Día 1: Viaje de Madrid a Tánger.
Afortunadamente saben que la compañía es DAIBUS y que su ventanilla (sin colas) está a menos de veinte metros. Ya me extrañaba a mí, que Algeciras tuviera tanto éxito como destino, y además un miércoles a esas horas.
Voy corriendo, compro el billete y llego, otra vez corriendo, con un minuto al andén dónde esta aparcado el bus.
Inevitablemente (tendencias adquiridas en la infancia) busco un asiento en la parte trasera del autobús. No me resulta dificil porque sólo hay unos 20 pasajeros más (para unas 55 plazas). Lo que creía que podía ser una parte incomoda del viaje, fue todo lo contrario. Tenía dos plazas enteras para mí, el autobús era nuevo, con video, calefacción y todas las comodidades de los autobuses modernos.
El día esta nublado, y el viaje transcurre sin ningún incidente, salvo un poco de tráfico a la salida de Madrid (es peor en sentido entrada, hay mucha gente que entra a trabajar a estas horas, pero yo no. Me voy de viaje. ciao. hasta la vista!!)
Cuando pasamos a la altura de Granada (el autobús no hace ninguna pareada hasta Málaga), sigue tan encapotado y con niebla, que ni siquiera se ve la ciudad.
En málaga se bajan 16 de los 20 viajeros. Sí, no es una forma de hablar, nos quedamos sólo 4. Tres señoras y un servidor. De los 4, tres vamos a la estación marítima para coger el ferrie. Lo sé no porque haya intimado con mis compañeros de viaje sino porque el conductor lo pregunta.
Conclusión, nadie viaja (sólo 1 persona) a Algeciras. Los que lo hacemos es para irnos a otro sitio.
Una vez salimos de Málaga, tomamos la autopista de la costa, dirección Algeciras/Cádiz. En los últimos años he recorrido este tramo docenas de veces, para ir a trabajar al Puerto de Algeciras. Me debato entre llamar o no, a un antiguo cliente (sólo hace un par de meses que deje mi trabajo, pero me parece que ha pasado un siglo). Como no llame y me vea alguien del puerto voy a quedar fatal. Y es muy probable porque los guardamuelles son los que vigilan (junto con la guardia civil) la estación marítima.
Decido no llamar. Al fin y al cabo, sólo voy a estar dos horas antes de coger el barco. Llegamos a Algeciras. La estación Marítima es un poco liosa y, sin darme cuneta, me meto en la zona comercial dónde las agencias, tienen sus tiendas. Algunos empleados me intentan vender un billete.
Pero yo, ya lo tengo comprado por Internet y sólo necesito recogerlo en la oficina de Nautas. Al final, aunque de mala gana, me indican dónde esta.
En el mostrador hay dos chicas muy algecireñas. Morenas, acento indescifrable y muy simpáticas. Les doy el localizador y me dan mi billete.
Mi barco es el Jaume I, un catamarán rápido que tarda 90 minutos en hacer el recorrido. Nota: Para un aragonés es un poco duro ir en un barco que se llama Jaume I, en vez de Jaime I (es muy típico lo de catalanizar los nombres de los Reyes de la Corona de Aragón), pero claro, la compañía es NAUTAS/BALEARIA.
Tengo casi dos horas de espera. El autobús ha llegado a las 15:25, y la salida del barco esta prevista a las 17:45. Me voy a la cafetería a comer algo. Empiezo a seguir una de las máximas fundamentales del viaje; “Cuánto más barato mejor”. En lugar de pedir un menú, me conformo con un bocata (de bacon), una coca cola y un café. Ni siquiera me tomo un helado de esos tipo snack (twix, mars, o similar..) que me apetecía mucho.
En realidad el venir hasta aquí en autobús, ya era una decisión tomada en base al coste. Podía haber cogido un avión Madrid – Tánger, pero creo que esa, no es la forma auténtica de empezar un viaje de mochilero por Marruecos.
Mientras comía veo un Policía Portuario que conocía de vista. O bien no me vio, o como yo, se hizo el sueco.
Cuando termino de comer, leo un buen rato, hasta que queda sólo media hora y decido dirigirme a la zona de embarque.
De nuevo otro mostrador. Tiene un cartel en el que se lee “TARJETA DE EMBARQUE” con dos señoritas más. Me siento un poco como Paco Martínez Soria. He viajado muchísimo en avión, pero no se si esto será igual. Dudas existenciales;
- ¿Me vale el billete que ya tengo, o ahora tengo que ir y canjearlo por la Tarjeta de Embarque?
- ¿Tendré que facturar la maleta?.
Al final utilizo una táctica dilatoria (muy frecuente en mí). Primero paso de largo por las ventanillas y voy al servicio. No tengo ganas de ir, pero eso me permite observar que hacen los demás e intentar pensar y decidir. Es bastante más infantil que simplemente preguntar, pero yo soy así (aunque me esfuerzo por mejorar cada día).
Mientras estoy en el baño no decido nada, pero cuando salgo me acerco a una de las ventanillas y una de las chicas se me queda mirando muy fijamente. Tanto que, o se ha enamorado de mí, o esta esperando que le diga algo. Me acerco más y, sin decir nada, le doy el billete. Lo comprueba y me lo devuelve, diciéndome que esta OK y que tengo que esperar.
Espero. A los diez minutos aparece un encargadillo. Necesito llamarle así, porque no es un encargado normal, sino de esos tipejillos (que hay en todos los trabajos), que se dan mucha importancia a sí mismos (más de la que realmente tienen). Politiquillos, profesorcillos, directorcillo, etc...
Pues este era un encargadillo que, además, trataba a las chicas (las del mostrador) con bastante desden. Se dirige a todos los que estamos esperando (unos 100) y, con voz potente, nos dice que tenemos que dirigirnos al control de la policía para hacer el preembarque.
En el control un Policía Nacional, comprueba los pasaportes. Como sólo hay uno, se forma una cola bastante larga. Paso de los primeros y me siento otra vez en una nueva sala porque el barco aún no ha llegado (faltan unos 15 minutos para la teórica salida). Desde esta sala se ven las pasarelas, por las que los pasajeros suben a los barcos, y los muelles. Efectivamente no hay atracado ningún catamarán que responda al nombre de Jaume I (ni, por supuesto, tampoco al de Jaime I).
En esas que llega otro policía, con pinta de más jefe que el otro, y dirigiéndose al encargadillo (que esta supervisando la operación) le pregunta porque demonios estamos preembarcando, sin la autorización pertinente.
El policía le empieza a decir al encargadillo de todo, que si se va a montar un follón cuando se crucen los pasajeros que desembarcan, con nosotros, en la sala, que si tienen que esperar que el autorice la opeación,etc... Pero el otro no se achanta y, gritándole tanto como el otro, le contesta que a él le da igual, pero que el barco, no va a esperar, y que si no hace el preembarque antes, luego con lo que se tarda en chequear los pasaportes tendría que hacerlo.
Me da la impresión de que esta discusión se produce diariamente y que es un tira y afloja entre las Compañías y la Policía y la Autoridad Portuaria. No puedo creerme que un empleado de una compañía, se le encare así a un policía, sino es porque por las noches su presidente y el responsable de la policía nacional en la zona, se tomas algunos cubatas juntos y llegan a acuerdos intermedios.
Por mi trabajo anterior, ya sabía algo de los problemas operativos de esta estación de pasajeros y observo la escena divertido.
Al final aparece un Jefe de Servicio, que también discute con el encargadillo, pero es más conciliador, y le permite salirse con la suya.
Mientras estamos esperando veo que algunas personas, un poco despistadas, se dirigen al “finger” de entrada a las pasarelas. Si nadie los para son capaces de montarse en otros barcos. El encargadillo de da cuenta, corriendo alcanza a unos cuantos y les pide que esperen en la sala.
En cualquier caso no parece muy bien organizado, porque bastaría con poner un cordel antes de la entrada y una persona chequeando los billetes. En vez de eso el encargadillo discutiendo y las dos chicas de antes (que finalmente no se cual era su función), no han entrado con el pasaje a esta nueva sala.
El control no me parece muy sistemático, y estoy casi seguro, de que algunas personas ya están recorriendo las pasarelas, buscando un barco que aún no ha llegado.
Esta claro además de que no hay mucha coordinación, entre las compañías navieras y las autoridades, para realizar la operación.
En esas llega el barco y empieza la maniobra de atraque. El encargadillo, que debe tener órdenes precisas de que el barco no debe de esperar ni un minuto, nos hace pasar a todos hacia la pasarela. Cargo con mi mochila a la espalda y paso caminando por la pasarela que tiene un primer pasillo (de unos 4 metros de ancho) que llega hasta una bifurcación en la que unos carteles indican, a la izquierda, dársenas 1 y 2, y a la derecha, 3 y 4. Sin embargo, ni en el billete, ni en otro cartel, ni el encargadillo, te dicen en cual de los cuatro esta tu barco.
Consecuencia, todo el mundo se queda apelotonado en la bifurcación sin saber que hacer. Como se ve un poquito los muelles, algunos de los pasajeros miramos por si se ve el barco y vemos en que atraque está. Con algo de esfuerzo se puede ver que el barco ha metido proa hacia nuestra derecha. Lo vemos varios.
Nos dirigimos hacia allí en tropel. Sin embargo cuando volvemos a doblar a la izquierda, ya en paralelo a los muelles, vemos que el barco, vuelve a meter maquinas marcha atrás, y cambia de dirección. Además que los muelles 3 y 4 ya estaban ocupados por dos barcos grandotes tipo ferrie (de los lentos). Se ve que el nuestro había ido a ese lado para poder, marcha atrás, posicionarse correctamente, con la proa hacia la bocana.
Consecuencia. Media vuelta, y todo el resto del pasaje, que nos había seguido, también.
Una vez en la bifurcación hay otro pequeño parón, pero al final no queda otra, y todos nos dirigimos a la zona de las dársenas 1 y 2. Yo no las tenía todas conmigo y desde luego lo que pensaba es que si esto estaba resultando tan desorganizado y lioso un miércoles 24 de noviembre, es decir, sin nada de tráfico, ¿Cómo demonios sería la Operación paso del estrecho en Agosto, con docenas de barcos entrando y saliendo y todos los pasajeros perdidos, equivocándose, cruzándose los que desembarcan con los que embarcan?.
A los pocos segundos apareció la popa del barco, atracando en la dársena 1, es decir, estábamos en el sitio correcto.
Primero se inicio la maniobra de desembarque y embarque de los vehículos en la bodega. De la popa del barco descendía un rampa hasta el muelle, y los vehículos la cruzaban con toda facilidad y en muy pocos minutos. Bajaron muy pocos y subieron algunos más. Camiones de mercancías ninguno, así que supongo que esos van en los ferries grandes. Más lentos, pero supongo que también más capaces y baratos. De hecho no se si en los catamaranes se pueden montar camiones.
Una vez terminada la operación, los famosos (al menos para mí) “planchistas” colocaron las pasarelas para los pasajeros y, después de que desembarcaran unas 20 personas, empezamos a embarcar los que esperábamos en el muelle. Una vez más, temí que alguno me reconociera porque son empleados de la Autoridad Portuaria, pero no vi a nadie.
Encontrar un aplaza cómoda tampoco fue problema. Al igual que en el autobús, el barco estaba medio vacío. Calculo que tendrá capacidad para unas 800 personas y sólo había unos 100 pasajeros.
Busco una plaza cerca de una ventanilla, a mitad del barco, en estribor. Aunque esta anocheciendo, tengo la esperanza de ver todavía alguna estampa bonita, con puesta de sol en mitad del estrecho. Es difícil, porque el día ha estado muy nublado.
La tripulación comenta que hay bastante viendo en el estrecho, y de que el barco se va a mover bastante. Yo siempre he alardeado de no marearme en los barcos, así que no me preocupo. Lo cierto es que no he hecho grandes travesías, pero sí alguna cosa parecida a esta entre Islas, en Canarias (donde viví algunos años) y con un catamarán muy parecido. En aquellas ocasiones me sorprendió ver a la mayoría de la gente vomitando porque a mí, no me afecto nada.
Además, en los asientos había montones de bolsas especialmente preparadas (las típicas de plástico blancas, con instrucciones). Lo que me confirma que es “práctica habitual” en la travesía.
Salimos y, tras unos minutos de ir cogiendo ritmo en el interior de la bahía, salimos a mar abierto. Veo las luces de Algeciras, y, a lo lejos, me parece que también las de Tarifa. Me siento bien. La aventurilla ya ha comenzado.
Muchos de los pasajeros españoles corren rápidamente al bar para pedir cubatas. Nunca he entendido esa especie de obsesión que tienen los españoles (es a los que más he visto hacerlo) por consumir en las cafeterías de los medios de transportes. Parece que si no están tomando una cerveza o un cubata, no saben hacer nada. Además es raro porque el viaje sólo dura hora y media!, ¿no será mejor tomarte el cubata en Tánger??
Oigo a un grupito de españoles, de mediana edad, que se marchan para atrás, porque allí el barco se mueve menos y por tanto, es más fácil no marearse.
Yo, con mi habital actitud de;”estoy sobrado”, decido quedarme dónde estoy. A los pocos minutos el barco empieza a moverse bastante.
Por megafonía nos piden que, nos dirijamos a una zona del barco, donde dos policías de ese país, se encargan de sellar los pasaportes.
La verdad es que me parece una medida de máxima eficiencia. En vez de sellar los pasaportes en la Terminal de Tánger, formándose colas interminables, los policías van en el barco y tienen tiempo de ir sellando cada pasaporte.
Me dirijo hacia ellos. Están de paisano, en una mesa tomando algo. No pierden ni un segundo por persona. Cotejan el nombre con lo que has escrito en el formulario y listo. Ni siquiera miran la foto.
Toda esta operación, te obliga a estar de pie un buen rato. Con el movimiento del barco, bastante importante, empiezo a notar que el estómago se me contrae un poquito.
Regreso a mi sitio. Mientras cruzo el barco compruebo que, a estas alturas, al menos un 30% del pasaje tiene la cabeza entre las rodillas y empiezan los amagos de arcada. Algunos de manera un tanto exagerada.
Llego a mi asiento y me doy cuenta de que sí que estoy un poco mareado. Intento estarme quietecito y no hacer mucho caso. Decido que, como está oscuro y no puedo disfrutar de las vistas del estrecho, lo mejor será leer un rato.
A mí alrededor se eleva un coro de arcadas y más que arcadas. Calculo que un 60% de los que yo veo desde mi sitio. Me impresiona especialmente una madre marroquí (con velo y vestido tradicional) de unos 40 años y su niño de 2 o 3. Estaban vomitando a dúo. Al final tiene que acercarse dos azafatas a ayudar. Menudo numerito!!-. Estarán acostumbradas, pero a pesar de todo no les arriendo la ganancia..
El barco se mueve cada vez más y al ruido de toda la gente vomitando (bastante desagradable, se une el de las olas golpeando el casco del barco, que crujía como un loco y la caída de todas las cosas no aseguradas en el bar, vasos, platos, muchas cosas se caían y rompían sin parar.
La tripulación, que esta tan tranquila (obviamente) mira por las ventanillas y aseguran (con cierta condescendencia) que ya queda poco. Yo miro el reloj y veo que al menos queda media hora. Todo el mundo les empieza a preguntar cuanto queda cada 2 minutos (como cunado éramos pequeños)
En el fondo tiene su gracia. Pienso en lo que debe ser una travesía larga en un pequeño velero. Dios mío, si ya estoy mareado así, no quiero ni pensarlo. Este verano a la vuelta de un viaje a Panamá, conocimos a un vasco, que estaba en gestiones para comprar un barco de segunda mano (a algún Iñaki pijo) allí. Por lo que nos contó ya tenía uno y lo iba a vender para poder comprar este, un poco más grande, de unos 14 metros de eslora.
Su plan era regresar en octubre, cunado se lo hubiesen arreglado un poquito y traérselo navegando desde Panamá hasta Pasajes. Comentó que necesitaba alguien que le ayudase e tripularlo y, aun que yo no se nada de barcos, se me ocurrió que quizá podría aprender (al la fuerza ahorcan) en la travesía. Sin embargo perdí el mail del tío y nunca pude llegar a proponérselo.
Ingenuo de mí. Probablemente me hubiera pegado una semana vomitando como un loco. No se mucho de navegar, pero tengo la impresión de que noviembre y atlántico, combinan bastante mal.
En todo caso, aunque estoy bastante mareado, soy de los pocos junto a la tripulación, que aguanta el tipo. No tengo nauseas, pero me noto raro y es la primera vez que me ha pasado ¿me estaré haciendo mayor? De repente tengo la sensación de que no puedo aguantar más, hago fuertes respiraciones con el estómago para intentar controlarme, oigo a una azafata que dice que ya casi llegamos. Hago de tripas corazón. Veo las luces de la ciudad, entramos en la bahía. El barco empieza a moverse menos. Suspiro de alivio, aunque el mareo sigue igual ya hemos llegado y estoy casi seguro de poder aguantar lo que queda.
El estómago vuelve a su sitio, y sólo me queda un poco de flojera de piernas. Vuelvo a moverme. Atracamos.
Todo el mundo se levanta rápido para intentar bajar. Yo cojo mi mochila y también me levanto. Estamos en Tánger.
5 comentarios:
hace un mes que he encontrado tu blog en la web, y lo estoy siguiendo con frecuencia...
no pensaba intervenir y permanecer "al otro lado", pero me ha hecho mucha gracia lo de los pasajeros consumidores de alcohol en los transportes públicos...yo tampoco lo comprendo mucho..., quizá sea un prejuicio y haya que unirse a la fiesta un día..., ...
feliz estancia en amsterdam
Hola, me gusto mucho tu blog, ya que tengo pensado viajar a Marruecos, y me ayudaste a ver como puedo Viajar de Panamá a Marruecos
Un dato "cultural": en todos los idiomas se admite la traducción de los nombres de reyes y papas (¿no hablas tú de Enrique VIII, Luís XV o Juan Pablo I?)... sin entrar en que esos monarcas no usaban el nombre castellano, porque ese no era idioma oficial en ninguno de sus territorios, pero bueno, quizás eso ya sea demasiado profundo.
Me parece muy interesante este blog ya que puedo obtener mayor conocimiento.
Nunca he ido a Marruecos pero debe ser un país fascinante. Sobre todo porque debe haber una gran diversidad cultura, ya que creo que será una transición entre Africa y parte de Europa. Si te gusta viajar te recomiendo buscar hospedaje en los Hoteles en ixtapa en promoción, un verdadero lujo
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