lunes, 24 de marzo de 2008

Rumbo a Panamá

Nota: Si estáis pensando hacer un viaje a Panamá, os recomiendo que visitéis la guía de Panamá que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

Exactamente un año más tarde, el día 8 de agosto de 2006, poníamos de nuevo rumbo hacia Centroamérica. Esta vez, el destino principal elegido era Panamá, pero, como nos habíamos quedado el año pasado con la espinita clavada de no poder visitar Corcovado, habíamos decidido dedicar cinco días de este viaje para volver a Puerto Jimenez (Costa Rica), nuestro paraiso particular.
Atrás había quedado un año demuchísimo trabajo y estrés. Las cosas habían ido, objetivamente, razonablemente bien. Teníamos muchos clientes, un equipo de unos diez consultores trabajando en proyectos y unos resultados económicos aceptables para ser una únidad de negocio creada de la nada.
En lo negativo, un ritmo de trabajo cada vez mayor, un Director que en vez de ayudar se dedicaba a desmotivar a las personas que estaban esforzándose en sacar las cosas adelante y, en gneral, la sensación de que, en el fondo, yo quería estar en otro sitio y haciendo otras cosas.
Durante el año, me había forzado en empezar a hacer otra cosas fuera del trabajo. Me compré unos patines y fuí casi cada día al parque del retiro, a escasos cinco minutos de mi casa, por la noche. A base de práctica llegué a conseguir tener un nivel aceptable, e incluso la gente me miraba cuando pasaba haciendo alguna "cabriola". Mis amigos se reían, por que yo les intentaba explicar lo feliz que me sentía cuando patinando hacia atrás escuchaba musica electrónica con mi Ipod. Desde luego me sentía mucho mejor que cuando firmaba un nuevo contrato.
También iba a correr bastante para recuperar la forma física. Lo hacía tanto en Madrid, también en el retiro, como cuando viajaba para ver a mis clientes. Recuerdo con especial ilusión las carreras por la Playa de san Lorenzo en Gijón o en la del Sardinero en santander. En la primera de ellas además, fue dónde por primera vez que ví a un chico con una cometa de tracción y un pátín, rodando por la arena. Pasarón algunos meses hasta que me decidiese a incluir esta afición en mi lista, pero ya desde entónces tenía el gusanillo, y no hacía más que buscar videos en youtube e información en webs especializadas. Tenía que aprender a hacer eso como fuera.
Además había dejado de fumar apenas un mes después de volver de Costa Rica. Si quería cambiar de vida y disfrutar de una nueva vida, tenía que liberarme de ese yugo, y volver a sentir que el cuerpo respondía a las ganas de hacer cosas.
Para completar la colección de cambios, vendí mi coche y me compré una bicicleta de montaña. La usaba para hacer deporte los fines de semana y para manejarme, a pesar de el riesgo enorme que ello implica, por Madrid.
Muchas personas de mi entorno observaban estos cambios con curiosidad divertida. Total, pensaban ellos, todavía tiene una vida convencional, trabaja y no hace daño a nadie si le gusta patinar de espaldas escuchando música electrónica. Así que todavía no surgió la alarma. Sin embargo yo ya tenía prácticamente decidido lo que quería hacer. Quería dejarlo todo. Pero no iba a tomar la decisión antes de las vacaciones. Quizá, me decía, esta sensación de ganas de libertad y de tener tiempo para dedicarme a mí mismo, tienen que ver con que estoy muy cansado de todo el año. Quizá las vacaciones me hagan ver las cosas con más claridad.
De todas formas, hablé con mi Director y le advertí de mis intenciones y de que después de volver, probablemente tomaría la decisión de no seguir en la compañía.
Con este ánimo, preparé el viaje a Panamá, mirando guías y páginas webs durante todo el mes de Julio. Este año viajaríamos en transporte público, para poder tener más contacto con la población local. Además otro cambio, sería que visitaríamos menos sitios y tendríamos más tiempo. Habíamos comprado billetes con ida el 8 de agosto y vuelta el 31, así que eran tres semanas, y solamente ibamos a recorrer Bocas del Toro, un archipielgo en el caribe,, Guadalupe, un pueblo a 2000 metros de altitud junto al volcán Barú, Corcovado (en Costa Rica), y, como mucho, un sitio más a decidir sobre la marcha.
Lo que sí que hicimos, fue volver a reservar por adelantado los hoteles. Además, y dado lo cansados que estabamos, no reparamos en gastos y, sobre todo en el caso de Bocas del toro, buscamos un sitio de auténtico lujo, para relajarnos y disfrutar del merecido descanso.
Afortunadamente, en el último año, centroamérica se estaba popularizando como destino turístico en España, y, en contraposición con el año anterior que fue imposible encontrar vuelos directos, ahora podíamos elegir entre Iberia y Air Madrid (por aquella época aún sobrevivía). Elegimos el vuelo de Iberia (sobre unos 700 euros) y, aunque seguía haciendo escala en Miami, pasamos de las más de veinte horas a tan "sólo" doce.
El vuelo salía las ocho de la mañana. Nos levantamos muy pronto con una ilusión tremenda. Ni siquiera hubiese hecho falta ponernos despertador. Mientras desayunabamos en el aeropuerto no nos podíamos creer que había llegado el día. Por fín. Tres semanas de libertad. Otra vez en centroamérica. Además, esta vez, el viaje iba a ser aún más auténtico porque teníamos mas experiencia y habíiamos planeado completar el descanso con muchas actividades físicas. Yo me veía a mí mismo corriendo por en medio de la selva y haciendo kayak de isla en isla.
Nos cogemos de la mano, subimos al enorme 747 de Iberia, buscamos nuestros sitios y nos preparamos para disfrutar de cada momento de las próximas semanas. Allá vamos ya nadie nos puede parar, advirtiéndonos de alguna reunión pendiente, o contrato por firmar. Adios, adios!! prometo tener el móvil apagado siempre!!

domingo, 23 de marzo de 2008

Día 13; Regreso a San Jose

El regreso a San José alternó momentos de melancolía con otros de sonrisas y complicidad. A veces, nos mirabamos a los ojos y nos poníamos a hablar de Puerto Jimenez (nuestro sitio favorito), pensando lo que nos gustaría quedarnos, al menos, unos cuantos días más.


Pero al día siguiente teníamos que tomar un avión (martin air), con escalas en Miami y Amsterdam, y destino final Madrid. Más de veinte horas de avión. Una auténtica paliza.


Para llegar a San José antes de que anocheciese, salimos bastante temprano. Estabamos muy lejos, a más de doscientos cincuenta kilómetros, así que convenía darse prisa. El primer tramo del viaje recorrimos la Península de Nicoya. Cruzando lo que en Costa Rica se denomina el bosque seco. Comparado con españa el paisaje es absolutamente verde. Pero es verdad que no hay tanta humendad y que, a pesar de estar todo lleno de vegetación, esta no es tan frondosa.

Al finalizar, la península, se cruza por un puente enorme de metal, hacia la región de Puntarenas. Desde ahí retomamos la sempiterna carretera interámericana, verdadera columna vertebral del país.

Las horas pasaban a golpe de escuchar ballenatos y raegueton en el coche. Casi hasta le había cogido el gustillo y, desde los primeros días del viaje, ya no habíamos vuelto a utilizar mis flamantes Ipod y altavoces portátiles. La música electrónica no encaja bien con centroamérica.


Como única anécdota destacable y, por cierto, bastante desagradable, tuvimos un "pique" con otro conductor (Porsche Cayenne) que se dedicó, no se muy bien porqué a echarnos las luces, pitarnos y tras adelantarnos, ponerse delante y frenar. Al final me paré en un lado del arcén, pero el me vió e hizo lo mismo. Ninguno de los dos saimos del coche, pero, cuando me volví a poner en marcha, el volvió a bloquearnos. Al final en un crucé nos el tomo una dirección y nosotros, afortunadamente otra.

El único "problema" que habíamos tenido en todo el viaje, nos lo habíamos encontrado con un conductor de un Porsche. Que ironía. Cuando muchas gente piensa que el peligro puede venir de la gente que no tiene nada, mientras que les parece que la educación y el comportamiento cívico es patrimonio de las gentes pudientes. Pués evidentemente ni lo uno es seguro, ni lo otro es cierto. Costa Rica desde luego no nos ha parecido un país pobre. No lo es. No se puede comparar copn Europa, pero en su entorno es de los más prosperos y, aunque se ven familas modestas, la pobreza extrema es prácticamente inexistente.

La población vive razonablemente bien y el turismo esta suponiéndo una fuente de ingresos muy importante. Además, aunque se estan cometiendo algunos abusos en su desarrollo, en general existe una conciencia bastante fuerte de la necesidad de establecer un modelo de desarrollo sostenible. Es el país del mundo con más porcentaje de territorio protegido. Los ciudadanos son absolutamente escrupulosos de no tirar basura e intentar mantener el país lo más limpio posible (contrariamente a lo que vimos un año más tarde en Panamá).


Viajar por Costa Rica es cómodo (excepto por las malas carreteras) y seguro. Pares dónde pares, a tomar una cerveza, comer o simplemente descansar un rato, la gente es amable y cariñoza. Sobre todo con los españoles. La comida no es una maravilla, pero yo recuerdo algunos ceviches (mi plato latinoaméricano favorito) deliciosamente frescos.


Cuando estabamos a unos 70 kilómetros de San José, y todavía de día, nos encontramos con una nueva experiencia "tica". Un atasco. Como siempre habíamos circulado por zonas alejadas a la capital, no nos creíamos que esto fuera posible. Pero allí estabamos. Atrapados en una enorme cola que duró los siguientes cuarenta Kilómetros. Más de dos horas tardamos en entrar en la ciudad. Nos costí encontrar el hotel, que estaba en las afueras, cerca del aeropuerto.


Yo estaba muerto de tanto conducir. A pesar de que era tarde me dí un baño en la piscina para relajar los músculos. Pensamos en bajar al centro, peor al final lo descartamos. cenamos tranquilamente en el hotel y nos fuimos a dormir pronto. Seguíams teniendo la misma sensación. por una parte stabamos felices de todo lo que habíamos visto y sentido, pero, por otra, nos quedaba la pena de tener que irnos tan pronto. Mañana se cumplían las dos semanas desde que llegamos. Nos parece que podríamos haber estado dos semanas en puerto Jimenez perfectamenteme sin aburirnos ni un momento.

Para animarnos, nos promeemos a nosotros mismos que volveremos pronto. Por culpa de mi golpe en la rodilla, no pudimos hacer la marcha en el parque nacional Corcovado, y eso es algo que debe merecer la pena hacer. Lo malo es que, como todo "buen" trajador, toca soportar doce meses de dura faena, pero disfrutar unos cuantos días. No tiene mucho sentido, pero es así. ¿o no?.

Nos quedamos dormidos escuchando el ruido de la selva. En Costa Rica incluso a pocos kilómeros de la capital se puede disfrutar de esa relajante sinfonía compuesta por monos aulladores y pajaros de todo tipo. mañana sólo nos queda devolver el coche y tomar el avión, así que prácticamente ya nos hemos despedido de Cosa Rica. Hasta pronto. Nos volveremos a ver.

sábado, 22 de marzo de 2008

Días 11 y 12 Sol, Playa y amor en Playa Tamarindo.


Para que nos vamos a engañar, nuestras actividades básicas los siguientes dos días en Playa Tamarindo fueron; tomar tranquilamente el sol, bañarnos, darnos besos y hacernos videos románticos, de esos de los que uno nunca cree que hará (menuda cursilada!), pero un día se descubre a sí mismo encantado de ser el protagonista e uno de ellos.

Visto con la distancia, tengo la tentación de decir que ójala no los hubieramos hecho (duele ver alguno de ellos), pero luego, al instante, me digo que es una tontería y que es bueno recordar los momentos de felicidad que uno ha tenido.
También descubrimos un restaurante magnífico en la playa en el que preparaban, aunque a precios un poco elevados, magníficas ensaladas y shashimi de atún. Nos pasamo allí, tanto para comer como para cenar, los dos días.

En los alrededores, había algunas playas, que se suponía, estaban entre las mejores de centroamérica. Destacaba una que se llamaba Playa Conchales, por que en vez de arena, lo que conforma la playa son millones de pequeñísimas conchitas de todo tipo de crustaceos. Sin embargo, y aunque me da un poco de verguenza decirlo (vaya par de aventurero!), no fuimos a ninguna. Nos habían dicho que las pistas para llegar a ellas eran dificiles, y yo ya estaba muy cansado de conducir.

Aquellos dos días, recorrimos el pueblo, fuimos a la playa y salimos a tomar alguna copa al bar de moda del pueblo. Todo de absoluto "relax". En comparación con el resto, Playa tamarindo, es un sitio bastante explotado turísticamente. Hay muchas tiendas de souveniers, de ropa, algún hotel lujoso, restaurantes e incluso bares de copas para los turistas, la mayoría surferos y norteamericanos.

Apuramos aquellos días con un ansia total de descanso. Sabíamos que a la vuelta de estas cortísimas vacaciones nos esperaba, el estrés, las jornadas de doce horas de trabajo, los viajes constantes en avión para llegar a reuniones, presentaciones, firmas de contratos, etc... No es que no me gustase mi trabajo (y a Raquel le pasaba lo mismo) sino que el nivel de exigencia y presión era tan alto, que en vez de un trabajo, se había convertido en una esclavitud. Incluso cuando se suponía que estabas teniéndo éxito, la cosa no mejoraba sino todo lo contrario. Morir de éxito dicen... pues sí, eso es lo que yo sentía en aquel momento. Y además estaba seguro de que si seguía el mismo camino, cada vez sería más dificil liberarme.



Aquellas vacaciones, aunque cortas, nos habían servido para realmente desconectar del mundo "real". Es más, se había abierto camino en nuestras mentes la idea de que esto, la felicidad, el disfrutar de pisar descalzo sobre la arena, los viajes, conocer nuevas cosas, ver atardareces mientras escuchas el sonido de la selva, debería ser la vida normal, y no lo otro. Sabíamos que teníamos que volver, claro. pero cuando nos mirabamos a los ojos, los dos entendíamos que algo había sucedido en nuestro interior en ese viaje. realmente teníamos la tentación de quedarnos. dejarlo todo y seguir el viaje. No lo hicimos, pero lo apuntamos en nuestra agenda y empezamos a preparar nuestras "fuga".

Un año y un par de meses después, tras otro viaje a Panamá, yo dejé el trabajo. En los siguientes meses, me compré unos patines y una bici, vendí mi, hasta entoncés, amado coche. Al poco tiempo empecé con las cometas, la escalada. Retome mi habito lector y, en definitiva, empecé a darle prioridad a las cosas que me gustaban hace a mí, frente a mi supuestamente "brillante carrera profesional". Además, poco a poco, empecé a sustituir algunos de los valores tradicionales, en los que me habían educado y en los que había creido por otros. Cada vez me importaba menos lo que la "gente" (etendido como la presion sócial) pensase. El dinero o la posesión de cosas (casa, coche, contrato indefinido) pasaron a parecerme cosas absolutamente innecesarias. Sin embargo, el ser capaz de cumplir algunos sueños, sí que me parecía un objetivo por el merecía la pena esforzarse.

Tener tiempo. Tiempo para hacer cosas que uno disfruta haciendo. Eso es lo que necesitaba. Tiempo y energía para, en primer lugar, imaginar sueños y, en segundo, llevarlos a cabo. Raquel y yo nos mirabamos y nos entendíamos. Habíamos sido tan felices estas casi dos semanas, que casi no nos creíamos que fuera posible.

domingo, 16 de marzo de 2008

Día 10: Playa Coco

Para terminar el viaje (solo nos quedaban cuatro días), habíamos decidido elegir un destino de playa en la Peninsula de Nicoya. Esta zona es un poco más turistica que el resto, pero se supone que cuneta con las mejores playas de arena blanca.
Entre ls muchas opciones, habíamos elegido Playa Coco, para los dos primeros días, y Tamarindo, para los dos últimos. Como nuestro destino estaba lejos, unos 150 kilómetros "ticos", por la mañana desayunamos pronto y nos ponemos rápidamente en marcha.
El viaje transcurre por carreteras bastante buenas, pero muy transitadas de camiones. Yo empiezo a estar ya cansado de conducir casi todos los días de un sitio a otro. Si volviesemos a hacer el viaje, quizá lo plantearía de otra manera, con más pausa.
Sorprendentemente tardamos poco más de dos horas y media, y no son las doce cuando estamos entrando en el hotel. La habitación esta bien, aunque ni por asomo llega al nivel de las últimas. Sin embargo el hotel tiene una pequeña piscina que no hago más que mirar, mietras rellenamos los formularios en recepción, porque hace un calor infernal.
Dejamos las cosas en la habitación hy nos damos un baño. Luego, tal y como vamos, en bañador y cholas, nos acercamos a la playa. La decepción es tremenda. No es fea, y efectivamente es de arena blanca, pero esta muy sucia. Hay pilas de basura acumuladas junto a la arena. Además en medio de la playa hay una desembocadura de un pequeño rio y arrastra tanta tierra, que, junto al agua, más que arena, lo que se pisa es fango. Damos un paseo de aproximadamente un hora, por si en alguno de los extremos la cosa mejorase, pero no es así. Volvemos hacia el pueblo y encargamos comida en un chiringuito con vistas a la playa.
Las imeriales con hielo y un ceviche de camarones nos hacen recuperar el ánimo. Decidimos que pasaremos la tarde en la pisicina (no me apetece conducir a otra playa) y que mañana nos marcharemos a Tamarindo. En la cuenta se nota, que esta zona es más turística. Los precios casi doblan a los de los sitios en los que hemos estado en los últimos días, y al menos triplican los de Puerto Jimenez.
La tarde la pasamos bañándonos y leyendo. Mis dos guías (la Lonely Planet y la Audi) están tan sobadas y releidas que parecen mucho más viejas de lo que en realidad son. El hotel tiene un pequeño casino que le da un aspecto un poco decadente. Hay algunos turistas mayores, que viajan solos, y se pegan la vida sentados enfrente de una ruleta o cualquier otro juego. Las camareras / croupieres aguantan con una sonrisa sus miradas lascivas.
Pensando un poco en ello, nos damos cuenta de que hemos conocido a muy pocos ticos. La conclusión a la que llegamos es que, viajando con coche particular, se dan pocas oportunidades, y decidimos que el año próximo, haya dónde vayamos, lo haremos en trasnporte público.
Por la noche cenamos en el restaurante del hotel. No nos apetece jugar a nada claro, pero decidimos pedir unas copas que por otra parte son extremadamente baratas. probablemente sea una estartegia para que, una vez animado por el alcohol, te dejes llevar en el juego. Con nosotros no funciona. Pedimos una copa tras otra y terminamos bastante borrachos, pero en vez de por el juego, nos da por otras cosas. Nos marchamos tambalenates. A duras penas alcanzamos la habitación.
A la mañana siguiente descubrimos que dejamos las llaves en la puerta por fuera. Y nadie vino a llamarnos la atención, a pesar de que no fuimos los clientes más discretos. Todo un éxito.

sábado, 15 de marzo de 2008

POST 200

Es dificil escribir algo acerca del post 200 en un dia de resaca. Anoche, como viene siendo habitual en los ultimos tiempos, me lie al salir del trabajo con algunos compañeros del "training". Luego me junte con los españoles de mi equipo, y finalmente, como no habia quien me metiese en casa, con Jose, Simmone y un belga al que le di mucho la chapa. Conclusion. Borrachera. Parada en el Lucky corner, a comprar un "megextrasupercheeseburger", y noche de sueños extraños.


No tengo mucho dolor de cabeza, lo cual es muy importante teniendo en cuenta que se me acabaron los paracetamoles, y no se dónde demonios esta la farmacia más cercana. Acabo de poner música de Johann Johannsonn (IBM 1401 a user's manual), que es un genio, preparado un café y creo estar en el "modo" adecuado para escribir algo acerca de estos ultimos 100 nuevos post.


Cometas, viajes, clavicula rota, vida en Holanda, momentos perfectos encima de una bici, algun bajón de animo, proyectos de vida, busqueda de trabajo, sesiones de musica electronica el la sala Habana y en el Getaway, vistas recibidas, navidades en España. Casi cincuenta post sobre India. Incluso a mi, que soy el autor, me falta valor, para volver a leermelos y corregirlos. Además tengo un recuerdo agridulce cuando pienso en India. Dificil de explicar, y menos publicamente. Revisando los post son los temas que han ocupado los últimos meses de mi vida.


En ese tiempo he conocido a muchas personas, ademas de consolidar la relacion con Indha, Ashley, Veli, Marja, Sergio, y los españoles, sobre todo, con David y Jose (a Simmone ya la cuento como española). En el training hicimos muy buenas migas las dos italianas (Giuliana y Rita), Israel, Erwan (francés) y el que escribe. En el trabajo son un monton, así que no voy a nombrarlos, pero también me han acogido muy bien. Del viaje a India conservo la amistad de Marko, Kim y Babette (aunque a esta ultima es impsible de tenerla mas de cinco minutos delante de un ordenador chateando). También Akiko y Hiromi (a quien, por cierto, le debo un mail). A esta lista podria sumar muchísimos nuevos conocidos. No se pueden contar como amigos, pero sí como gente con la que he pasado momentos agradables.

Obviamente la vida no es una carrera por conocer más gente, pero es algo que me está sucediendo, en esta etapa de pseudouniversitario que estoy llevando, y que considero que me aporta cosas.

Claro que nada es perfecto. Que echo de menos algunas cosas que antes tenía y, sobre todo, a alguna persona. También hay cosas que quiero para mi futuro y no tengo todavía. Pero.... eso, no es malo. Tener objetivos, te ayuda a que la vida sea más interesante. Una cierta insatisfccion moviliza. Aunque claro, si lo llevas al extremo, no te permite disfrutar de lo que ya tienes, eres o sientes.
De momento, y a la espera de encontrar el equilibrio, voy a seguir con la terapia regresiva que estoy realizando últimamente. Voy a intentar buscar algunas respuestas mirando más hacia dentro que hacia fuera. Asi que prepararos para tediosos posts hablando de viajes pasados o pensamientos sin sentido. Algo contaré de Amsterdam, por supuesto, pero ahora con el trabajo no estoy encontrando mucho tiempo para postear, así que en esos temas seré escueto. Bueno. A por otros 100!

sábado, 8 de marzo de 2008

Día 9: Visitando el Parque Nacional del Volcán Arenal

Lo primero que vemos, al abrir los ojos por la montaña, es el volcán coronado de unas algodonosas nubes. Hoy vamos a dedicar el día a visitar el Parque Nacional.
Hay varias opciones para hacerlo. La estandar, consiste en ir en coche hasta el Parque, pagar la entrada, y recorrer a pie varios senderos que hay cerca de la base para ver las coladas, ya solidificadas, de las últimas erupciones.
También nos han dicho que algunos, en el pueblo de Fortuna, se ofrecen a guiarte y ascender por la ladera hasta algunos orificios del volcán. El problema de esta opción, bastante más atractiva, es que son guias ilegales y de que realmente esta prohibido porque es bastante peligroso.
Además hemos visto agencias que organizan en la zona rutas a caballos o con quads y baños termales.
Nos decidimos por la opción estandar. Desayunamos en la piscina tomando el sol y yo, para quitarme el antojo del baño termal, al menos me meto un rato en el jacuzzi.
Llegamos a la entrada del parque en apenas quince minutos de coche. La entrada es bastante cara, oho dolares, para ser Costa Rica. Nos dan instrucciones sobre dónde debemos dejar el coche. Cunado llegamos al parcamiento, un empleado nos advierte que debemos dejar el coche de espaldas al volcán. "Para salir rápido si hubiese una emergencia", son sus palabras textuales. Yo miro y remiro el volcán y no le encuentro tanto peligro.
Junto al parking hay un mirador con mesas desde dónde se tienen maravillosas vistas del monstruo. Hay que reconocer que es enorme y continuamente se oyen pequeñas explosiones y rumor de rocas bajando por la montaña. Hay un grupo de Ticos que no paran de hacer aspavientos a cada explosión. Estamos un rato junto a ellos y podemos comprobar que cada vez les parece más espectacular la cosa y sus demostraciones de júbilo/pánico se acentuan más. La teoría del "umbral sensorial", que reza que un individuo se habitua a los estímulos por repetición de los mismos quedaría completamente en descrédito con esta familia Tica.
Un poco cansados de tanta muestras de alvorozo, decidimos iniciar la ruta. Nos han dado un pequeño plano en la entrada, y los senderos son faciles de seguir. Andamos aproximadamente una hora y media. La primera parte dentro de un bosque bastante cerrado y claustrofóbico, y la segunda, ya viendo el sol, caminando sobre la lava negra que escupió el volcán en los últtimos siglos.
En ningún momento el sendero vira hacia la falda el volcán, manteniéndose a una distancia prudencial, de no menos de un kilómetro. El paisaje recuerda un poco a Timanfaya (Lanzarote), aunque la verdad es que no es tan espectacular como el Parque canario. Cuando llegamos al final del recorrido descansamos un poco. Hace mucho calor y no hay ningún sitio dónde comprar algo de beber o de comer.
Durante una media hora escuchamos las explosiones y el rumor del volcán. Interesante sí, pero tampoco justifica gastar un día entero en el lugar. Nos volvemos hacia el coche. Esta intacto Ninguna roca incandescente voladora lo ha aplastado.
Comemos en la piscina de nuevo, en la que estamos siempre solos, y decidimos dedicar la tarde a holgazanear. Baño, siesta, lectura y alguna sesión fotográfica. Llevamos más de una semana viajando y aunque no estamnos haciendo nada muy físico, yo estoy un poco cansado de conducir por las intrincadas carreteras ticas.
Por la noche vamos al pueblo. Cenamos en el mismo sitio, con abundante cerveza helada. Después nos tomamos unas copas y jugamos al billar. En el pueblo se ven bastantes turistas, sin embargo, en nuestro hotel, que es magnífico, estamos solos.
Volvemos a nuestra habitación. Habíamos pensado estar un día más aquí, pero visto lo visto, y sin poder hacer una ascensión al volcán, decidimos que mañana nos marcharemos y pondremos rumbo a la Peninsula de Nicoya (pacífico norte), concretamente a Playa Coco.
Por segunda noche, nos quedamos dormidos contemplando el halo rojo de la cúspide del volcan arenal y escuchando el constante rumrum de sus activas entrañas.

domingo, 2 de marzo de 2008

Día 8: Volcán Arenal

Geogreáficamente el Volcán Arenal esta muy cerca de Monteverde. No nabrá más de cuarenta kilómetros en linea recta entre ambos lugares. Sin embargo, debido a lo accidentado del terreno y a las carreteras ticas, nos han advertido de que se tarda varias horas en llegar y que debemos salir pronto por la mañana.

Hemos tenido dudas de si quedarnos un día más (al igual que hicimos en Puerto Jimenez) y explorar a pie el bosque nublado, alejándonos del ruido del canopy, pero al final hemos decidido que quedan muchas cosas por delante que visitar.

Nos ponemos en marcha sobre las nueve y media. Desde Santa Elena tenemos que tomar una pista en dirección noroeste hacia Quebrada Grande, un poco más allá, en teoría empieza la carretera que rodea el lago Arenal. Hay otra posibilidad, más corta, pero todo el mundo nos advierte que en temporada de lluvias no se puede pasar.

El camino es precioso, paisajes de montaña y verdor inmaculado. Pasamos por aldeas muy pequeñas en las que los niños corren descalzos por las calles dandole patadas a un balón o simplemente siguiendo el coche por unos segundos, pero siempre riendo. Hay muchísima ganado por las praderas de la zona y parece que la zona abasteciese al país de carne y leche.
Para recorrer los primeros veinte kilómetros tardamos más de una hora. Al final alcanzamos una cosa más parecida a una carretera, porque de vez en cuando hay algún trozo de asfalto, y podemos avanzar un poco más rápido. Descendemos bastante, desde los dos mil metros que estabamos hasta unos seiscientos. El día es radiante y fresco. Aunque hace calor, todo huele húmedo por las lluvias de los últimos días. Las emisoras tocas además nos amenizan el camino.


Llegamos al lago arenal. Es enormemente grande hay que rodearlo por completo, para llegar a las inmediaciones de La Fortuna, que es dónde esta nuestro hotel. La carretera va bordeando una orilla repleta de pequeñas poblaciones, restaurantes y pequeños embarcaderos. También vemos sitios con reclamos publicitarios sobre windsurf. Por lo visto, es un sitio muy indicado y hay muchos americanos que viene aquí a practicar este deporte.

De vez en cunado vemos grupos de obreros arreglando la carretera. En todos estos grupos, siempre hay una pareja que portan grandes machetes, y que se ocupan de despejar la maleza de los bordes de la carretera. En un giro de la carretera, nos encontramos con uno de dichos grupos, que están parados en medio de la carretera y haciendo aspavientos mirando a algo en el suelo. Los macheteros, que calzan altas botas de goma, apuntan a algo con los machetes y dan grandes voces. Todo el mundo para en la carretera. Nosotros también. Apartamos un poco el coche y nos bajamos a ver que pasa.

La cosa es que han encontrado una esmeralda (la serpiente mas venenosa y conocida del país) entre la maleza. la han matado, pero aún así, en sus caras se puede apreciar una aprensión y miedo considerables. Nos explican que su profesión es muy peligrosa porque es muy facil pisarlas. La pobre esmeralda tiene la cabeza aplastada. Tendrá un metro y medio de larga, y una piel parda.

Nos ponemos en marcha de nuevo, dejando a unos veinte Ticos contando historias sobre familiares y amigos que fueron mordidos.

Tras una hora más de conducción, siempre por la orilla del lago, y de preguntar un par de veces, llegamos a nuestro hotel. Esta a unos cinco kilómetros del pueblo y, una vez más, nos sorprende por lo lujoso que es. Es un grupo de siete u ocho bungalows, con una piscina en el centro, un jacuzzi y un pequeño bar junto a la misma.




Nuestra habitación es espectacular. Además tiene un ventanal inmenso de cara al volcán. Por la noche, nos explican, mientras estas tumbado pueden verse pequeñas erupciones de lava roja, descendiendo por la ladera. Despues de instalarnos, nos acercamos un poco más con el coche hacia el volcan y desde una pradera hacemos unas fotos espectaculares.



Cuando nos entra el hambre volvemos, encargamos unos sandwiches y los tomamos en la piscina. Descansamos durante un par de horas bañándonos y tomando el sol. Sobre las seis vamos a un sitio, justo en la ladera del volcán, desde dónde nos han dicho que se pueden ver las erupciones mejor. Lo encontramos justo cunad esta anocheciendo, aparcamos el coche y esperamos tranquilamente. de vez en cunado se oye un murmullo de rocas entrechocando y, efectivamente, cuando oscurece podemos empezar a ver pequeños fuegos artificiales en la cima y como rocas incandescentes ruedan ladera abajo. Estamos a unos cinco kilómetros de la base, y por eso parecen pequeños puntos en la noche, pero calculo que las rocas que descienden pueden tener el tamaño del coche.

No hay ninguna gran erupción, a pesar de lo cual el espectáculo es magnífico. Al rato llega un autobús con turistas y nos estropean la intimidad. Aguantamos un poco más, pero al final decidimos marcharnos.

Cenamos en La Fortuna. En un restaurante mexicano. Nachos con guacamole,. Una tradición que Raquel y yo tenemos desde siempre. Nos bebemos unas cuantas cervezas con hielo, pero decidimos no salir y volvemos a nuestra habitación. Desde la cama se aprecia la corona incandescente del volcán, pero no tan claramente como desde el sitio que estuvimos con el coche. A pesar de todo el ruido distante de las pequeñas erupciones es sobrecogedor. Nos abrazamos, dejando la mirada fija en el vocán, hasta que al final se nos cierran los ojos.