Este va a ser un post extraño. Extraño porque esta mañana me he despertado sintiéndome raro por un sueño que he tenido. Me pasa muchas veces y normalmente, aunque a veces lo pienso, no lo escribo en el momento y el recuerdo del sueño termina por desvanecerse en pocas horas. Pero hoy nada más levantarme he cogido la libreta y he escrito todo lo que recordaba. Es cómo sigue;
Vamos a una fiesta. La gente que esta ya allí son conocidos del colegio. Nada más entrar Raquel y yo nos separamos. Saludo a todos, y todos son muy cariñosos conmigo, cómo si hiciese mucho que no me ven.
Uno de ellos (reconozco su cara, es un amigo que existe en la realidad), me abraza muy fuerte y hablamos. A los pocos minutos vamos al baño. Aunque la fiesta es en una casa, los baños parecen los de un bar, con varios puestos para poder orinar al mismo tiempo. Eso es lo que hacemos. En ese momento, me doy cuenta de que mi amigo está muy borracho. Empieza a tener arcadas y finalmente vomita.
Vomita con tal intensidad que me mancha. Tengo una oleada de nauseas que consigo controlar a duras penas. Le digo, bastante enfadado, que haga el favor de tener más cuidado, pero entonces se transforma. Empieza a decirme, con ese tono que tiene los borrachos extremos, que si no soy capaz de aguantar un poco de su vómito que qué clase de amigo soy. Su cara ha cambiado ahora es bestial y sus rasgos pertenecen a otra persona (que también conozco y que hace muchos años que no veo).
Cada vez está más enfadado y vuelve a vomitar, de forma que parece voluntaria, encima de mí. Yo intento apartarle, tengo toda mi ropa empapada en un líquido espeso, pegajoso y, sorprendentemente, frío. Trato de alejarme de él y aunque estoy enfadado, el sentimiento que me domina es el miedo.
Me parece que él, es muchísimo más grande y fuerte que yo. En un momento siento la necesidad de golpearle, tenso los músculos de mi brazo derecho, pero los siento flojos. Renuncio.
Lo único que consigo es lloriquearle y preguntarle porqué hace eso, mientras el sigue atosigándome, gritándome y vomitándome encima.
Al final consigo escapar del baño, ¿pero dónde ir con esa pinta?. Mi camisa está completamente manchada de un líquido marrón. Es asqueroso, y, pienso, todo el mundo va a creer que he sido yo el que me he vomitado encima.! Pero si acabo de llegar a la fiesta!, me repito una y otra vez a mí mismo. Pero ¿quién me va a creer?
Busco a Raquel. No la encuentro por ninguna parte. Decido escapar de la fiesta. Sin embargo el lugar ha cambiado, ahora más que un piso, parece el hall de un gran edificio de oficinas (todo en mármol blanco). Me siento perdido y agotado.
Finalmente consigo llegar, aunque no tengo imágenes del camino, a casa.
Raquel, afortunadamente, esta en la cama. La despierto lloroso quiero contarle todo lo que me ha pasado y, sobre todo, preguntarle dónde estaba. Mientras le hablo, me doy cuenta de que mi historia es inverosímil y de que, aunque no he hecho nada, me siento culpable. Ella me mira con cara de desengaño, no dice nada, pero esta mirando mi camisa empapada en vómito sin ningún tipo de sorpresa.
Sigue callada, pero después de mucho insistirle, termina diciendo; "te voy a decir algo que te va a gustar. Ayer no estuviste en ninguna fiesta. Estuvimos juntos todo el día en casa"
Por un segundo me tranquilizo. Todo había sido fruto de mi imaginación, tal vez un sueño. Sin embargo me toco la camisa y vuelvo a notar la viscosidad del vómito traspasando el tejido y helándome los huesos. Un miedo y una angustia aún mayor me atrapan, ¿que puede estar pasando en mi mente? no recuerdo nada del día anterior. Ni siquiera, ahora me doy cuenta, sé dónde estamos. Algo no funciona, mi mente no logra distinguir verdad, sueño o locura. Algo se ha hecho añicos en el interior de mi mente.
Tal vez este teniendo algún tipo de brote esquizoide. Tal vez sea debido a un consumo masivo de alcohol o drogas. Por eso Raquel me miraba con esa cara de decepción. ¿Llevaré años consumiendo y no me habré dado cuenta de ello hasta ahora?, ¿puede ser que haya entrado en ese túnel en el que se entra jugando y se sale, sólo en ocasiones y con mucha suerte, después de años siendo un esclavo de la sustancia, a través de un sacrificio extremo y con la necesidad de reconstruir tu vida completamente?
La angustia se incrementa. Es insoportable. Me despierto.
Raquel esta a mi lado durmiendo placidamente. Miro el reloj, son las cinco de la madrugada, estoy en Ámsterdam y, haciendo un mínimo esfuerzo, consigo recordar todo lo que hice ayer. Desde luego no fui a ninguna fiesta, ni consumí ninguna droga. Respiro lentamente y me vuelvo a quedar dormido.
Vamos a una fiesta. La gente que esta ya allí son conocidos del colegio. Nada más entrar Raquel y yo nos separamos. Saludo a todos, y todos son muy cariñosos conmigo, cómo si hiciese mucho que no me ven.
Uno de ellos (reconozco su cara, es un amigo que existe en la realidad), me abraza muy fuerte y hablamos. A los pocos minutos vamos al baño. Aunque la fiesta es en una casa, los baños parecen los de un bar, con varios puestos para poder orinar al mismo tiempo. Eso es lo que hacemos. En ese momento, me doy cuenta de que mi amigo está muy borracho. Empieza a tener arcadas y finalmente vomita.
Vomita con tal intensidad que me mancha. Tengo una oleada de nauseas que consigo controlar a duras penas. Le digo, bastante enfadado, que haga el favor de tener más cuidado, pero entonces se transforma. Empieza a decirme, con ese tono que tiene los borrachos extremos, que si no soy capaz de aguantar un poco de su vómito que qué clase de amigo soy. Su cara ha cambiado ahora es bestial y sus rasgos pertenecen a otra persona (que también conozco y que hace muchos años que no veo).
Cada vez está más enfadado y vuelve a vomitar, de forma que parece voluntaria, encima de mí. Yo intento apartarle, tengo toda mi ropa empapada en un líquido espeso, pegajoso y, sorprendentemente, frío. Trato de alejarme de él y aunque estoy enfadado, el sentimiento que me domina es el miedo.
Me parece que él, es muchísimo más grande y fuerte que yo. En un momento siento la necesidad de golpearle, tenso los músculos de mi brazo derecho, pero los siento flojos. Renuncio.
Lo único que consigo es lloriquearle y preguntarle porqué hace eso, mientras el sigue atosigándome, gritándome y vomitándome encima.
Al final consigo escapar del baño, ¿pero dónde ir con esa pinta?. Mi camisa está completamente manchada de un líquido marrón. Es asqueroso, y, pienso, todo el mundo va a creer que he sido yo el que me he vomitado encima.! Pero si acabo de llegar a la fiesta!, me repito una y otra vez a mí mismo. Pero ¿quién me va a creer?
Busco a Raquel. No la encuentro por ninguna parte. Decido escapar de la fiesta. Sin embargo el lugar ha cambiado, ahora más que un piso, parece el hall de un gran edificio de oficinas (todo en mármol blanco). Me siento perdido y agotado.
Finalmente consigo llegar, aunque no tengo imágenes del camino, a casa.
Raquel, afortunadamente, esta en la cama. La despierto lloroso quiero contarle todo lo que me ha pasado y, sobre todo, preguntarle dónde estaba. Mientras le hablo, me doy cuenta de que mi historia es inverosímil y de que, aunque no he hecho nada, me siento culpable. Ella me mira con cara de desengaño, no dice nada, pero esta mirando mi camisa empapada en vómito sin ningún tipo de sorpresa.
Sigue callada, pero después de mucho insistirle, termina diciendo; "te voy a decir algo que te va a gustar. Ayer no estuviste en ninguna fiesta. Estuvimos juntos todo el día en casa"
Por un segundo me tranquilizo. Todo había sido fruto de mi imaginación, tal vez un sueño. Sin embargo me toco la camisa y vuelvo a notar la viscosidad del vómito traspasando el tejido y helándome los huesos. Un miedo y una angustia aún mayor me atrapan, ¿que puede estar pasando en mi mente? no recuerdo nada del día anterior. Ni siquiera, ahora me doy cuenta, sé dónde estamos. Algo no funciona, mi mente no logra distinguir verdad, sueño o locura. Algo se ha hecho añicos en el interior de mi mente.
Tal vez este teniendo algún tipo de brote esquizoide. Tal vez sea debido a un consumo masivo de alcohol o drogas. Por eso Raquel me miraba con esa cara de decepción. ¿Llevaré años consumiendo y no me habré dado cuenta de ello hasta ahora?, ¿puede ser que haya entrado en ese túnel en el que se entra jugando y se sale, sólo en ocasiones y con mucha suerte, después de años siendo un esclavo de la sustancia, a través de un sacrificio extremo y con la necesidad de reconstruir tu vida completamente?
La angustia se incrementa. Es insoportable. Me despierto.
Raquel esta a mi lado durmiendo placidamente. Miro el reloj, son las cinco de la madrugada, estoy en Ámsterdam y, haciendo un mínimo esfuerzo, consigo recordar todo lo que hice ayer. Desde luego no fui a ninguna fiesta, ni consumí ninguna droga. Respiro lentamente y me vuelvo a quedar dormido.
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