martes, 19 de febrero de 2008

Día 6: Rumbo a Monteverde

Iniciamos la jornada temprano. Dominical no nos hadejado una gran impresión, a pesar de que en el hotel hemos estado muy cómodos. Es bonito y debe de ser un lugar magnifico para surfear tranquilamente. Pero estamos fuera de temporada y no había mucho ambiente.

Por delante nos espera un recorrido de unos 150 kilómetros, pero en Costa Rica eso es una gran distancia. La primera parte del recorrido es, al igual que ayer, llegar hasta Manuel Antonio. Una vez dejado atrás el Parque, remontamos por la costa en dirección Jaco.

Vamos con las ventanillas bajadas, descalzos y disfrutando del sol de la mañana. Habiamos traido una Ipod de españa (con sus correspondientes altavoces), pero nos gustaba más escuchar las radios locales. Los locutores están locos y entre bachatas, raeguetones y demás, anuncian como si se estuviesen muriendo maras de neumáticos y cervezas. Es realmente una experiencia escucharles.

Al paso por el rio Chárcoles, uno de los más importantes del país, nos detenemos a la entrada del puente porque, según he leido en la guía, se pueden ver cocodrilos. No somos los primeros turistas en llegar y hasta una docena se asoman por encima de la barandilla del puente.

Efectivamente hay una "familia" entera de cocodrilos justo debajo. Destaca un ejemplar, que suponemos que será el macho, que tendrá más de cinco metros. Es inmenso. Además tiene un caracter endemoniado y no hace más que importunar al resto. Algunos turistas les tiran algo de comida y se forma un tumulto considerable. Da miedo pensar lo que pasaría si alguien se cayese al agua en medio de tan solícita compañía.

En estas se acerca remontando la corriente una barca a motor. Esta cargad de turistas que quieren hacer fotos más de cerca. Para alborozo general, el chico que la tripula (maneja), se mete en el agua y se acerca, pescado en mano, a los cocodrilos. Una de las hembras, de al menos tres metros, se lanza inmediatamente en esa dirección. El chaval parece muy agil y no titubea. Juega con ella y la obliga a hacer numeritos, sacando la cabeza y medio cuerpo del agua para intentar atrapar el pescado. Al final se lo da. Parece que todo sea un juego que realicen todos los días.



Volvemos al coche y reemprendemos la marcha. Abandonamos la costa y subimos dirección Aljuela hasta conectar, de nuevo, con la Interamericana. Desde allí tomamos dirección noroeste hacia San Ramon. Los paisajes alternan zonas de bosque con grandes explotaciones agrarias. En la carretera hay bastante tráfico de camiones no en vano, es una de las zonas más industrializadas del país. Desde San ramón, abandonamos la carretera principal y nos metemos en otra mucho más pequeña que nos lleva, dirección norte, hacia las montañas. El paisaje cambia completamente, conforme vamos ascendiendo predomina el bosque y las verdes praderas. De vez en cunado cruzamos algún pueblito. A la salida de uno de ellos, nos encontramos un puente en malísimas condiciones. Tanto que en el otro extremo hay un coche esperando sin atreverse a cruzar.

Unos niños que estan jugando al futbol cerca, viene corriendo y se ofrecen a ayudar. Colocan un par de grandes tablones de forma que el coche pueda cruzar, de manera bastante precaria, subiéndo las ruedas a ellos. Lo cierto es que no parace muy seguro. las maderas rechinan y el coche se bambolea sobre el abismo, pero al final pasa.

Nos toca a nosotros y se repite la operación. los niños vuelven a colocar las maderas, adaptándolas a el tamaño del Toyota. Yo no me fio de masiado, apenas tendrán diez años, y bajo a supervisar la operación. En todo caso le digo a Raquel que baje, porque no tiene sentido que corramos el peligro ambos. Meto primera y me subo a los tablones. A mitad de camino hay que corregir la posición, porque uno de ellos se está escurriendo. Sudo como un negro intentando mantener el coche en equilibrio. Al final alcanzo el lado contrario.


En un arranque de "generosidad" les damos una propina a los niños. Sin embargo, como todavía no estamos muy hechos al cambio (colones) les damos una miseria. Cuando, una vez en marcha, nos damos cuenta, nos entra la risa. Hemos hecho un numerito en plan reyes magos y ellos han debido pensar que eramos unos tacaños increibles.


La carretera deja de serlo y se convierte en una dura pista de tierra con fuertes pendientes. Avanzamos a no más de 20 kilómetrosa la hora. El paisaje es sobrecogedor. Ahora estamos metidos en un bosque húmedo de impenetrable frondosidad. En teoría debemosestar a menos de treintakilómetros. Empieza a llover. Unos goterones, dan paso a una tromba impresionante. Parece que se hubiesen abierto las compuertas del cielo.


Nos parece muy encantador, hasta que empezamos a ver como se forman torrentes en los lados del camino. La pista se convierte en un lodazal y parece muy factible que se produzca algún desprendiemiento. Avanzamos mirando con cierta aprensión las torrenteras que saltan desde los lados de la carretera, arrastrando grandes cantidades de barro y tierra rojiza. En un momento, y tras un par de pérdidas de tracción del coche, incluso pensamos en refugiarnos en algún sitio, por ejemplo en alguna pequeña llanura, para evitar quedar atrapados en una zona más abrupta y peligrosa. Sin embargo, debe de quedar tan poco que decidimos arriesgar.

Un niebla densa viene a complicar aún más el ascenso, que ya dura más de dos horas, y cunado estamos a punto de renunciar, deja de llover. Suspiramos aliviados. Diez minutos más tarde entramos en el pueblo de Santa Helen, dónde tenemos nuetros hotel y punto de partida para explorar Monteverde.

Tardamos un poco en encontrar nuestro lodge, pero cuando por fín lo hacemos estamos encantados. La habitación es lujosísima. Tanto que nos preguntamos si nos habremos equivocado. Tiene al menos cincuenta metros cuadrados. Dos camas de matrimonio, televisión, aire acondicionado, terraza y un baño con ducha y bañera de hidromasaje.


La verdad es que, despues de la tensión del camino, nos viene estupendamente. Descansamos como una hora y luego, aunque es muy tarde para los ticos, nos vamos a comer. Nos tenemos que abrigar bastante porque hay una niebla muy densa y los casi dos mil metros de altitud se dejan notar. El pueblo parace medio abandonado, se ven algunos turistas, pero el ambiente no invita a ir por la calle. Comemos una pizza en el sitio que parece más animado.

En cuanto terminamos volvemos al hotel a aprovechar los lujos inesperados de nuestra habitación. Para cenar, incluso pedimos al servicio de habitaciones. Holgazaneamos, vemos la televisión, leemos y descansamos. es de noche cerrada y tampoco el pueblo invita a ninguna excursión nocturna. Mañána será otro día. Hemos quedado con la genetd el hotel en que mañana queremos hacer un canopy. Según la publicidad la mejor forma para conocer el Bosque Nuboso de Monteverde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, cuando hablas del Río con los lagartos es el Río Tárcoles. Me alegro que te gustara mi país!