martes, 23 de enero de 2007

Cosas que se me ocurrían durante el viaje I; La Evolución de las sociedades.

Lo dicho, durante el viaje se me ocurrían cosas y, en este caso, además de las notas que tomaba para escribir el libro, también las escribí en forma de pequeños...¿ensayos?, por si en algún momento me servían.
No pretenden otra cosa que ser una opinión sobre algunos temas que me preocupan. Los estoy revisando y pretendo incluirlas en el blog en las próximas semanas.

LA EVOLUCIÓN DE LAS SOCIEDADES.

A veces, desde nuestra sociedad, occidental y rica, nos da la sensación de que, como algo natural, las condiciones de vida de los ciudadanos evolucionan siempre en una dirección positiva (mayores derechos y riqueza).

Se asume, como la existencia de la gravedad, que el mero paso del tiempo hará que los gobiernos promulguen nuevas leyes más “garantistas” en cuanto a derechos, que crecerá el producto interior bruto y la renta “per capita”, y que, la evolución tecnológica pondrá la guinda al pastel de eso que llamamos desarrollo.

En mi caso, “hijo” de la democracia española (nacido en 1975), soy consciente de que vivo en un país en el que, gracias a sus gobiernos de turno, al trabajo de los ciudadanos y, supongo, circunstancias favorables, se han conseguido algunos avances importantes:

consolidación de un estado del bienestar (sistema de pensiones, educación y sanidad universal, prestaciones de desempleo, becas, ayudas, etc..) que, sin ser perfecto, facilita condiciones de vida más que razonables.


incorporación a la Unión Europea, de la que ha recibido numerosas ayudas económicas e impulsos legislativos y de modernización a través de directivas.

En definitiva, y dada la estabilidad que parece tener el marco jurídico y económico español, una situación en la que los ciudadanos podemos afrontar el futuro con el optimismo que da saber que nuestras necesidades materiales básicas están y estarán cubiertas.

Hay libertad y existe un estado que funciona razonablemente, garantizando derechos y controlando las interrelaciones privadas entre los miembros que componen la sociedad; ciudadanos, empresas y administración.

Evidentemente todo sistema tiene sus problemas pero esto no resta un ápice de verdad al hecho de que, comparativamente, España y los llamados países occidentales, garantizan unas condiciones de vida y libertad infinitamente superiores a otros.

Sin embargo estos avances no son generalizables al mundo entero, aunque a veces, encerrados en nuestra burbuja, nos lo pueda parecer. Antes al contrario, puede decirse que son mayoría los países dónde esto, no solamente no es así, sino que los “estados” (lo entrecomillo porque la mayoría no son dignos de ese nombre) garantizan pobreza, desigualdad y desesperanza.

África al completo, gran parte del sur y el centro de América, y amplias zonas de Asia, pueden considerarse mayoría (3.000 millones de habitantes), frente a las “islas” en dónde se garantizan derechos humanos y condiciones de vida.

No es por tanto un fenómeno, el del desarrollo económico y social, seguro o evidente. Es más, vivir en un país que lo disfruta, es algo como para sentirse afortunado.

Creo que esto es evidente para cualquiera. Yo lo sabía (como todos) intelectualmente pero el viaje a Marruecos (siendo uno de los ejemplos menos dramáticos) me ha hecho experimentar (más con los sentidos que con la razón) la diferencia, y, de esta forma, reforzar la comprensión del hecho.

Sólo está 11 km más al sur. Un ínfimo estrecho, que sirve de frontera entre el mediterráneo y el océano atlántico, nos separa. Sin embargo, Marruecos nos permite ver un ejemplo de cómo, en los últimos años, no se esta siguiendo una evolución, de desarrollo económico y social, similar a la Española, en todos los países.

Yo sólo he estado un mes (y de viaje) en ese país, y no puedo, por tanto, comprender las circunstancias históricas, culturales y religiosas, que han generado esa diferencia. No pretendo, por tanto, valorar ni juzgar el porqué, únicamente quiero poner de manifiesto mis impresiones al respecto.

Durante el viaje veía la pobreza (no extrema) ampliamente extendida en ciudades y pueblos, el trabajo infantil, la evidente desigualdad entre hombres y mujeres, y la falta de libertad con la que se expresan las opiniones políticas.

Además tuve la suerte de conocer a algunas personas que viven en Marruecos, de las que me habían dado el contacto previamente en España, y a las que visité en diferentes etapas del viaje. Una de ellas era un expatriado europeo que lleva 35 años viviendo en Marruecos.

No era marroquí pero, evidentemente tantos años autorizan sus opiniones sobre el país en el que vive y trabaja. Además expresaba sus opiniones políticas, con mucha más libertad de lo que, en general, he comprobado que hacen los marroquíes.

Me habló del claro giro hacia el fundamentalismo religioso que se está produciendo (del que como ejemplo me señalaba que hace 25 años sólo un 10% de las mujeres se cubrían con velo y ahora el porcentaje puede rondar el 70%), de la falta de libertad, y del inmovilismo político que ni daba pasos hacia la democracia, ni propiciaba medidas que hicieran que la economía Marroquí generase trabajo y bienestar.

La monarquía marroquí tiene poderes absolutos y, pese a que se nombra un gobierno, rige los destinos del país. Es decir, es una dictadura. Pero además Marruecos cuenta con el problema añadido de que en el caso de que se produjese la esperada apertura democrática (y que el gobierno ejercitase sus funciones realmente y no como en la actualidad que simplemente es una figura decorativa), todas las encuestas apuntan a que ganarían las elecciones el partido integrista islámico.

¿Serán los ciudadanos más libres con un gobierno de estas características? Los antecedentes, de otros países, parecen indicar que no. ¿Hay perspectivas de que las condiciones económicas de la población mejoren?, Tampoco parece probable.

Todos los expatriados que viven en Marruecos que he conocido, coinciden en señalar una preocupación de que llegue un momento que sea difícil vivir en ese país para un no musulmán. Incluso aseguran que ya están teniendo problemas en la su vida cotidiana.

La realidad es que en Marruecos se ve pobreza, un porcentaje de desempleo enorme, economía informal y condiciones de vida muy bajas. En general la gente come, sobrevive, pero poco más.

Aquella conversación, larga, de una noche del mes de diciembre, me hizo darme cuenta de que algunas cosas que damos por supuestas no son tan evidentes. El ha vivido la evolución negativa que se ha producido en Marruecos y le se notaba que le entristecía y enfadaba a partes iguales.

Claro que sabemos (vemos los telediarios y leemos periódicos) que hay países con peores circunstancias que las nuestras, pero, creo que pensamos que es un tema únicamente de tiempo y que son países “atrasados” a los que más tarde o más temprano llegará la “ola” del desarrollo.

Lamentablemente creo que la realidad, si se analiza objetivamente, nos demuestra que, muy al contrario, se están produciendo procesos involutivos en los que sociedades enteras se sumen en la pobreza y la destrucción.

Dichos procesos serán únicamente reversibles si se hace algo. África, es el mejor (¿peor?) ejemplo de esto. El retroceso a las condiciones de vida más miserables es imparable. Lo sabemos todos, y, por si nos entran dudas, sólo hay que echar un vistazo a los datos de los Organismos Internacionales (Esperanza de vida inferior a 40 años).

No conozco en primera persona las realidades de cada País africano, pero en Marruecos, siendo en comparación con el África Subsahariana, casi un país rico, ya se puede apreciar el abismo económico, social y de condiciones básicas de vida que existe entre ellos y nosotros, y la diferencia en la tendencia.

El Desarrollo frente a la Descomposición.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esta bien, os lo recomiendo