No me apetece mucho. No porque no quiera ver a mi familia y amigos (que evidentemente sí me apetece), sino porque ahora, que ya llevamos un mes en Amsterdam, empezamos a sentirnos en casa. Ayer, fuimos al cine a Muntplein, y cuando bajabamos en el "Tram" (tarde lluviosa), incluso nos pusimos un pelín nostálgicos.
Una semana en España rompe un poco la agradable rutina que ya habíamos establecido aquí.
Es muy curioso como opera la mente (al menos la mía) entre la tendencia a establecer ciertas rutinas (que ordenan la vida y le dan un sentido, aunque sea lúdico), y la necesidad de experimentar cambios, que despierten la conciencia de que sólo hay una vida
Hace años escuche la teoría de la diferente densidad del tiempo en función del momento vital en el que te encuentras. Y sigo creyendo firmemente en ella.
La teoría explica el porqué, de esa sensación que todos tenemos cuando somos niños, de que los años pasan muy despacio, mientras que en la madurez (y dicen que cada vez más) pasan volando. La clave esta en la novedad de las cosas que experimentamos.
Mientras que para un niño todas las cosas que percibe son nuevas, y por tanto, sus sentidos, tardan un tiempo en procesar la información, analizarla y sintetizarla en ideas, opiniones, sensaciones, etc.., un adulto, a no ser que se esfuerce en hacer cosas diferentes, conoce casi todo lo que existe en su entorno habitual. Por eso el impacto en sus sentidos es mínimo, la sopresa inexistente, y el interes para su estructura de pensamiento o de emociones escaso.
Por tanto, el "éxito" en la vida, debe de consistir en alcanzar un razonable equilibrio, entre la configuración de rutinas, sistemas de trabajo, etc.. (que te permitan alcanzar objetivos y tener un cierto equilibrio), y la búsqueda de nuevas ideas, sensaciones, lugares, personas..
Dicho todo esto, que se me ha ocurrido simplmente porque estoy un poco deprimido esta mañana, me voy a poner a preparar la maleta, porque no me gustaría experimentar la nueva sensación de perder el avión.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo... cuando el tiempo nos atrapa en sus redes y nos hace avanzar a la velocidad de la luz, hay que conseguir escapar y hacer que cada día vuelva a ser tan lento como esos infinitos veranos de nuestra niñez.
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