jueves, 13 de septiembre de 2007

Chefchauen; un pueblo blanco y azul colgado en las montañas

Nota: Si estáis planeando un viaje a Marruecos, os recomiendo que visitéis la guía de Marruecos que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com. Además también podéis consultar la guía del norte de Marruecos, o la del desierto de Marruecos.

Mi siguiente etapa en Marruecos, tras el impacto inicial sufrido en Tanger, fue Chefchauen (nombre árabe) o Xauen (como aparece en nuestras guías).
Es la capital de los montes del Rif. Zona muy famosa por su rebeldía a dejarse conquistar, en el pasado, y actualmente por su conflictividad debido a que su principal fuente de ingresos es el cultivo del kif (hachís).

Elegí Xauen como segundo destino, porque geográficamente me venía bien, esta de camino a la imprescindible Fez, y porque me habían recomendado algunos trekings en sus inmediaciones.

Para llegar hasta allí tome un autobús desde la estación de Tanger, que pasaba por Tetuan, y en unas tres horas te dejaba en la Xauen. Este fue mi primer contacto con los autobuses locales, porque no había ninguno de las compañías estatales CTM o SATAS, que tienen mejores condiciones y empleados que hablan inglés (a veces un poco de español).

Con estas compañías nunca estas muy seguro de si el autobús va dónde tu crees, o si simplemente te han dicho que sí para que pagues el tiket. Es una experiencia divertida. El ayudante del conductor te habla en arabe a toda velocidad y tu le contestas en lo que puedes. La única palabra que deberíamos entender ambos, es el nombre del destino, pero, en Marruecos casi todas las ciudades tienen dos nombres, el árabe y el occidental (Xaues vs Chefchauen, Meknes vs Mequinez, etc..). Al final te fias pagas el tiket, te dan un recibo en árabe que no entiendes, y te montas en el autobús.

La hora de salida siempre es orientativa, porque el autobús sale cuando se llena (que podría ser una medida a implantar en occidente por aquello de evitar el cambio climático), pero no hay que enfadarse, eso esta muy mal visto en Marruecos.
En mi caso, como tenía mucho tiempo disppnible para el viaje, no desesperé en ningún momento, por lo que fui rápidamente aceptado por ese importantísimo colectivo en Marruecos; los ayudantes de los conductores de autobuses.

Evidentemente, en las estaciones de autobuses también hay muchos falsos guías, que intentan captar turistas desorientados y, pretendiendo ayudarte, lo único que hacen es cobrar comisiones de los sitios a los que te "llevan" (con el consecuente sobreprecio que tienes que pagar).

Pero me estoy desviando, el viaje a Xauen, fue agradable. El autobús estaba no excesivamente atestado, el día era luminoso y el norte de la península Tangerina estaba lucía un verde radiante.

Cuando llegué a Xauen, y tras sortear a un par de falsos guías, busque la pensión (Zenika) que había seleccionado de la guía. A pesar de que el pueblo es bastante pequeño, estaba lejísmos de la estación, y tuve que darme una pateada importante con el lastre de mi mochila de 70+10 litros por las empinadísimas cuestas de Xauen.

Sin embargo, el esfuerzo mereció la pena. En la Pensión Zenica había habitaciones disponibles y, la que me tocó, era estupenda y baratísima. Sábanas inmaculadamente blancas y con olor a recién lavadas por 50dh (5 euros).






Además la medina de Xauen es un sitio mágico. Calles estrechas y tortuosas. Las paredes encaladas en azul, en la planta baja, y blancas, en las superiores.

Durante dos días pasee, tomé cafés, tés, y disfruté de un lugar absolutamente relajante (si te abstraes de los continuos ofrecimientos de venta de Kif) que está únicamente a unas tres horas y media de la Costa Gaditana, y que fue el primer lugar en el que me sentí absolutamente relajado en el viaje.
Además durante la horas de sol podías hacer trekings muy sencillos por las montañas de los alrededores. Comprabas un pan, una lata de atún, un plátano, una botella de agua, y pasabas el día entero andando. Disfrutando del suave y soleado invierno marroquí.
Por las noches cenaba en Casa Hassan. Un pequeño restaurante con unas seis mesas, chimenea (por la noche la temperatura se desplomaba hasta el frío intenso), y dónde servían magnificos platos marroquiés. exquisitos los Tallines, y magnifica pastilla. En teoría, la cocina marroquí es mejor cuanto más al sur, pero en mi caso, este fue el sitio dónde mejor comí (quizá exceptuando un magnífico tallín de dorada que cené una noche en Sidi Ifni) en toda mi estancia.

En definitiva, un lugar para ir casi cada año y pasar tres o cuatro días. Es exótico, relajante, barato y seguro. Como una ímagen vale más que mil palabras, estas son algunas fotos;











No hay comentarios: