que no es ninguna sorpresa y no me supone ningún agobio, aunque sí que es verdad que se percibe en el ambiente, menos simpatía hacia el turista que en otros sitios de India. En varias ocasiones nos preguntan si somos norte americanos y la verdad es que, aunque suene mal decirlo, nos alegramos de no serlo.
Entramos en la mezquita y paseamos descalzos por la explanada principal. Unos niños me llevan a una zona para enseñarme una supuesta cara (simplemente una mancha en la piedra) sobre uno de los muros de la mezquita, esperando algo de dinero a cambio, que no les doy.
Me reúno con estos en la salida. Marco ha hecho bastantes fotos, y algunas de ellas muy buenas. Cada vez envidio más su cámara. Estas siguen sin sentirse cómodas y parece que ya han decidido que sólo quieres estar una noche en Hyderabad. A mí me parece bien, porque lo que realmente quiero hacer es ir a Hampa, pero me parece que exageran un poco. Les convenzo de que demos un paseo por los bazares hasta llegar al Tribunal de Justicia, un edificio bastante impresionante que vimos antes, de lejos, de camino con el ricksaw.
Como siempre yo dirijo la expedición. Compro Famosas vegetales en un puesto callejero y están buenísimas. Los demás no quieren. Cuando llevamos unos veinte minutos andando me piden un descanso y entramos en una cafetería local a tomar una coca cola. Sólo llevamos unas horas de visita turística y ya he descubierto el “pero” de nuestra relación. Bebette y Kim, porque Marco parece más resistente, son una compañía perfecta para “hanguear”, pero por lo visto en esta mañana no son exploradoras sacrificadas capaces de aguantar horas y horas caminando.
De todas formas, es lo que quiero para mi fin de viaje, así que no le doy ninguna importancia. Después de cotillear un poco el Palacio de Justicia, que sigue siendo la sede actual de lo tribunales de Hyderabad, decidimos ir al lago, en ricksaw, y tomar unos de los botes que van hasta la estatua de Budha.
El paseo es agradable aunque sin mucha gracia. El agua del lago esta absolutamente contaminada y parece, por el olor, el colector de toda la ciudad. A pesar de lo cual, vemos dos chicos muy jóvenes, practicando en dos pequeños barcos a vela. Pasan cerca de nosotros y se les ve disfrutar como si estuviesen en medio del Mediterráneo en un día primaveral.
Nos hacemos fotos haciendo el idiota porque, el sol está tan alto, que es dificil tmar fotografías razonables de la estatua.
Hangueamos un rato en un parque a la orilla del lago y nos vamos a comer algo a un hotel que, según la guía tiene unas espectaculares vistas de la ciudad. Nos cuesta mucho encontrarlo y discutimos mucho con el conductor del ricksaw, primero para convencerle que use el contador (parece que en Hyderabad lo usan) y luego para que no nos de vueltas para compensar su uso.
Las vistas, efectivamente sin excepcionales, y el restaurante tan pijo, que dudamos si entrar o no. Cuando estamos a punto de irnos, sale el maitre, pelirrojo y muy inglés, y nos hace pasar.
Nos ponen en una mesa junto al ventanal. Somos los únicos clientes. Al principio estamos un poco tímidos ante tantos camareros y una carta de precios bastante más elevada de lo normal en India, pero tras la primera cerveza nos relajamos. Hablamos de muchas cosas y vuelvo a notar esa buena conexión que sentí ayer en el tren y en el hotel de Aurangabad. Terminamos pidiendo de cenar y Kim, Marco y yo hasta nos tomamos un par de copas que, comparativamente con las cervezas, son mucho más baratas (vodka con zumo de naranja natural; 100 rs, 2 euros)
Se hace de noche y las luces de la ciudad nos rodean por todos lados. Empiezan a llegar clientes. Todos son Indios muy pijos. El maitre se asegura de ponerles lejos de los “occidentales mochileros”. Estamos todos muy a gusto y tengo la sensación de que si nos tomamos una copa más la noche podría liarse. Sin embargo, Bebette y yo, recomendamos, si queremos irnos al día siguiente a Hampi (todos quieren!!), ir a reservar billete de tren o autobús ahora. Nos vamos todos con un puntillo muy gracioso.
Lo hacemos así. Encontramos las dos opciones, autobús privado y tren, al mismo precio. A todos nos gusta más el tren. El único problema es que la oficina de reservas está cerrada y nos informan que en el tren, que saldrá las cinco de la tarde, hay pocas plazas. Me hago responsable de levantarme pronto por la mañana y comprar los billetes en cuanto abran las taquillas.
De vuelta al hotel, descubro un ciber metido en un callejón bastante apestoso, y decido quedarme un par de horas. Marco, Bebette y Kim se marcan al hotel y nos deseamos buenas noches.
Trabajo alrededor de una hora y decido volver al hotel porque estoy muy cansado. Los trenes nocturnos te permiten descansar algo y poder aprovechar el día siguiente, pero no es lo mismo que dormir en una cama.
Cuando llego a la habitación Marco, no sólo esta despierto, sino que esta terminando de hace una pequeña colada. Yo me ducho y me preparo para ir a la cama, pero el decide que no tiene sueño y que se va al ciber dónde yo he estado. Me quedo sólo en la habitación.
Leo un rato, pero me duermo a la tercera página. Es una vergüenza lo poco que estoy leyendo en este viaje. En Maruecos, en menos tiempo, había leído siete libros y aquí voy por el primero. De todas formas estoy muy contento como se me presenta el resto del viaje. Es muy agradable viajar acompañado. Aunque se tenga menos tiempo para leer.
3 comentarios:
Traducime por favor,
"pijo", "hanguear"
(pijo lo he escuchado en peliculas españolas y nunca sé bien que es, es algo asi cómo "lindo, en onda, a la moda, algo parecido a majo pero de jerga juvenil?)
Ok, sigue posteando tus aventuras,
para tus lectores a lo largo y ancho del mundo, ;-)
Felices Fiestas para todos!
Caro
Perdona tienes razón, "pijo" es un término muy utilizado en españa, pero no tanto en Latinoamérica. "Pijo" es una forma pellorativa (negativa) de llamar a la gente, normalmente de dinero, que se creen superiores a los demás.
Con "Hanguear" lo que hago es castellanizar un verbo inglés to hang out (vagabundear, pasear sin ningun proposito concreto, holgazanear). Supongo que es absolutamente incorrecto, pero como no pretendo entrar en la Real Academia de la Lengua Española ;-)
Ok,lo de pijo era una intriga, pues en cuanta serie de tv y peliculas sale y nunca se que es.
es como decir acá, gente"paqueta" "concheta" (se usa solo en el rio de la plata, q no somos muy latinoamerica)
El término pijo (suena medio feo acá) xque en femenino, acá se refiere (en términos ordinarios pero que todos usamos)a los genitales masculinos, juas!
Publicar un comentario