miércoles, 19 de septiembre de 2007

Meknes (Mequinez) o la Preparación para ir a Fez


Tras los días pasados en Xauen, mi siguiente destino fue Meknes, a unos 250 km al sur, y muy cerca de la mítica Fez (ver más información en esta guía de Fez que hemos elaborado para BuscoUnViaje.com).


Todo el mundo que conozco y que ha viajado por Marruecos me había recomendado ir a Meknes porque, a pesar de nos ser tan "especial" como Fez, tiene una Medina interesante, es una de las cuatro ciudades imperiales (Marrakech, Fez, Rabat y, la propia Meknes), pero es menos turística, puedes estar más relajado sin que una nube de guías falsos te atosigue y, en definitiva, es un destino tranquilo, que te prepara para luego ir a Fez.

Así lo hice y, tras un viaje más largo de lo esperado en autobús, llegué a Meknes sobre las 8 de la tarde, es decir, noche cerrada. Durante el viaje había seleccionado una pensión que estaba justo en la entrada de la Medina. Era la que más recomendaba la guía y, además, me parecía la más facil de localizar según aparecía en el mapa.

Mientras entrabamos en la ciudad intenté orientarme, buscando los puntos de referencia del mapa y su correspondencia visual, pero me resultó complicado. Durante el reorrido al perímetro íbamos circunvalando, una larga muralla que encerraba la ciudad antigua, con impresionantes Puertas cada poco más de un kilómetro, per claro, era muy dificil saber cual era cada una.







BAB MANSOUR, BAB JAMAA EN NOUAR, BAB EL JEDID, BAB EL JEMIS. En función de cual fuese cada una podía estar muy cerca de la pensión o, en la otra punta de la ciudad. Al final el autobús me dejó en la estación y justo enfrente de una de ellas. Lo normal hubiera sido preguntar, pero en estas primeras etapas del viaje, todavía me mostraba más cauto de lo debido y, preguntar es dejar a las claras tu desconocimiento y, por tanto, presentarte como posible víctima para un guía falso.

Para evitarlo decidí ri directo a la parada de Taxis pequeños que había junto a la estación, coger uno y pedirle que me llevase a la pensión en vez de ir por mis propios medios (que es lo que siempre prefería hacer, dentro de la filosofía del viaje de gasto con tendencia a cero). El trayecto fue de unos 5 minutos, y me costó únicamente 5 dh (0,5 euros).

En esos primeros momentos en Meknes comprobé dos cosas. Una, que era verdad que es una ciudad en la que hay menos acoso al turista/viajero, porque en la estación nadie me dijo ni una palabra (cosa extrañísima en Marruecos) y, dos, que el taxista ya no hablaba español, es decir que había abandonado la comodidad idiomática que proporciona que en el norte de Marruecos todo el mundo hable mi lengua.

La pensión que había seleccionado era de mochilero extremo. La más barata de la ciudad y con condiciones bastante peores que las que describía la guía (mucho peor también que las de tanger y Xauen). Sin embargo el recepcionista era muy simpático y decidí, cómo además tenía mi saco de dormir para casos de "emergencia", quedarme con la habitación/cubículo.


La primera noche me fuí a dar una vuelta por la ciudad nueva (dejando la exploración de la Medina para la luz del día). Busqué un restaurante en el que cené un tajine bastante regular, y luego me metí en un antro de dudosa reputación para tomarme una copa. Los clientes y las camareras me miraban bastante, dejando a las claras que les extrañaba mi presencia. A pesar de todo repetí consumición, pero sobre las once y media, decidí no apurar más y volverme andando a la pensión.

De camino había muy poca gente por la calle y, por supuesto, ninguna mujer. Me puse la capucha de mi polar negro, en parte porque hacía frío y también porque es la forma más sencilla de no llamar la atención, y recorrí el kilómetro y pico que me separaba de la entrada de la Medina.

Cuando llegué a la habitación, comprobé que era tan cutre como la recordaba. Extendí el saco, me puse el pijama, leí un rato, y haciendo de tripas corazón, finalmente apagué la luz e intenté dormir sin pensar demasiado en los bichitos que podrían salir en cunato apagase.


Bichitos no, pero al minuto se empezaron a escuchar los ronquidos de mis compañeros de pensión. Las paredes y las puertas eran de papel, así que el patio interior, por el que se entraba a las habitaciones, se había convertido en un "magnífico" auditorio en el que los ronquidos reverberaban y se amplificaban hasta formar un coro que hacía dificil conciliar el sueño. Opté por volver a encender y leer a Paul Bowles (Memorias de un Nómada), hasta que callese rendido.

Al final pasé la noche y no tuve la visita de ningún animalito.

Los dos días siguientes los pase paseando plácidamente por la ciudad. Además de ir a los típicos sitios que recomienda la guía, hice una exploración nocturna de la Medina, en la que tuve el único momento de "pánico" porque no sabía salir.

Por lo visto, algunas puertas las cierran por la noche, y cuando estaba cruzando una calle por la que unos niños jugaban a la pelota, todos pararón de jugar y empezaron a gritarme algo. Yo les ignoré y ellos empezaron a correr detrás de mí. De repente uno me cogio de la mano y me empezo a decir, en Inglés, que más adelante estaba cerrado. Yo estaba convencido que era un truco así que ignorándo sus ruegos, seguí adelante diciendo que ya lo sabía. Efectivamente, un poco más allá, había una puerta cerrada.
Volví sobre mis pasos avergonzado. Los niños se rieron de mí todo lo que quisieron y más. Volví a intentarlo en otra dirección y lo mismo. Al final no me quedó más remedio de volver por el mismo sitio por dónde había entrado. Eso me hizo dar una vuelta considerable, comparado con el recorrido que había planeado, pero era lo más seguro.

Otra cosa que aprendí a hacer en Meknes, y que se convirtió en una costumbre para el resto del viaje, fue la de ir a tomar un café y un pastel de chocolate por las tardes. Es una tradición muy Marroquí y, en consecuencia, tienen muy buenas pastelerías. Sobre las cinco o seis de la tarde, siempre buscaba una, me sentaba tranquilamente y, mientras leía mi libro de turno, pedía un "Cafe au lait", y un "gateau de chocola".
Meknes no tiene cosas muy espectaculares que ver, pero es una buena etapa en el viaje al sur de Marruecos, y merece la pena "gastar" un par de días en ella. Estas son algunas fotos que saqué de la ciudad.

















1 comentario:

Anónimo dijo...

ME ENCANTO DEMACIADO Y YA QUE ESTOY QUERIENDO VIAJAR ALLI ME VINO MUY BIEN TU TRAVECIA ME INTERESARIA SABER MAS DE MARRUECOS SI TE INTERESA TE DEJO MI MAIL Y ME CUENTAS MAS OK SEREMBEREL@HOTMAIL.COM