Sobre las cuatro y media me despierta el revisor. "¿cual es vuestra parada?", me pregunta. Por unos instantes estoy desorientado y no se que responderle. Me froto los ojos e intento recordar dónde estoy y a dónde me dirijo. Además he estado soñando en español y me cuesta desperezar mi Inglés.
El tio se desespera y despierta a Marco, que esta más agil, y le contesta que vamos a Hospet (estación que esta a 13 kilómetros de Hampi). " Pues vamos a llegar en quince minutos así que preparar las mochilas".
Los quince minutos se convierten en más de media hora, que tenemos que esperar junto a una de las puertas del vagón. A pesar de estar todos soñolientos, la idea de llegar a Hampi nos alegra. En realidad yo he sido el promotor y no hacen más que preguntarme cosas acerca del pueblo que yo les he vendido cómo lo mejor de toda La India.
Entramos en la estación. Abrimos la puerta y, antes de que el tren se pare, se montan en el vagon dos chavales para ofrecernos ricksaw. Nos piden doscientas rupias, pero como me se los precios, empiezo a ejercer de guía y le explico que no es mi primera vez en hampi y que sé que el precio es de 80rs. Acepta, así que nos vamos con el.
En la estación un chico con Rastas, me parece que italiano, quiere unírse a nosotros, pero somos cuatro y, con las maletas, no podemos compartir con el ni el más mínimo espacio.
La mañana es fria. Yo he vuelto a sentirme generoso y voy en el asiento del piloto, mientras mis compañeros tiritan en el asiento de atrás. Tardamos veinte minutos en llegar a Hampi y entramos justo al amanecer. Noto, con satisfacción, como sus miradas van de un lado a otro incrédulas, con las primeras luces rasgando la niebla, descubriendo templos escondidos entre el verde palmeral, o encaramados en las rosadas moles graníticas que nos rodéan. Cuando entramos en el bazar principal y se encuentran de frente con el inmenso templo piramidal que corona Hampi, y que parece iluminado para recibirnos, sus bocas no pueden estar más abiertas. Hampi nos ha dado un recibimiento de reyes y yo me siento como en casa.
En el Gopi Guest House tenemos que despertar a la gente. En breves segundos sale el dueño. Se cuerda de mí, me pregunta por Raquel y me sonrie como si fuese un viejo amigo. A pesar de que por teléfono, a Bebette le habían dado un precio muy superior de la habitación, en cuanto le recuerdo que habíamos pagado 450 rs hace menos de diez días, nos vuelven a dar esa tarifa.
Dejamos las mochilas en el restaurante porque nuestras habitaciones no están, obviamente, preparadas tan pronto. A pesar de ser las seis de la mañana nos abren la cocina, y nos preparan estupendos desayunos. Los camareros tambien me recuerdan perfectamente y todos me preguntan si he vuelto para escalar. Es increíble que esta gente tenga tan buena memoria. El dueño, que es quién me iba a poner en contacto con un amigo para ir a escalar me dice que va a intentar localizarlo un poco más tarde.
De todas formas se me ocurre que, teniéndo cuatro días para estar en hampi (del 7 al 10), y que si no escalaba el primero no pasaba nada. Tampoco me importaba hacer de guía turístico de mis compañeros por unas horas.
Mientras desayunamos en la terraza Marco no hace más que sacar fotos en todas direcciones. Bebette y Kim están encantadas porque el sitio es muy agradable para relajarse y dejar pasar las horas. Por poner un pero, el restaurante no tiene hamacas ni sofás, para tumbarse a leer o, simplemente, descansar.
Cuando nos avisan que las habitaciones están listas nos vamos a duchar. Siguiendo mis indicaciones, preparamos las mochilas con agua, protector solar, mi pequeño plano y nos vamos a alquilar las bicicletas. Bebette esta un poco remisa. El deporte no es lo suyo. Pero al final accede.
En la primera y única rampa Marco y Kim, que también me había asegurado que no era deportista, me sorpenden gratamente y suben al mismo ritmo que yo. Bebette nos sigue andando, empujando la bicicleta. El resto de la mañana lo pasamos pedaleando agradablemente entre los templos. Paramos muchas veces porque Bebette no esta acostumbrada a pedalear, pero como tenemos muchos días, no es importante.
A Marco y a mí nos hace mucha gracia que, cada vez que entramos en un templo, mienras nosostros nos dedicamos a exploirar los recovecos y dar vueltas, nuestras compañeras eligen un sitio bonito, se sientan y se relajan.
A medio día, cuando el calor es sofocante, nos marchamos al rio y comemos (samosas y curd rice) en el mismo restaurante en el que la última vez me ofrecieron "lassi especial" (con Bang). El chico también se acuerda de mí y bromemamos sobre el tema. "¿has vuelto a por tu bang?", me pregunta riendo. Nos intenta vender unas reproducciones en piedra de dioses Hindues. Según él, hechas por el mismo, con sus herramientas y horas de arduo trabajo. Cinco minutos después de comer, paseando por el bazar, nos intentarán vender las mismas piezas (exactas) en otros tres puestos del bazar.
Nos encanta Hampi. Las vistas del rio con su pequeños botes, el pueblo, las ruinas, todo es perfecto. Como no queremos verlo todo hoy decidimos que por la tarde vamos a dar un paseo en barca por el rio.
El puesto de botes, una enorme "playa" en roca pulida, esta muy cerca. Allí negociamos arduamente el precio de un paseo de una hora. Al final, despues de simular que nos ibamos varias veces, llegamos a un acuerdo. El bote es un cesto de mimbre, de dudosa estabilidad, en el que el "capitan" insiste en que caben diez personas. Nos acomodamos como podemos. Kim que es la última en subir, resbala en el último momento y se hace bastante daño al impactar su rodilla y codo con la piedra. A partir de ese momento a la pobre no hacíamos más que martirizarla diciéndole que era muy "clumsy" (patoso/a).
El bote se desliza suavemete por la corriente mientras nos hacemos fotos y recordamos anecdotas de los últimos días del viaje. Cuando regresamos a "puerto", nos dirigimos al guest house y tomamos unas coca colas. Kim y yo decidimos completar el día subiendo a lo alto de la colina que domina Hampi, para ver la puesta de sol. Marco y Bebette, que dicen estar cansados, se quedan en un ciber.
En la cima, yo intento librarme de un chico Indio que me esta sometiedo al cuestionario de rigor; nombres de mi familia, profesión, salario, qué es lo que más me ha gustado de India, etc.. Kim, mientras tanto, intenta esquivar a los monos que también han subido a contemplar la puesta de sol. Como esta claro que no voy a poder librarme de mi acompañante Indio, paso a la ofensivay le empiezo a preguntar yo. Su inglés es muy deficiente, y ante la pregunta de "how many temples are in this area?, el no sabe decir más que "how many, how many" señalando, cada vez, los diferentes templos que se ven en los alrededores. Al final se siente un poco frustrado cuando le pregunto más cosas y no sabe responderme y se marcha.
La puesta de sol no es perfecta porque hay bruma en el horizonte pero, a pesar de ello, las vistas son espectaculares. Bajamos casi sin luz pero afortunadamente Kim no se cae ninguna vez.
Nos reunimos con Marco y Bebette en el ciber y gastamos un rato escribiendo y chequeando correos. Sobre las ocho, el servidor se cae en todo Hampi y decidimos irnos a cenar. Pedimos comida italiana y un "hellow to the queen" (helado, banana, galleta y chocolate caliente). Jugamos un rato a las cartas, hasta que Marco y bebette deciden irse a dormir. Kim y yo pedimos un par de rones con limón y coca cola, única bebida alcohólica que se puede conseguir en Hampi, y charlamos hasta las diez y media, que es la hora de cierre de todos los sitios del Hampi.
Como no tenemos sueño, damos un paseo por el pueblo, pero no hay nadie por la calle y, al poco rato, decidimos volver y unirnos a nuestros respectivos compañeros de habitación.
Marco esta durmiendo profundamente. Intento hacer el menor ruido posible al lavarme los dientes y quitarme la ropa. Apago la luz y repaso mentalmente el día con satisfacción. Mañana ya he quedado con estos en que les daré instrucciones de las rutas que tiene que sguir para visitar el resto de templos y yo me dedicaré a escalar el día completo. Estoy deseándolo. Me duermo pensando en posturas, tipos de agarres, pies de gato y magnesio. Estoy en hampi y tengo cuatro días por delante para disfrutarlo.
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