domingo, 23 de marzo de 2008

Día 13; Regreso a San Jose

El regreso a San José alternó momentos de melancolía con otros de sonrisas y complicidad. A veces, nos mirabamos a los ojos y nos poníamos a hablar de Puerto Jimenez (nuestro sitio favorito), pensando lo que nos gustaría quedarnos, al menos, unos cuantos días más.


Pero al día siguiente teníamos que tomar un avión (martin air), con escalas en Miami y Amsterdam, y destino final Madrid. Más de veinte horas de avión. Una auténtica paliza.


Para llegar a San José antes de que anocheciese, salimos bastante temprano. Estabamos muy lejos, a más de doscientos cincuenta kilómetros, así que convenía darse prisa. El primer tramo del viaje recorrimos la Península de Nicoya. Cruzando lo que en Costa Rica se denomina el bosque seco. Comparado con españa el paisaje es absolutamente verde. Pero es verdad que no hay tanta humendad y que, a pesar de estar todo lleno de vegetación, esta no es tan frondosa.

Al finalizar, la península, se cruza por un puente enorme de metal, hacia la región de Puntarenas. Desde ahí retomamos la sempiterna carretera interámericana, verdadera columna vertebral del país.

Las horas pasaban a golpe de escuchar ballenatos y raegueton en el coche. Casi hasta le había cogido el gustillo y, desde los primeros días del viaje, ya no habíamos vuelto a utilizar mis flamantes Ipod y altavoces portátiles. La música electrónica no encaja bien con centroamérica.


Como única anécdota destacable y, por cierto, bastante desagradable, tuvimos un "pique" con otro conductor (Porsche Cayenne) que se dedicó, no se muy bien porqué a echarnos las luces, pitarnos y tras adelantarnos, ponerse delante y frenar. Al final me paré en un lado del arcén, pero el me vió e hizo lo mismo. Ninguno de los dos saimos del coche, pero, cuando me volví a poner en marcha, el volvió a bloquearnos. Al final en un crucé nos el tomo una dirección y nosotros, afortunadamente otra.

El único "problema" que habíamos tenido en todo el viaje, nos lo habíamos encontrado con un conductor de un Porsche. Que ironía. Cuando muchas gente piensa que el peligro puede venir de la gente que no tiene nada, mientras que les parece que la educación y el comportamiento cívico es patrimonio de las gentes pudientes. Pués evidentemente ni lo uno es seguro, ni lo otro es cierto. Costa Rica desde luego no nos ha parecido un país pobre. No lo es. No se puede comparar copn Europa, pero en su entorno es de los más prosperos y, aunque se ven familas modestas, la pobreza extrema es prácticamente inexistente.

La población vive razonablemente bien y el turismo esta suponiéndo una fuente de ingresos muy importante. Además, aunque se estan cometiendo algunos abusos en su desarrollo, en general existe una conciencia bastante fuerte de la necesidad de establecer un modelo de desarrollo sostenible. Es el país del mundo con más porcentaje de territorio protegido. Los ciudadanos son absolutamente escrupulosos de no tirar basura e intentar mantener el país lo más limpio posible (contrariamente a lo que vimos un año más tarde en Panamá).


Viajar por Costa Rica es cómodo (excepto por las malas carreteras) y seguro. Pares dónde pares, a tomar una cerveza, comer o simplemente descansar un rato, la gente es amable y cariñoza. Sobre todo con los españoles. La comida no es una maravilla, pero yo recuerdo algunos ceviches (mi plato latinoaméricano favorito) deliciosamente frescos.


Cuando estabamos a unos 70 kilómetros de San José, y todavía de día, nos encontramos con una nueva experiencia "tica". Un atasco. Como siempre habíamos circulado por zonas alejadas a la capital, no nos creíamos que esto fuera posible. Pero allí estabamos. Atrapados en una enorme cola que duró los siguientes cuarenta Kilómetros. Más de dos horas tardamos en entrar en la ciudad. Nos costí encontrar el hotel, que estaba en las afueras, cerca del aeropuerto.


Yo estaba muerto de tanto conducir. A pesar de que era tarde me dí un baño en la piscina para relajar los músculos. Pensamos en bajar al centro, peor al final lo descartamos. cenamos tranquilamente en el hotel y nos fuimos a dormir pronto. Seguíams teniendo la misma sensación. por una parte stabamos felices de todo lo que habíamos visto y sentido, pero, por otra, nos quedaba la pena de tener que irnos tan pronto. Mañana se cumplían las dos semanas desde que llegamos. Nos parece que podríamos haber estado dos semanas en puerto Jimenez perfectamenteme sin aburirnos ni un momento.

Para animarnos, nos promeemos a nosotros mismos que volveremos pronto. Por culpa de mi golpe en la rodilla, no pudimos hacer la marcha en el parque nacional Corcovado, y eso es algo que debe merecer la pena hacer. Lo malo es que, como todo "buen" trajador, toca soportar doce meses de dura faena, pero disfrutar unos cuantos días. No tiene mucho sentido, pero es así. ¿o no?.

Nos quedamos dormidos escuchando el ruido de la selva. En Costa Rica incluso a pocos kilómeros de la capital se puede disfrutar de esa relajante sinfonía compuesta por monos aulladores y pajaros de todo tipo. mañana sólo nos queda devolver el coche y tomar el avión, así que prácticamente ya nos hemos despedido de Cosa Rica. Hasta pronto. Nos volveremos a ver.

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