martes, 15 de mayo de 2007

Marruecos: Primera noche en Tanger

Nota: Si estáis planeando un viaje a Marruecos, os recomiendo que visitéis la guía de Marruecos que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.



Para continuar con la historia, debo volver a publicar dos posts antiguos, concretamente de los días 19 y 26 de febrero. Son estos;
--------------------------------------------


Cuando llegué a Tánger, dos motivaciones fundamentales (además de disfrutar del viaje) dominaban mi ánimo. Por una parte, una firme voluntad de no preguntar a nadie dónde están las cosas (característica muy presente en el género masculino), y además no permitir que nadie me engañase.

Evidentemente, no iba a preguntar a nadie porque no quería parecer un novato, que esta en su primer viaje de “aventurilla”. ¡Soy un Routard! (es el nombre de mi guía de viajes. En español se traduce por trotamundos) me repetía a mi mismo, una y otra vez, para ganar en seguridad.

Además, me habían advertido tantas veces sobre los guías falsos, que pretendiendo ayudarte a llegar a tu hotel, te llevaban, en el mejor de los casos, a otro peor (dónde tenían comisión) y, en el peor, te robaban todo lo que llevases encima, que mi plan consistía en no hacer caso a nadie.

Así que nada más salir del barco, cogí impulso, y pase mis primeros momentos en Tánger, en una loca carrera, que me generó bastante angustia y probablemente algún peligro más de lo necesario.

El pasaporte ya nos lo habían sellado una pareja de la policía marroquí, en el propio barco. Sin embargo, nadie nos pidió ningún papel para Aduanas y, supuse, que cuando llegásemos a la terminal, tendríamos que pasar por algún control y rellenar alguna declaración. Me coloco, más o menos, en la mitad de la cola, para imitar lo que los demás hagan.

Pero no hay ningún control. Fuimos caminando por la pasarela y nadie nos hizo ninguna indicación. Cuando llegamos al vestíbulo de la Terminal, tampoco. Directamente nos mezclamos con la gente que estaba esperando a los pasajeros. !Ya estábamos en Marruecos! Era la primera vez que entraba en un país sin pasar ningún control de inmigración o aduanas.
Lo lógico hubiera sido preguntar a alguien de la compañía naviera o dirigirme a información, pero como desde el momento de llegar al vestíbulo empezó el “acoso” de los taxistas, y yo estaba decidido a no dejarme timar por nadie, me dirigí a la salida de la Terminal a toda velocidad.

Nada más salir, se incrementaron los ofrecimientos de taxi. Es un fenómeno generalizado en todo Marruecos. Deben de pensar que los turistas somos ciegos y que si no nos gritan, "!Taxi, Taxi!" No nos vamos a dar cuenta de su existencia.

Por supuesto, ignoré todos los ofrecimientos que me hicieron y salí pitando, en busca del hotel, sin preguntar a nadie. El problema es que, como casi todos los pasajeros tenían a alguien esperándoles en el vestíbulo, o cogieron un taxi, me convertí en la única persona (delos 100 pasajeros) que pretendía salir a pie del puerto.

Miento, había otra persona. Una chica Marroquí, de unos 25 años, con un carrito y su bebe. Y yo, como un idiota detrás de ella para sentirme más arropado. !Menuda protección!. Además, iba tan despacio, que al final no me quedó otro remedio que adelantarla, y a unos 100 metros de distancia de la Terminal ya estaba completamente solo.

En general, los puertos siempre son lugares un tanto complicados. En Tánger, por la noche, sólo, con todas mis pertenencias encima (la mochila que pesaba como un muerto), y sin tener ni idea de por dónde se salía del puerto, es evidente que no me sentía lo más seguro del mundo.

Sólo tenía una idea aproximada de por dónde tenía que ir, por lo que había podido orientarme mirando el mapa (apenas un croquis) de mi guía.

El Puerto estaba lleno de grupos de hombres que, aparentemente, no hacían nada más que esperar (supongo que el barco de turno para cruzar hacia España). O, quizá, serían tripulaciones de algún mercante. Mis prejuicios me hacían desconfiar de grupos de gente parados en la calle sin hacer nada. En España, normalmente, todo el mundo va a algún sitio o está haciendo algo. Y una imagen típica de los barrios más complicados, es la de los camellos o proxenetas apoyados en las esquinas, sin hacer nada.

Todos se quedaban mirándome. Pero nadie me dijo nada y no debían ser maleantes, porque yo estaba sólo, absolutamente a merced de quien hubiese querido hacerme algo. Por supuesto, tenía una pinta de "guiri" que tiraba para atrás, y estaba claro que no sabía adonde iba. Sin embargo nadie me molesto.

Mientras caminaba, veía a mi derecha, sobre una colina, la Medina. Era dónde tenía el hotel, pero aparentemente estaba separada del puerto por un enorme muro. Pensé en dirigirme hacia allí directamente, cruzando un parking lleno de camiones, para ver si había alguna puerta de salida. Sin embargo eso me obligaba a salir de la carretera principal y, por tanto, a abandonar la única zona iluminada del puerto y que tenía un tráfico continuo.

Descarté la idea y seguí hacia donde suponía que estaría la entrada principal. Al final, después de una buena caminata, llegué a la salida en dónde había un control de la gendarmería marroquí.

Nadie me dijo nada, sólo controlaban a los vehículos, pero no a los peatones, así que salí y giré hacia la derecha. Tenía que retroceder un poco hacia la medina.

Evidentemente, tampoco ahora pregunté a nadie. Justo al salir del Puerto había una plaza dónde también había mucha gente parada(únicamente hombres). En esa zona se amontonaban todas las agencias, que venden pasajes para los barcos. En Algeciras es exactamente igual, y también hay siempre mucha gente, pululando alrededor.

Desde la plaza subía una calle hacia la medina, que tenía exactamente la dirección que creía que tenía que tomar. La seguí y a escasos cincuenta metros, se abría una puerta en la muralla (que rodea toda la medina) que estaba indicada en el croquis de la guía.
Una vez que entré en ella, todo cambió. Mi mochila se convirtió en un reclamo y fui asaltado por montones personas (¿guías falsos?), que me querían ofrecer de todo.
  • ¿Te llevo al hotel?
  • ¿quieres kifi?
  • ¿te apetecen mujeres?.

Te ofrecen de todo en menos de un minuto. Otros, para ganarse tu confianza, te dicen que sólo quieren hablar. Te hablan en español, francés e inglés simultáneamente. Si no les contestas algunos te dejan tranquilo, pero otros insisten y se ponen a darte la paliza.

Lo cierto es que sí que impacta un poco. ¡Hay tanta gente en la calle!, ¡en la economía informal!, buscándose la vida que todos te asaltan y te asustan porque no estamos acostumbrados.

Además, las medinas (ahora ya he visto unas cuantas) imponen bastante. Son entramados de callejuelas, normalmente sin tráfico, en dónde es difícil orientarse y dónde se mezcla de todo, suciedad, puestos en la calle, comercios de todo tipo, animales (los más habituales son burros, gatos, y gallinas), pensiones, y sobre todo, mucha gente, olores muy intensos y bullicio. Es el sitio perfecto para una emboscada a un turista pardillo.

Mi reacción ante la avalancha de ofertas fue la de tirar para adelante, sin hacer caso ni, apenas, contestar a nadie.

Los guías falsos son muy pesados, sin embargo, esto no quiere decir que sean peligrosos. Sólo algunos, como en todos sitios. El caso es que seguí avanzando, con una nube de ellos a mí alrededor.

Más o menos, los conseguí rechazar, pero uno, más pesado de lo normal, se puso a mi lado y me soltó el rollo de que sólo quería hablar y de que la gente en Marruecos era muy buena. Me hablaba únicamente en español. Supongo que lo dedujo por mi aspecto físico, porque yo no le había dicho nada.

Al final como no me “soltaba”, le dije que no necesitaba su ayuda, y que había estado en Tánger en (textual) "infinidad de ocasiones". Evidentemente no se lo tragó. Como si no me hubiese escuchado, me preguntó a que hotel iba.

Le dije el nombre de la pensión. El se empeñó en acompañarme aunque yo seguía asegurándole que sabía dónde estaba. A todas estas yo seguía andando, a toda prisa, intentando fijarme en algún punto de referencia, que me permitiese orientarme. Justo en ese momento, a la izquierda, vi unas escaleras.

El tipo me dijo que era subiendo por ellas, yo también lo creía, pero me entró las dudas porque no quería que se creyese que le estaba hacindo caso a él. Pero por otra parte, igual no es por ahí, y el tío quiere perderme, nada más entrar en la medina.

De todas formas decidí subir. El seguía parloteando a mi lado. Cuando subimos las escaleras, entramos en una callejuela, en la que cada portal, prácticamente era un hostal, o pensión, a cual con peor pinta. Cada vez que pasábamos por uno, el tipo me decía el nombre del hotel y si era o no bueno. La verdad es que no insistió mucho en que eligiese ninguno de ellos. Yo seguía dudando si iba por buen camino, porque la verdad es que la calle en cuestión tenía una pinta horrible, pero al final, apareció el cartelito de mi pensión. Pensión Palace.

¡Estaba en "casa"! ¡A salvo!. Entré en la recepción de un salto, sin despedirme del tipo, a pesar de que el me siguió diciendo cosas. Evidentemente no le di dinero, si era eso lo que esperaba, y una vez que estuve con el recepcionista, se batió en retirada y desapareció.

Vale, reconozco que la medina por las noches, con la mochila, acojona un poco, y tiene un cierto riesgo. La guía aseguraba que esta zona de la medina, era la más peligrosa de Tánger, y que Tánger, era de las ciudades más peligrosas de Marruecos, (textualmente decía que Tánger no era una ciudad para pardillos).

Sin embargo, estoy seguro que el riesgo real, es muy inferior lo que yo sentí. Cuando llegué a la pensión me sentí como si hubiese superado peligros mortales.

Con ese estado de ánimo, el recepcionista me parecía mi ángel de la guarda. Le pregunté si hablaba español y, por supuesto, me contestó afirmativamente. Le pregunté si tenía alguna habitación libre, cruzando los dedos, porque no me apetecía volver a salir a la calle, dónde me imaginaba estaría apostado mi guía. Otra vez me respondión afirmativamente. Le pregunté el precio de la habitación, porque me sentía en la obligación de regatear, pero en ese momento, con los nervios, el regateo me salió patético.

- 50 dirhams (5 euros). Dijo le recepcionista.
- Perfecto. Contesté.

!Joder! menudo regateo. Me podía haber pedido el doble y hubiese aceptado igualmente. Además, el precio es extremadamente barato para lo que estamos acostumbrados en España.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Una vez “negociado” el precio de la habitación con el recepcionista, le sigo por un intrincado laberinto de escaleras y pasillos en la más absoluta penumbra, salvo, de vez en cuando, por unas velas dispuestas en el suelo.

La pensión Palace, según había leído, estaba ubicada en un antiguo edificio español (creo que de correos). Era grande y se distribuía a partir de una serie de patios interiores.

Mientras caminamos, intentaba orientarme, porque luego tendría que entrar y salir por mis propios medios. No era fácil porque en bastantes sitios había que decidir entre varias opciones.

Finalmente, llegamos a una especie de distribuidor, que daba a las puertas de 4 habitaciones. El techo era una especie de pirámide acristalada, pero con los cristales rotos, y había una gran lámpara colgante también de cristal, en tonos azules, en muy deficiente estado y que no iluminaba demasiado.

El conjunto, a pesar del deterioro, era bastante bonito. Desde luego aceptable para tratarse de una pensión de 50 Dh (5 euros). Se podría decir que tenía encanto.

Mi habitación era la 28. Entro en ella detrás del recepcionista, y compruebo que es sencilla, pero pulcra. Paredes blancas, en general bien pintadas, aunque algún desconchón empezaba a asomar en las esquinas. La cama de matrimonio, con sábanas de limpias, aunque un colchón un poco hundido.

En una pared había también un pequeño lavabo. Ya sabía que en este tipo de pensiones el baño era comunitario y lo único que tenías dentro de la habitación era eso, el lavabo.

Lo peor era el armario con espejo, que estaba impracticable por el polvo que acumulaba y la inexistencia de perchas. Finalmente tenía una pequeña mesa con su silla, que me vendría bien para poder escribir mis notas del viaje.

Mientras lo miraba todo, el recepcionista se despidió, sin muchas alharacas. Me quedo sólo en la habitación. Como aún tengo algo de susto en el cuerpo, me encierro inmediatamente.

Mi primera preocupación era sacar de la maleta los papeles en los que tenía apuntados los teléfonos, de las dos personas de contacto en Tánger, que me habían facilitado. Ana y Anwar (se pronuncia Anuar).

Aunque a mí estas cosas (llamar a alguien desconocido), me dan un poco de vergüenza, pero en ese momento, y con la sensación de que si no venía alguien a buscarme no me iba a atrever a volver a salir a la calle, no era obstáculo suficiente.

Saco los números y marco, primero el de Ana. 00212… Llamada cortada. Pruebo otra vez, pero esta vez sin el prefijo del país, 65…… Otras vez, llamada cortada. Repito la operación con el número de Anwar. Vuelve a darme llamadas cortadas en ambos casos. Me pongo un poco nervioso. Aunque me han asegurado que en Marruecos la telefonía móvil funciona perfectamente, dudo.

Me doy cuenta de que el la pantalla del móvil todavía aparece red Vodafone, lo que debe significar que no se ha conectado automáticamente a ningún operador marroquí. Sin embargo tiene cobertura.

Se me ocurre que igual había dado la casualidad de que ambos estaban comunicando. Incluso pienso, absurdamente, que podrían estar hablando entre ellos, de mí.

Intento llamar a España para hacer tiempo. Me sale llamada cortada tanto si marco el número directamente como si marco el 0034. Me entra una pequeña risilla nerviosa. No me funciona el móvil en Marruecos. Estoy sólo, pienso para mí.

Intento buscar en configuración del teléfono, la opción de buscar nueva red de forma manual. No lo encuentro. Más nervios. Al final, dándole varias vueltas, lo consigo y conecta a un operador. Sin embargo no da cobertura.

Algo de lo que estoy haciendo no esta bien. Lo que pasaba es que, una vez que selecciono una red de las dos opciones que me aparecen (MOR IAM y MOR MEDITEL), le doy a aceptar, pero al no salirme cobertura en los 5 segundos siguientes, no tengo paciencia, y le doy a cambiar al otro operador.

Al final, sin saber muy bien que he hecho diferente, me conecta definitivamente a MOR IAM, aparece un iconito de una maleta, junto a la cobertura y 5 magníficas rayas que indican cobertura excelente.

Vuelvo a llamar a Ana y, con un vuelco en el corazón, descubro que da línea, y, mejor todavía, contesta.

- ¿Hola?
- ¡Hola Ana! Soy JR, el amigo de Ana, estoy en Tánger. Le suelto a bocajarro.

Vacila un momento, pero reacciona (estaba avisada) y contesta.

- ¡Ah! ¿Ya has llegado?
- Sí, ya estoy en la pensión y estoy bien.

Supongo que le extrañaría que le dijese que me encontraba bien. ¿Porque no iba a estarlo? Ella vive allí y no le parecerá muy normal, que un tío de metro noventa y dos centímetros este encerrado en su habitación y acojonado.

Me quedo dudando un momento, si explicarle de inmediato mi “situación de necesidad”, o mantener una imagen de suficiencia. Decido ser sincero y pedirle una “cita”.

- Perdona que te asalte, pero es que Ana me dijo que te llamase con toda confianza y era por si podíamos quedar a Cenar.

Vuelve a dudar un momento.
- Si, claro, claro, me contesta ella. Lo que pasa es que todavía tengo que hacer unos recados, y no tengo planes exactos para esta noche. Igual íbamos al cine a ver una película, porque están proyectando un ciclo de cine europeo, y eso no es muy habitual en Tánger.

Calla un instante y prosigue.

- Aunque, claro, igual a ti no te apetece.

Yo no dudo, pero balbuceo.

- No, no, ¡yo me adapto a lo que sea!

Dios mío, ¡no me quiero quedar sólo!.

- Vale, pues dame media hora, y te vuelvo a llamar para decirte como quedamos.
- Perfecto. Le doy muchas gracias tres veces y cuelgo.

¡Uf!. Suspiro aliviado. Parece que tengo “salvación”. Voy a quedar con alguien, que conoce la ciudad y me “protegerá”.

Me animo mucho, y empiezo a pensar con más claridad. Ahora ya tengo una base de operaciones, la habitación de mi pensión, y una cita, para más tarde. Paso, en un segundo, del miedo, a la euforia.

Y, aunque parece increíble, también paso en un instante, de no querer salir de la habitación, a pensar en explorar. Lo que quería fundamentalmente era comprobar si al no llevar la mochila, me podría mover con mayor facilidad por la calle, sin llamar tanto la atención, o por el contrario la sensación que había tenido cuando venía era real.

Esa era un poco la clave del viaje. Desde luego la idea de que iba a estar un mes entero en Marruecos perseguido por guías falsos no era muy atractiva.

De momento para relajarme un poco llamo a España para decir que estoy bien. El móvil funciona a la primera. ¡Perfecto! Cuando termino, me preparo y me doy cuenta, que, en el fondo, estas sensaciones son las que buscaba con el viaje. Un poco de aventurilla, romper la rutina, conocer cosas nuevas, así que no me puedo quejar.

Cunado estoy preparado, me vuelvo a poner el polar y salgo de la habitación. Llevo botas, pantalones grises oscuros de montaña, y el polar, que es negro y gris, con capucha, así que no puedo llamar mucho la atención de noche. Además mi pelo es castaño oscuro. ¡Joder, soy español, no un rubio sueco pecoso! Tampoco puedo cantar mucho sin la mochila.

Salgo al distribuidor, cierro, e intento recordar el camino por el que he venido. Dudo un poco en alguna intersección de pasillos y escaleras, pero al final salgo a un patio interior que me suena, bajo unas escaleras y llego a recepción.

Como no llevo ni un dirham encima, me dirijo otra vez al recepcionista para que me cambie algo de dinero. Calculo que con 40 euros, que es más o menos la mitad de lo que he traído conmigo, tendré suficiente. No se si es mucho o poco, pero en comparación con el precio de la habitación 50dh, me parece que 400 tiene que bastar.

Una vez que el recepcionista me los da, me dispongo a salir a la calle, pero el tipo me retiene.

- Oye, oye.

Y por toda explicación, me alarga un papel.

Lo miro con cara de tonto, primero a él y luego al papel, hasta que al final, me doy cuenta de lo que es. Claro, en Marruecos hace falta un documento acreditativo del cambio realizado. Lo cumplimento y se lo queda. Me sonaba que en mi guía decía que teníamos que quedarnos con una copia, por si me lo pedían a la salida del país, pero el tipo no hace mención y yo tampoco le pregunto.

Además, ¿dónde me van pedir los papeles? ¡Si en este país no hay control de aduanas! Además mi plan era sacar el dinero directamente en dirhams, en los cajeros.

Al fin, salgo a la calle. Justo a la izquierda de mi pensión, como a unos 15 metros, había una pequeña plazoleta, que se llama el zoco chico. Lo había visto en el plano, y pretendía evitarla, porque, teóricamente, es la zona más conflictiva de la Medina.

Decido, por tanto, desandar el camino, bajando a la derecha, por la calle por la que llegué, bajar la escalera y una vez abajo, intentar callejear hasta llegar al hotel Continental.

El Continental es el hotel más grande y lujoso de la medina, y además ya lo había localizado visualmente mientras realizaba mi caminata por el puerto, así que creía poder encontrarlo.

En principio, este hotel era el que me habían recomendado para quedarme, pero aunque no era muy caro en términos españoles (no pasaba de 30 euros la noche), comparado con mi pensión era 6 veces más. Y un trotamundos (que era, aunque primerizo, lo que yo pretendía ser) siempre intenta ir a los sitios más baratos y auténticos.

Nada más salir a la calle, la primera buena noticia. Mi guía pesado no estaba esperándome. En total habría pasado una hora desde que me dejó, así que lo más probable es que se hubiese cansado.

Como táctica, empiezo a andar rápido e intentado parecer decidido. Paso por delante de las otras pensiones y ninguno de los que antes me chillaban, ahora me dice nada. Eso me da confianza.

Parece que esto funciona porque, ni siquiera parecen darse cuneta de mi presencia. Además la intimidad me permite mirar un poco, aunque tampoco en demasiado porque sigo andando rápido para no despertar “sospechas”, las cosas, las calles, los comercios.

Bajo las escaleras, atestadas de gente, y sigo sin ser asediado. Cunado llego abajo, giro a la izquierda y veo un cartel que indica la dirección del hotel continental, y la distancia, 200 metros. ¡Fantástico!. Gano algo más de seguridad, aunque sigo recordando que, en teoría, la medina, por la noche, es peligrosa. Otro cartel, Continental a 100 metros. Cruzo entre grupos de personas y nadie me dirige la palabra.

Unos niños juegan a baloncesto en una pequeña cancha, situada en una terraza sobre el puerto, y tienen bastante público. En un inicio de arranque de euforia, se me ocurre jugar con ellos.

El arranque pasa y sigo mi camino. ¡Tampoco hay que pasarse!, pienso.

Continental 50 metros. Ya veo la puerta. Cunado me dispongo a franquearla, un empleado de seguridad me mira y me pregunta dónde voy.

Le hablo en español, y me invento que he quedado con una amiga en el bar del hotel. En un segundo se da cuenta que soy un turista y, con su mejor sonrisa, me hace pasar. Además me indica el camino, aunque este era evidente porque la entrada estaba justo enfrente.

He triunfado. Estoy en la terraza del hotel, encima del puerto, escuchando las olas contra el espigón. Al fondo, las luces de toda la superpoblada bahía de Tánger. Me siento seguro. El paseo de escasos diez minutos me hace comprender que la Medina no era tan terrible como inicialmente me había parecido. He recorrido andando por la noche una buena parte de la medina y nadie me ha molestado.

Mis miedos iniciales se debían a la inexperiencia y estaban, casi totalmente, injustificados. Lo que había pasado es que la mochila había hecho que todos los guías falsos, un 1 % de la población, fuesen a por mí. Sin embargo, una vez liberado de esa carga, me podía mover entre el 99% restante con total tranquilidad.

2 comentarios:

Veroyjesus dijo...

Hola, me gustaría saber si te acuerdas del nombre del alojamiento. Estoy buscando para ir a Tanger y no se si hacerlo directamente por internet o ir preguntando por allí.

Gracias!

Anónimo dijo...

Tan solo 5 € / persona Niños Gratis

Comience su visita a Tánger con un recorrido turístico por el centro de la ciudad y continúe a pie por el La medina o ciudad antigua de Tánger está formada por infinidad de callejuelas llenas de bazares y de tiendas de productos locales, Tánger es una ciudad que puede verse cómodamente en uno o dos días.

El Gran Zoco o plaza del 9 de abril es un fantástico lugar para contemplar la animada vida de la ciudad. Esta plaza que ha sido el lugar tradicional del mercado, está ahora repleta de cafetines y estos históricos puestos de mercado se han ido situado en las calles de sus alrededores. Que tiene un bello alminar de azulejos polícromos.

Parque de la Mendubia que aunque a simple vista te pueda parecer una simple plaza, es un lugar agradable para relajarte y disfrutar de este remanso de paz después del bullicio de la medina y los zocos. Es un buen lugar para disfrutar de la cultura marroquí y apreciar su estilo de vida. A la entrada de este parque encontramos un arco con una inscripción en árabe. Este parque tiene una buena cantidad de plantas exóticas y árboles y entre ellos destaca un árbol de banyan de más de 800 años de antigüedad.

Rue des Siaghins que es una calle muy animada por sus tiendas artesanas, el Zoco Chico (Petit Socco), llamado también souk Dakhil, el corazón de la medina y uno de los lugares más atractivos y característicos de la ciudad. Es una plaza de estilo español, con balcones y rejas de hierro forjado, rodeada de viajas cafeterías y hoteles.

Gran Mezquita fundada por Moulay Ismail 1684 que fue ocupada por numerosas civilizaciones entre ellas los romanos.Bajando un poco, nos encontramos un bonito mirador con bonitas vistas del puerto.

kasba (la antigua fortaleza) la plaza de la Kasbah donde se encuentra Dar el Majzen, Museo de la Kasbah (Visita gratuita martes de 13 a 16h viernes de 9 a 12h y de 13 a 16h) y antiguo palacio del sultán fundado por Moulay Ismail en el siglo XVII, el edificio se distribuye alrededor de dos patios porticados por columnas de mármol y arcos revestidos de azulejos que dan paso a diversas estancias y a la sala del trono. Este palacio es famoso por sus bellos techos de cedro y sus paredes de estuco. Dentro se encuentra el museo que contiene piezas de arte marroquí y antigüedades. También contiene una sección arqueológica.

Plaza de Francia: cerca del boulevard Pasteur, en el centro geográfico de la ciudad

Fuente Bab el-Aassa de Tánger La triple fuente es una de las más bonitas de toda la ciudad de Tánger. Destaca sus yeserías y su esperada azulajería, creando un conjunto muy hermoso pudiendo estar dentro de una mezquita en lugar de plena calle

Podrá comer en un restaurante de la ciudad con comida tradicional marroquí como el cuscús, tagine y otras delicias locales , Podrá hacer sus compras en un bazar tradicional, donde encontrará multitud de variedades de alfombras y objetos de artesanía.

No deje escapar la oportunidad de visitar un destino enigmático. Tánger tan cerca y a la vez tan lejos, que cautiva a sus visitantes con el exotismo de su cultura cada vez más receptivas a la modernidad, le aseguramos una experiencia única.

Recomendaciones útiles:
- Siempre recomendamos el uso de calzado cómodo y ropa cómoda.
- Durante el verano es aconsejable el uso de ropa ligera, gorra y mantenerse continuamente hidratado. No exponerse prolongadamente al sol.
- En la estación de invierno, es aconsejable llevar algo de ropa de abrigo.
- La moneda loca es el Dirham, pero aceptan Euros.

Contactenos para mas informacion
Email: yodarud@hotmail.com
Telefono: (+212) 603 539 750 usuario WhatsApp

http://www.viajetanger.blogspot.com/