lunes, 25 de febrero de 2008

Trabajar en Amsterdam

Nota: Si estaís pensando hacer un viaje a Amsterdam, os recomiendo que visitéis la guía de Amsterdam que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com

Pues sí, hoy ha sido mi primer día de trabajo en Amsterdam. Bueno, realmente ha sido un día de training (dura una semana y media). No, no os creais que es un trabajo muy serio. Para seguir alimentando el morbo de aquellos que consideran que en los últimos tiempos no hago nada normal, he empezado a trabajar en el Costumer Service de TomTom (la empresa de los navegadores para el coche).
La media de edad de mis compañeros supera ligeramente la veintena. Somos más de cuatro cientos cincuenta "agentes", divididos en unos veinte equipos. Uno por cada país.
Algunas de las diferencias con las empresas en las que he trabajado hasta ahora son; todo el mundo lleva zapatillas de deporte (incluso la Directora de RR.HH, que nos ha hecho una pequeña presentación de la compañía) y el último viernes de cada mes (es decir, este proximo viernes) hay una pequeña fiesta (barra libre) en un hotel para todos los empleados.
Nos han recomedado encarecidamente no vomitar (textualmente) encima de nadie en nuestra primera aparición en dicho acto.

domingo, 24 de febrero de 2008

Día 7; Haciendo canopy en Monteverde

Nota: Si estáis pensando hacer un viaje a Costa Rica, os recomiendo que visitéis la guía de Costa Rica que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com

Como siempre, nos levantamos muy temprano y desayunamos fruta, cereales y café. Cunado terminamos, bajamos a la recepción del hotel, dónde nos viene a recoger, la furgoneta del sitio dónde vamos a hacer el Canopy.


Hay otra pareja de turistas esperando que también vienen con nosostros. Durante algo más de media hora vamos dando tumbos por pequeñas e intricadas pistas de montaña. El punto de partida del canopy es un lujoso centro turístico, con hotel, restaurantes, museo natural (en el que se pueden ver mariposas tan grandes como mis dos palmas de las manos puestas juntas) y tiendas. Hay muchisimos turistas que han venido en autobuses y un ambiente de "aventura prefabricada" que no nos termina de gustar. De todas formas, como estamos en época efervescente, a todo le terminamos encontrando la gracia.

Nos llevan a una sola de material y nos equipamos convenientemente. El material que necesitamos es; un arnés con gancho y mosquetón, para engancharse a los cables, guantes, que se utilizan haciendo presión en el cable para frenar, y un capote impermeable. Lo del capote es un poco agobiante, dado el calor, que con los primeros rayos del sol, hace. Sin embargo nos aseguran que Monteverde (o Monte nublado) se llama así porque siempre llueve y que es imprescindible.

Nos dirijimos a la zona de instrucción. Nos separan en grupos en función del idioma, español, francés o inglés. En el grupo de españoles (o latinoamericanos) estaremos unas 15 personas. Los instructores nos meten miedo durante quince minutos, aludiendo a grandes golpes, amputaciones de dedos y caidas desde docenas de metros. Para quién no sepa exactamente lo que es, el Canopy consiste en tender unos cables de arbol a arbol, a bastante altura, para lanzarse colgado de los mismos y así ir recorriendo la selva. Para llegar a las plataformas, desde las que uno debe lanzarse, han instalado cómodas escaleras que permiten accder a cualquier persona, sea cual sea su forma física.

En concreto, este en el que estamos, se supone que es de los más grandes de centroamérica y tiene recorridos de más de 700 metros de un arbol a otro.

Subimos al primer arbol. Nos repiten todas las instrucciones, comprueban el material y nos van lanzando de uno en uno. El primer cable es de unos cien metros, a unos treinta de altura, y bastante plano. No se coje mucha velocidad y casi todos pecamos de frnar demasiado y nos quedamos cortos. Cuando sucede eso, hay que darse la vuelta y recorrer los últimos metros, hasta la siguiente plataforma dónde esta esperando otro monitor, tirando con los brazos.

Las vistas son muy chulas, pero desde luego no parece nada peligroso. Seguimos pasando de arbol a arbol durante una hora más o menos. En algunos puntos hay que descender al suelo y andar un poco hasta el siguiente punto de lanzamiento. Hay una humedad asfixiante y sudamos por todos los poros de nuestro cuerpo. En uno de los recorridos a pie, como no estoy en muy buena forma (mucho trabajo y poco ejercicio físico), me da un mareo y tengo que esperar varios minutos hasta que la cabeza vuelve a estar en su sitio. Raquel me espera un poco preocupada. Me recupero y seguimos.

Como sorpresa, nos tienen preparado un "tarzán". En medio del recorrido, han montado una cuerda atada a un arbol enorme y quien quiere, se lanza al abismo para luego balancearse durante unos treinta segundos a más de veintemetros de altura. Yo lo hago y cai me rompo la crisma. Como peso bastante, el rebote casi provoca que me de contra la plataforma desde la que he saltado. Por lo demás es muy divertido.

Hacemos una hora más de canopy. Los cables largos, dan la oportunidad de relajarse y contemplar los diferentes valles y un bosque húmedo de embriagadora belleza.

Terminamos bastante cansados, así que de regreso en la zona de descanso, nos tomamos una cocacola y un sandwich. Para aprovechar más el día, compramos unos tikets, que dan derecho a hacer un recorrido por unos puentes colgantes y así poder ver el bosque alejados del bullicio del canopy. El recorrido es de unas dos horas y lo hacemos relajadamente. Haciendo fotos cada veinte metros. A mitad de camino, empezamos a oir truenos. Parace que se acerca una tormenta, así que aceleramos el paso. La tormenta se acerca rápidamente y los últimos diez minutos los hacemos bajo un auténtico chaparron. Como habíamos dejado los capotes despues de hacer el canopy, llegamos absolutamente calados. La tormenta se intensifica y llueve como yo jamas había visto hacerlo. Los truenos retumban con tanta fuerza que, incluso dentro del edificio de la zona de descanso, impresionan.

Algunos de los monitores del canopy, que también se han refugiado, se estremecen a cada relámpago. Llevados por la curiosidad, porque pensamos que en teoría deberían estar acostumbrados, preguntamos el motivo a uno de ellos. Nos cuenta que un rayo mató a uno de sus compañeros hace escasas semanas.

La zona de descanso se ha convertido en un hervidero. Cada vez llueve más y los empleados están nervisos y no hacen más que hablar por "walkies", avisando de que se va a cerrar por hoy toda la instalación. Las camionetas no dan a basto para bajar a la gente al pueblo y hay que esperar bastante.

Al final cojemos la nuestra. Al igual que cuando llegamos, la lluvia es tan fuerte que el camino se convierte en una torrentera. El conductor, llama avisando de que el camino va a quedar bloqueado. Lo cierto es que hay momentos que no se sabe si estamos rodando o siendo arrastrados por el agua. Sin embargo, el conductor tiene una gran pericia y llegamos abajo sanos y salvos.

Llegamos a nuestro hotel completamente empapados y bastante cansados. Nos damos un baño de agua caliente y descansamos un buen rato. Las vistas del monte desde nuestro ventanal, con la tormenta descargando con fuerza, son espectaculares.


Por la noche bajamos a cenar a un restaurante que recomedaban en la guía y que efectivamente es magnífico. De vuelta al hotel, paramos un momento en Santa Elena a intentar tomar una copa. Hay un sitio y bebemos algo, pero no hay nada de ambiente y decidimos volver a nuestra estupenda habitación.

Antes de acostarnos recuerdo que me he dejado la guía en el coche. Como tengo que preparar el viaje de mañana (a Volcan Arenal), me pongo las botas y salgo a por ella. Cuando llego al coche y abro la puerta, siento a mi alrededor un zumbido, enciendo la linterna y compruebo que estoy rodeado de un torbellino de polillas de todos los tamaños y colores.

Enfoco el coche y compruebo que esta literalmente cubierto de ellas. Algunas tiene el tamaño de mi mano. Un guarda, que observa la escena, me explica que se posan en el coche en busca del calor que queda en el motor. Me quedo hablando con el unos minutos. ¿que estas haciendo aquí?, ¿tienes que pasar toda la noche trabajando?. Me explica que desde hace unos días hay unos coyotes que bajan a buscar basura y que puede ser peligroso para los clientes del hotel. Clavo mis ojos en la oscuridad, por dónde el me indica que suelen pasar, pero no veo nada. Me despido y vuelvo a la cama.

Le explico a Raquel la escena de las polillas y parece encanta de no haber sido ella las que las ha visto. Las odia a muerte.

Dormimos escuchando truenos en la lejanía y el murmullo de la lluvia.



martes, 19 de febrero de 2008

Día 6: Rumbo a Monteverde

Iniciamos la jornada temprano. Dominical no nos hadejado una gran impresión, a pesar de que en el hotel hemos estado muy cómodos. Es bonito y debe de ser un lugar magnifico para surfear tranquilamente. Pero estamos fuera de temporada y no había mucho ambiente.

Por delante nos espera un recorrido de unos 150 kilómetros, pero en Costa Rica eso es una gran distancia. La primera parte del recorrido es, al igual que ayer, llegar hasta Manuel Antonio. Una vez dejado atrás el Parque, remontamos por la costa en dirección Jaco.

Vamos con las ventanillas bajadas, descalzos y disfrutando del sol de la mañana. Habiamos traido una Ipod de españa (con sus correspondientes altavoces), pero nos gustaba más escuchar las radios locales. Los locutores están locos y entre bachatas, raeguetones y demás, anuncian como si se estuviesen muriendo maras de neumáticos y cervezas. Es realmente una experiencia escucharles.

Al paso por el rio Chárcoles, uno de los más importantes del país, nos detenemos a la entrada del puente porque, según he leido en la guía, se pueden ver cocodrilos. No somos los primeros turistas en llegar y hasta una docena se asoman por encima de la barandilla del puente.

Efectivamente hay una "familia" entera de cocodrilos justo debajo. Destaca un ejemplar, que suponemos que será el macho, que tendrá más de cinco metros. Es inmenso. Además tiene un caracter endemoniado y no hace más que importunar al resto. Algunos turistas les tiran algo de comida y se forma un tumulto considerable. Da miedo pensar lo que pasaría si alguien se cayese al agua en medio de tan solícita compañía.

En estas se acerca remontando la corriente una barca a motor. Esta cargad de turistas que quieren hacer fotos más de cerca. Para alborozo general, el chico que la tripula (maneja), se mete en el agua y se acerca, pescado en mano, a los cocodrilos. Una de las hembras, de al menos tres metros, se lanza inmediatamente en esa dirección. El chaval parece muy agil y no titubea. Juega con ella y la obliga a hacer numeritos, sacando la cabeza y medio cuerpo del agua para intentar atrapar el pescado. Al final se lo da. Parece que todo sea un juego que realicen todos los días.



Volvemos al coche y reemprendemos la marcha. Abandonamos la costa y subimos dirección Aljuela hasta conectar, de nuevo, con la Interamericana. Desde allí tomamos dirección noroeste hacia San Ramon. Los paisajes alternan zonas de bosque con grandes explotaciones agrarias. En la carretera hay bastante tráfico de camiones no en vano, es una de las zonas más industrializadas del país. Desde San ramón, abandonamos la carretera principal y nos metemos en otra mucho más pequeña que nos lleva, dirección norte, hacia las montañas. El paisaje cambia completamente, conforme vamos ascendiendo predomina el bosque y las verdes praderas. De vez en cunado cruzamos algún pueblito. A la salida de uno de ellos, nos encontramos un puente en malísimas condiciones. Tanto que en el otro extremo hay un coche esperando sin atreverse a cruzar.

Unos niños que estan jugando al futbol cerca, viene corriendo y se ofrecen a ayudar. Colocan un par de grandes tablones de forma que el coche pueda cruzar, de manera bastante precaria, subiéndo las ruedas a ellos. Lo cierto es que no parace muy seguro. las maderas rechinan y el coche se bambolea sobre el abismo, pero al final pasa.

Nos toca a nosotros y se repite la operación. los niños vuelven a colocar las maderas, adaptándolas a el tamaño del Toyota. Yo no me fio de masiado, apenas tendrán diez años, y bajo a supervisar la operación. En todo caso le digo a Raquel que baje, porque no tiene sentido que corramos el peligro ambos. Meto primera y me subo a los tablones. A mitad de camino hay que corregir la posición, porque uno de ellos se está escurriendo. Sudo como un negro intentando mantener el coche en equilibrio. Al final alcanzo el lado contrario.


En un arranque de "generosidad" les damos una propina a los niños. Sin embargo, como todavía no estamos muy hechos al cambio (colones) les damos una miseria. Cuando, una vez en marcha, nos damos cuenta, nos entra la risa. Hemos hecho un numerito en plan reyes magos y ellos han debido pensar que eramos unos tacaños increibles.


La carretera deja de serlo y se convierte en una dura pista de tierra con fuertes pendientes. Avanzamos a no más de 20 kilómetrosa la hora. El paisaje es sobrecogedor. Ahora estamos metidos en un bosque húmedo de impenetrable frondosidad. En teoría debemosestar a menos de treintakilómetros. Empieza a llover. Unos goterones, dan paso a una tromba impresionante. Parece que se hubiesen abierto las compuertas del cielo.


Nos parece muy encantador, hasta que empezamos a ver como se forman torrentes en los lados del camino. La pista se convierte en un lodazal y parece muy factible que se produzca algún desprendiemiento. Avanzamos mirando con cierta aprensión las torrenteras que saltan desde los lados de la carretera, arrastrando grandes cantidades de barro y tierra rojiza. En un momento, y tras un par de pérdidas de tracción del coche, incluso pensamos en refugiarnos en algún sitio, por ejemplo en alguna pequeña llanura, para evitar quedar atrapados en una zona más abrupta y peligrosa. Sin embargo, debe de quedar tan poco que decidimos arriesgar.

Un niebla densa viene a complicar aún más el ascenso, que ya dura más de dos horas, y cunado estamos a punto de renunciar, deja de llover. Suspiramos aliviados. Diez minutos más tarde entramos en el pueblo de Santa Helen, dónde tenemos nuetros hotel y punto de partida para explorar Monteverde.

Tardamos un poco en encontrar nuestro lodge, pero cuando por fín lo hacemos estamos encantados. La habitación es lujosísima. Tanto que nos preguntamos si nos habremos equivocado. Tiene al menos cincuenta metros cuadrados. Dos camas de matrimonio, televisión, aire acondicionado, terraza y un baño con ducha y bañera de hidromasaje.


La verdad es que, despues de la tensión del camino, nos viene estupendamente. Descansamos como una hora y luego, aunque es muy tarde para los ticos, nos vamos a comer. Nos tenemos que abrigar bastante porque hay una niebla muy densa y los casi dos mil metros de altitud se dejan notar. El pueblo parace medio abandonado, se ven algunos turistas, pero el ambiente no invita a ir por la calle. Comemos una pizza en el sitio que parece más animado.

En cuanto terminamos volvemos al hotel a aprovechar los lujos inesperados de nuestra habitación. Para cenar, incluso pedimos al servicio de habitaciones. Holgazaneamos, vemos la televisión, leemos y descansamos. es de noche cerrada y tampoco el pueblo invita a ninguna excursión nocturna. Mañána será otro día. Hemos quedado con la genetd el hotel en que mañana queremos hacer un canopy. Según la publicidad la mejor forma para conocer el Bosque Nuboso de Monteverde.

jueves, 14 de febrero de 2008

Día 5: Parque Nacional Manuel Antonio

Manuel Antonio es probablemente es el Parque Nacional más famoso de Costa Rica junto con Tortuguero. En nuestro quinto día de viaje nos tocaba visitarlo y estabamos fráncamente emocionados con la idea.


Despues de desayunar fruta y café en el hotel, montamos en el coche y nos dirijimos, rumbo norte y siguiendo las costa pacífica, hacia allí. Estamos a unos cincuenta kilómetros y, contanto con que la carretera sería igual de buena que hasta Dominical, calculamos unos cuarenta minutos de viaje. La realidad sería muy distinta. Nada más pasar Dominical, cruzamos un gran puente de hierro sobre el rio y el asfalto es sustituido por la pista de tierra. No es tan mala como la de Puerto Jimenez, pero las lluvias de los últimos días la han dejado prácticamente inundada.


Tardamos más de hora y media, a pesar de mis mejoras como piloto en este tipo de terreno. El parque esta situado junto a la localidad de Quepos. Nada más entrar nos damos cuenta de la gran diferencia que hay entre este sitio y lo que llevamos recorrido de Costa Rica. Hoteles cada poco a ambos lados de la carretera. Algunos de ellos con aspecto lujoso. Restaurantes, bares, club e incluso un casino.


Quepos es un destino turístico muy importante en Costa Rica. Tanto para los Ticos, que bajan desde San José, como para extranjeros. Cuando estuve informándome en España sobre el país, pude comprobar que casi todas las agencias que organizaban paquetes empezaban o terminaban las rutas aquí.


Casi llegando a la entrada del Parque, nos encontramos con un montón de coches parados en la carretera y alrededor un revuelo de gente que mira y hace fotos. Hay algo que esta subido en un poste de electricidad. Nos acercamos y, con sorpresa, descubrimos que es un perezoso. Nuestro primer perezoso. Es muy bonito, pero el pobre parece aturdido. Unos chicos ticos, intenta hacerle bajar, por su propia seguridad, con un palo. Sin embargo, el animalillo se resiste sin entender que pretenden ayudarle.


La verdad es que resulta un poco angustioso verle caminar por los cables de alta tensión y esperar que en cualquier momento se electrocute. Además hemos venido hasta aquí para ver animales en la naturaleza y no de esta forma tan poco auténtica.


Nos volvemos a montar en el coche y llegamos al Parque. Pagamos la entrada, bastante cara por cierto, y nos dan un pequeño mapa de los senderos y una bolsa de plástico para que tiremos la basura que generemos. Me sorprende un poco qu se pueda andar libremente por el Parque y que no te obliguen a contratar guía. En teoría, en el Parque Nacional Corcovado puedes ser devorado (facilmente, según la guía) por Cocodrilos, Tiburones Toro (que remontan la corriente de los ríos desde el mar en busca de peces) y mordido por serpientes venenosas.


Sin embargo, aquí o sólo tiene animales poco peligrosos o son más inconscientes. La respuesta es sencilla. Manuel Antonio, es un parque de juguete. En primer lugar es muy pequeño. se recorre de punta a punta, por senderos perfectamente acondicionados, en poco más de un hora. En cuanto a fauna, cuneta únicamente con monos, aves e insectos. Además, por último, y para mí lo peor, la concentración de turistas es tan alta que te sientes como en Port Aventura.




El lugar es bonito y cuenta además con dos playas de arena blanca (bastante masificadas de gente bañandose). Pero no es un Parque Nacional masificado y carente de interés si se quiere hacer algo más que dar un paseo. Lo más interesante es la alta concentración de perezosos. Vemos por lo menos una docena en menos de una hora.


Como no nos gusta mucho el sitio y estamos un poco cansado de compartir los caminos con vociferantes familias de americanos, decidimos salir del Parque y quedarnos tranquilamente en la Playa de Quepos. Es un sitio agradable, con abundantes chiringuitos y puestos para comprar pequeños souvenirs, en dóne nos compramos un par de collares.


Bebemos un par de imperiales y disfrutamos del sol. Además la playa, aunque tiene algo de oleaje, parece más segura y hay gente bañandose. Nos bañamos cada diez minutos para aliviarnos el calor. Nos entra hambre en seguida y buscamos un restaurante que viene recomebdado en la guía. Esta en uno de los acantilados y se supone que tiene las mejores vistas de la localidad; "ideal para ver la puesta de sol".


Lo encontramos rápido. El restaurante esta en un hotel muy pijo. Nos da un poco de cosa entrar con la pinta que llevamos. Pero el portero en cuanto nos ve, se da cuneta de que somos turistas, y nos hace pasar a la terraza como si fuesemos los príncipes de gales. Efectivamente las vistas son impresionantes.


Comemos estupendamente (sandwiches y ensalada) , aunque bastante caro, y muy bien atendidos. Nos dan información del hotel. Es un sitio perfecto para nuestros padres, pero para nuestro estilo, el precio es desorbitado. Yo nunca gastaria tanto en un hotel en un sitio como Costa Rica. Es decir, todo lo que te rodea es tan bonito, que no necesitas muchos lujos para sentirte bien. El lujo lo pone el entorno.


Sacamos un millar de fotos, pagamos y nos marchamos. Son más de las cinco dela tarde y se nos va a hacer de noche de todas formas para volver. La vuelta se hace un poco pesada. Descansamos un rato en la habitación y sobre las ocho y media, volvemos al pueblo a cenar en el mismo sitio que ayer. Jugamos al billar pero esta vez nos recogemos antes. Mañana volvemos a tener viaje. Nuestro destino es el Volcán Arenal y está bastante lejos así que debemos de salir pronto.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Día 4: De Puerto Jimenez a Dominical

Nota: Si estáis pensando hacer un viaje a Costa Rica, os recomiendo que visitéis la guía de Costa Rica que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com

Nos levantamos pronto, porque hoy tenemos viaje por delante, y no queremos que nos coja la noche como cuando vinimos a Puerto Jimenez. Desayunamos en el porche, mientras un grupo de enormes guacamayas rojas se dedican a discutir (vete a saber de qué), en un limonero a escasos metros de nosotros. Han sido poco más de dos días lo que hemos pasado en este pueblito pero, como comienzo del viaje, ha colmado todas nuestras expectativas.
Nos despedimos de marga y montamos en el coche. Recorremos la calle principal, bordeamos el campo de futbol, la iglesia, la comisaría, el pequeño puerto y, ahora sí, salimos del pueblo por la pista principal.
El primer tramo, hasta Rincón, es más o menos parecido a los alrededores de Puerto Jimenez; vistas a la bahía, explotaciones agrarias y ganaderas, zonas de bosque, es decir muy bonito, pero no exactamente selva. Sin embargo, el tramo de Rincón hasta la panaméricana, que el otro día recorrimos prácticamente a oscuras, te deja sin respiración. Como el terreno se llena de colinas y abruptas cañadas y, por tanto, no hay terreno para el cultinvo, la selva ha permanecido inalterada. A veces parece que el bosque se va a tragar la pequeña pista de tierra y el coche se hundé en un tunel de vegetación infranqueable, salvo por la pequeña abertura que recorremos.
Nos paramos varias veces para hacer fotos, sin embargo, recorremos los sesenta kilomentros de pista mucho más rápido que el otro día. Además de porque hoy es de día, y es más facil esquivar los infinitos socabones, le estoy cogiendo el truco a este tipo de conducción. A veces hasta hago deslizar voluntariamente el eje trasero para corregir con un pequeño contravolante.
Llegamos a la carretera sin problemas. De Piedras Blancas tenemos que apuntar norte durante unos veinte kilómetros, hasta Palmar Norte, y abandonar de nuevo la carretera principal, para tomar una pista que corre paralela a la costa. Según la guía, en algunos tramos la pista es la propia playa, y depende tanto de las mareas como de las lluvias recientes, se puede pasar o no. Estamos en plena época de lluvias, así que no las tengo todas conmigo, pero esto es parte de la gracia de este viaje.
En Palmar Norte nos desviamos en la dirección indicada. De momento transitamos por una carretera espléndida y nueva. Mucho mejor que la interamericana. Pensamos que serán sólo unos kilómetros, pero llegamos a la costa y continúa igual. Por una parte estamos un poco decepcionados (demasiado facil), pero por otra disfrutamos del paísaje y pensamos que así llegaremos rápido y podremos disfrutas del día en Dominical.
Más tarde nos explicarían que esta carretera esta recién terminada. Ha sido construida porque hay mucho inversores américanos en esta zona del pacífico, que han presionado para que le den prioridad. A ambos lados de la carretera se ven, de vez en cuando, lodges con nombres "yankis" de excelente aspecto. Todo muy surfero. Dominical y Uvita (un poco más al sur) son dos de los mejores centros del surf en Costa Rica. Atraén a turismo jovén, en contraposición con Manuel Antonio (lo que recomiendan las agencias en España), que copa el turismo de paquete organizado.
Nosostros queremos visitar el parque Nacional Manuel Antonio, a unos cincuenta kilómetros al norte de Dominical, pero para quedarnos preferimos un ambiente más informal.
Llegamos un poco más tarde de medio día. Buscamos el hotel que previamente habíamos seleccionado por internet. Esta en la orilla de un río, dentro de una pequeña reserva ecológica, a un kilómetro del pueblo. Tenemos una pequeña cabaña (habitación y baño), con un porche con hamaca, así que nos sentimos como si fuesemos los seres más ricos del planeta. Hace un calor tremendo, así que, como el hotel tiene piscina, decidimos pasar estas horas sumergidos.
Nos tomamos unos cuantos Martinis Rojos que nos hacen ver la vida aún con más optimismo. A la camarera que nos los trae (no tendrá más de 15 años), le parecemos de lo más graciosos, porque no hace más que reirse. Comemos, nachos con guacamole, quesadillas e imperiales con hielo, también en el bar de la piscina, para completar un día completo de turismo sin una gota de aventura. Por la tarde, tras una siesta, y recuperados de los martinis, sí que bajamos al pueblo (dos calles llenas de tiendas) y paseamos por la enorme playa.
Cenamos en un restaurante hamburguesería, estilo "yanki", dónde las camareras, también americanas atienden en inglés. La que nos toca luce un escote tan espectacular que, a pesar de mi estado de enamoramiento, no puedo dejar de mirar. Esta casi vacío porque la temporada alta ya ha pasado. En Costa Rica los meses fuertes son, de diciembre a abril, y estamos en agosto, en plenas lluvias.
Después de cenar, jugamos unas cuantas partidas de billar, hasta que nos indican que están cerrando. Preguntamos pr otro bar, y nos indican que sigamos el caminon de la playa. Lo encontramos y efectivamente es lo único abierto que queda. La clientela es tica, y no parace de la mejor calaña. Miran a Raquel, sobre todo de cuello para abajo, de forma un poco exagerada. Como estamos de subidón, no nos importa y nos tomamos unas cuantas copas (whisky para mí, y Martini ella) mientras seguimos jugando al billar. El ambiente es dificilmente definible. Mucho humo. Clientes bastante alcoholizados y gritones. Música tipo "country". Sólo un par de chicas más, a parte de Raquel, bastante mayores y muy pintadas.
Sobre las dos, decidimos que es hora de retirarse. Pagamos y damos un paseo hasta el coche. Ya en la cabaña, tenemos el máximo cuiado en no dejar un resquicio abierto. Estamos junto al rio y debe haber millones de mosquitos sedientos de sangre (y cargados de malaria o dengue) esperando a que ns descuidemos. Nos embadurnamos de repelemnte, encendemos el ventilador del techo y dormimos la mona. Ha sido un día atípico de viaje. O quizá todo lo contrario y hemos hecho lo que la mayoría de la gente hace en sus vacaciones.
En todo caso mañana el plan es, volviendo a nuestros "orígenes", ir al parque Nacional y hacer una marcha allí. Mi rodilla esta mejor despues de dos días de ponerme anti-inflamatorio, así que espero no tener ningún problema.

domingo, 10 de febrero de 2008

Día 3: Cojo en Puerto Jimenez

Nota: Si estáis pensando hacer un viaje a Costa Rica, os recomiendo que visitéis la guía de Costa Rica que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com

A la mañana siguiente mi rodilla estaba mucho peor. Un de las cosas que ha´bíamos planeado hacer en Puerto Jimenez, era ir al Parque Nacional, contratar un guía y hacer una marcha de varias horas. Sin embargo, en mis condiciones actuales, una ancianita con bastón me dejaría atrás con suma facilidad, ese plan quedaba totalmente descartado. !Hay que ser cafré!. En mi primer día y, por hacer el idiota, me lesiono.
En todo caso, y tras degustar un magnífico desayuno; frutas, tostadas y zumos, decidimos no darle más vueltas y aprovechar la mañana volviendo a la playa. Eso sí, esta vez nos quedamos en Playa preciosa, a unos 5 kilómetros de Puerto Jimenez, dónde nos podemos bañar tranquilamente toda la mañana.
La playa, de unos tres kilómetros de larga, esta absolutmente desierta durante todo el día. El unico signo de vida humana que se avista, es una pequeña embarcación de pesca deportiva a más de una milla de distancia. Sobre las mediodía tenemos que refugiarnos debajo de las palmeras porque el calor es asfixiante. Lo más curioso de esta playa es que, constantemente, bajan rodando por la pendiente de arena cocos hasta el mar. Tanto, que a veces parece, a lo lejos, que hay gente bañándose porque se confunden con cabezas humanas.
No podemos entender como esta zona de Costa Rica está tan poco explotada turísticamente. Nos encantá claro, pero, ¿cuantos años pasarán hasta que algún desaprensivo empresario, arramble con todo el terreno, y construya un macro complejo turistico?. Por desgracia tiene que pasar. Kilometros sin fin de playas vacías y cocoteros. Demasiado tentador.
Volvemos a comer a Puerto Jimenez. Por varias, nos vamos a un Mexicano. Es un tanto oscuro y esta repleto de moscas, pero la comida es buena y las cervezas heladas.
Por la tarde, y dada mi "incapacidad" decidimos hacer un ejercicio que no requiera las piernas. Habíamos visto anuncios de excursiones en kayak por los rios de alrededor y la bahía, en el restaurante Angela, así que nos marchamos para allí y lo contratamos. El planing es empezar a las cuatro, remontar un par de kilómetros por los numerosos rios que dan a la bahía para avistar cocodrilos. Después salir al mar e intentar ver delfines que, por lo que nos cuentan, al atardecer se dedican a dar saltos y jugar entre ellos.
Elejimos un kayak doble. Nuestro guía, antes de salir al rio, nos va enseñando tipos de plantas, raices y hojas. Remontar el rio, es una tarea un poco más pesada de lo que me esperaba, pero el paisaje compensa el esfuerzo. Vemos bastantes cocodrilos, de no más de dos metros de largo, que salen disparados en cuanto nos ven. Lo cierto es que no paracen el animal peligroso que siempre nos imaginamos.
Tras palear más de una hora, atracamos en una alta orilla arenosa. Subimos las barcas hasta lo alto del talud y, para nuestra sorpresa, al otro lado, a escasos cincuenta metros, esta la playa y el mar. Bebemos un poco de agua de un par de cocos, que el guía a cogido de una palmera y abierto para nosotros.
La vuelta la realizamos por el mar, y, sin tener que remar contracorriente, la tarea se convierte en un auténtico placer. La temperatura se ha suavizado, y el frescos de la brisa marina, nos revitaliza. Paleamos durante otra hora más o menos, pero no coseguimos ver delfines. El guía parace muy extrañado, pero yo sospecho, que esta haciendo teatro.
Ya de noche volvemos hacia el punto de amarre. Sin embargo, el paisaje a cambiado completamente. La marea ha bajado y a más de quinientos metros de la orilla, los kayaks empiezan a tocar fondo y no queda más remedio que bajarse y remolcarlos a mano. Para nuestro joven guía esto es la cosa más natural del munod, pero para nosotros, dos niños occidentales de ciudad, meter los pies descalzos en el fango, en un sitio dónde has estado viendo cocodrilos, de noche, avanzando a ciegas, durante más de veinte minutos, se concierte en una actividad entre estimulante y aterradora.
Nuestros pies se hunden unos veinte centímetros y, a cada paso, espero sentir el contacto de algo vivo y venenoso que no esta muy contento con nuestro paseo nocturno. Raquel se comporta como una valiente y además me ayuda a tirar del Kayak, ya que mi rodilla, aunque esta mejor que por la mañana, no me deja hacer mucha fuerza.
Por fín llegamos. Estamos emocionados con la experiencia. Nuestro guía ilumina un poco delante de nosotros porque nos asegura que, en tierra sí que hay bastantes esmeraldas (la serpiente más típica en Costa Rica) y que hay que tener cuidado de no pisarlas.
LLegamos sin novedad a la casa de la que habíamos salio. Nos damos una pequeña ducha con una manguera que tiene preparada en el patio y luego nos llevan en coche hasta Puerto Jimenez, un par de kilómetros.
La verdad es que el día ha estado muy bien, a pesar de no poder ir al parque. Como cada tarde, vamos al Angela a tomar un par de cervezas y sentirnos como en casa entre el resto de mochileros que llegan a Puerto jimenez. Todo el mundo tiene expresión de felicidad en sus caras. La pena es que para nosotros ya se acaba. Mañana nos toca marcharnos. Tenemos tantas cosas que queremos ver que, aunque nos encanta el sitio, no podemos gastar más noches´aquí. de todas formas, nos prometemos a nosotros mismos que volveremos (un año más tarde lo cumplimos y regresamos). Además tenemos que hacer una marcha en el Parque.
Cenamo dónde siempre, aunque con un poco de nostalgia. Para celebrarlo incluso pedimos un trozo de tarta de chocolate que esta muy buena. Nos vamos pronto a la habitación, pero antes, paso por la oficina de Magda y dejo todo pagado. En todo caso quedamos con ella en que desayunaremos antes de irnos. Nos decimos mutuamente lo bien que nos hemos caido y lo estupendo que es estar en Puerto Jimenez. Marga no habrá hecho ningún curso de gestión hostelera, pero conoce su oficio a la perfección, y nos deja con la sensación de que cunado volvamos, lo haremos a sus cabinas.
A pesar del ruido de las guacamayas, que esta noche han elegido un arbol cercano para descansar, nos dormimos placidamente.

jueves, 7 de febrero de 2008

Traje y cometas

Esta semana he tenido dos buenísimas noticias. La primera, y más sorprendente, ha sido la comprobación de que volver a ponerme el traje y hacer entrevistas, contrariamente a hacerme sentir deprimido, que era lo que esperaba, me ha diverto y traído buenos recuerdos.
Fue una cosa rara, pero el martes, mientras me miraba al espejo y me veía con mi camisa, corbata, zapatos negros relucientes, pensé, bueno, tampoco es tan horrible. Luego en la entrevista, estuve agusto. Fue como volver a un terreno conocido, que dominas. Incluso me dio la sensación de que me apetecía trabajar una temporada.
En segundo lugar, hoy he vuelto a volar mis cometas y ha sido estupendo. No se muy bien porqué, desde que había vuelto a Amsterdam no había encontrado tiempo para ir a volarlas. Sin embargo anoche, soñe que lo hacía. En mi sueño estaba en España, hacía buen tiempo y estaba todo un día mirando las copas de los árboles para ver si había suficiente viento. Esta mañana, tras mis tareas de búsqueda de empleo matutinas, he cogido la Cult y la Pepper y me he marchado al Westerpark.
Ya hace unos días, corriendo, había descubierto una praderita (de unos 150 metros de largo, por 75 de ancho) que tenía muy buena pinta y dónde además entr el viento bastante limpio. Esta a cinco minutos de mi casa en bici.
He estado una hora y media. La Cult, como siempre, perfecta. Pero incluso la Pepper, despues de probar varias cosas, alarga y acotar frenos y lineas principales, se ha comportado muy bien. Mañana he quedado con un amigo y vamos a volver, pero esta vez con el Mountain. No hay mucha superficie, pero esta tan cerca, que es un perfecto campo de entrenamiento.

Día 2: Puerto Jimenez; Playa Matapalos

Nota: Si estáis pensando hacer un viaje a Costa Rica, os recomiendo que visitéis la guía de Costa Rica que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com

No se si por efecto del "jet lag", o de la excitación de querer ver con la luz del día el paraiso en el que se supone que estamos, pero el caso es que me despierto un poco antes de las seis de la mañana. Raquel no parace muy dispuesta a levantarse tan temprano, pero yo tengo los ojos como platos, así que decido salir a explorar un poco.
Es ya de día y Marga esta en su oficina. Le pregunto como ir hasta la playa y ella, en vez de complicarse, me da un pequeño plano con los senderos que salen de Puerto Jimenez hacia los distintos rincones de la Península de Osa.
Cojo el coche y me marcho para allí. El camino empieza pasando por el pequeño puerto pesquero, bordeando la pisa de un pequeño aeródromo y adentrándose, finalmente, en plena naturaleza. Puerto Jimenez, esta ubicado en uno de las puntas interiores que forman la bahía de golfo dolce. En esa zona el terreno es bastante llano y hay bastantes explotaciones ganaderas y agrarias. Un poco más al norte, pasando la punta de Matapalos, empieza el Parque Nacional y, por tanto, allí la tierra esta protegida e intacta.
A pesar de ello, para un español nacido en la seguda provincia más desertica del país (Zaragoza), lo que se extendía ante mis ojos era un bosque tropical que superaba todas mis expectativas. Durante una hora doy vueltas con el todo terreno, recorriendo caminos y cruzando riachuelos. Al final llego a la playa. Tiene unos tres kilómetros de larga, arena gris y enfrenté un maravilloso océano de color verde centelleante en la orilla y azul profundo en el centro de la bahía.
Es tan bonito, que espero , inocente de mí, ver una ballena corcobada aparecer ante mis ojos de un momento a otro. Si se llama así la bahía, será porque aquí hay ballenas corcobadas, digo yo.
Al principio con un poco de timidez, nunca he metido un todoterreno en una playa y no se si se quedará enganchado en la arena, pero paulatinamente con más confianza, me dedico a recorrer la playa de un extremo a otro. A veces hace algún extraño en función de la dureza de cada zona de arena, pero cada vez le voy cogiendo el truquillo y ya me dedico a hacer hasta algún pequeño trompo. Una barbaridad y lo sé. pero no hay nadie a la vista y no puedo resistir la tentación. Al final, tenía que pasar, me quedo enganchado. En una zona de arena muy blanda, el coche se hundé casi hasta los ejes.
No puedo salir de ninguna de las maneras, y ya me estoy imaginando explicándole a Raquel; "cariño, la marea se ha llevado nuestro flamante todoterreno". Al final con mucha paciencia, saliendo a excavar con las manos delante de las ruedas y arrancando, igual que en la nieve, en segunda y con mucha suavidad, consigo salir. Vuelvo lo más rapido que puedo a la seguridad del camino.
Cuando regreso, despierto a Raquel, son las ocho de la mañana. Marga nos dice que cómo no le dijmos ayer si queríamos o no desayunar, no ha preparado nada, así que nos vamos al Angela. Pedimos unas magníficas ordenes (platos) de frutas y café. A pesar de ser tan pronto ya hace mucho calor y yo empiezo a sudar por todos los poros de mi cuerpo.
Volvemos a la habitación a preparar las bolsas para ir a la playa. Marga nos ha recomenado que vayamos hasta la playa Matapalos que, por lo visto, es la más bonita de la zona. Esta a unos 20 kilómetros, pero dice que se tarda una hora en llegar. Efectivamente el camino es dificil, pero a un lado (la izquierda) tenemos un sinfín de vistas de la bahía, y al otro las colinas que forman el inicio del parque nacional. En nuestras mentes se intala la sensación de que no puede haber un luhgar más bonito en la tierra.
Paramos doscientas veces a hacer fotos. Arboles enormes, animales que cruzan la carretera, puentes maltrehos sobre burbujenates torrentes. Disfrutamos como niños pequeños. Al final llegamos a Matapalos. El último tramo, para bajar a la playa, es el más dificil. Un barrizal. En algún momento incluso dudo de si vamos a poder llegar, pero al final llegamos a un pequeño claro junto a la playa en el que podemos dejar el coche.
La playa entera, de unos 500 metros de larga, es únicamente para nosotros y un grupo de monos carablanca e infinidad de cangrejos hermitaño (de esos que se meten en las conchas que quedan vacías sobre las playas). El destino deseado esta frente a nosotros. justo lo que habíamos soñado. Por ponerle un pero, la altura de las olas y el ruido de piedras golpeando unas contra otras que se produce cunado rompen, no dan muchas expectativas de poderse dar un baño plácido.
Tomamos el sol, bebemos cocacola, y nos relajamos. El sol es abrasador, y al final nos refugiamos debajo de las palmeras. Yo no hago más que mirar el agua, pero no me decido. Las olas tiene más de dos metros y medio, y rompen con mucha fuerza. Los carablancas nos miran divertidos, y cada vez se acercan más.
Tras más de tres horas, decidimos volver a Puerto Jimenez para comer. Cunado estabamos a punto de coger el coche, aparece un surfista. Con envidia, veo como se mete en el agua con la tabla, y bracea hasta alejarse del punto dónde rompen las olas. Con el calor que hace, me encantaría darme un baño. Raquel, me dice que haga lo que quiera pero que no le parece seguro. En un alarde de ínconsciencia, decido intentarlo.
La primera hola, me deja sin respiración y cuando intento salir, avergonzado de mi impotencia, la segunda me atrapa y me arrastra como un pelele, golpeando con las piedras del fondo durante unos treinta metros. Afortunadamente termino en la arena. estoy tendido y me duele todo. Veo que de la rodilla sale un hilillo de sangre. En ese momento veo por el rabillo del ojo, que ora ola viene directo a por mí. Saco fuerzas de flaqueza y, como un perrillo apaleado, me arrastro playa arriba hasta quedar fuera de su alcance. Raquel esta blanca. No sabe si enfadarse o reirse. Decidimos hacer lo segundo y volver a Puerto Jimenez.
Mientras comemos, ceviche y alitas de pollo, le cuento mis sensaciones surfistas. menudo numerito si me ahogo en mi primer día en el paraiso. Afortunadamente no ha pasado nada más que que tengo la rodilla derecha para el arrastre.
Por la tarde, Marga nos cuenta que Matapalos es muy bonita y muy buena para el surf, pero no para bañarse. Me quedo pasmado cunado nos explica que todos los años se ahogan varios turistas allí. Y me opregunto yo, ¿no nos podía haber dicho eso esta mañana?. También es cierto, que soy tan cabezón, que incluso así me hubiese metido. Para bañarse, hay que quedarse en las playas del interior de la bahía, como Platanares.
Descansamos un rato en la habitación para además dejar pasar las horas de más calor. Ponemos el aire acondicionado a toda velocidad y yo me doy crema anti inflamatoria en la rodilla cada media hora. A pesar de eso cada vez me duele más. Al atardecer damos un pequeñísimo paseo hasta el puerto y luego vemos un partido de futbol, en el campo municipal. La verdad es que juegan bastante bien. Un chaparrón nos hace buscar cobijo.
Tras tomarnos un par de Imperiales con hielo en Angela, volvemos a nuestro italiano a cenar. Pizza de aguacate. La dueña, tica, se sienta un rato con nosotros a contarnos su vida. El marido, que es el cocinero, es chileno. Vino como turista y se quedó. La verdad es que no me extraña nada, yo también me quedaría a vivir aquí.
A las diez, se nos vuelven a cerrar los ojos de sueño. En teroría, esta es nuetra última noche en Puerto jimenez, pero ninguno de los dos queremos marcharnos y decidimos alargarlo al menos una noche más. Se lo decimos a Marga y le parece estupendo. Además nos asegura que mañana tendremos un magnífico desayuno esperándonos en el porche para cuando nos levantemos.
Nos vamos a dormir. Me duele bastante la rodilla pero, a pesar de ello, duermo como un niño pequeño.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Día 1: San José a Puerto Jimenez

Nota: Si estáis pensando hacer un viaje a Costa Rica, os recomiendo que visitéis la guía de Costa Rica que hemos escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

Nos levantamos pronto. Hemos dormido en un hotel en las afueras de San Jose. Sin mucho encanto pero confortable. La verdad es que hubiese sido una locura irse al centro de san José a buscar hotel a las 12 de la noche tras la paliza de 21 horas de viaje (Madrid, Amsterdam, Miami, y, al fín, San jose)
Mientras desayunamos, se presenta el empelado de la compañía de alquiler de coches que habíamos reservado por Internet. En el parking comprobamos que tenemos un flamante Toyota Rav4 blanco. Lo pruebo durante unos cinco minutos y todo esta perfecto, mejor que mi coche.
Salimos de San José sobre las 10.00. Aunque no sabemos muy bien cómo ir, una circunvalada la ciudad, el resto, mirando el plano, no tiene perdida. No hay tantas carreteras en Costa Rica como para perderse. eso sí, las que hay, son de cuidado.
Tras dejar atrás la ciudad de Cartago, unos 50 kilómetros al este de San José, tomamos la Panamericana, dirección sureste para cruzar las montañas. En nuestro recorrido nombres tan alentadores como; Cerro de las Vueltas, Paso del Macho, Cerro de la Muerte. La realidad es que durante más de una hora y media ascendemos por una cerretera estrecha y empinada, sorteando camiones de gran tonelaje, cargados en su mayoría de inmensos troncos. El sobrenombre de, "de la muerte", que se le da a la ruta, se debe a que dichos camiones son muy viejos y no es extraño que se queden sin frenos, arrolando todo lo que pillan por delante.
A pesar de los escalofrios que dan al oír el chirrido de los frenos y el bramido del motor, cada vez que nos cruzamos con uno de estos monstruos, conseguimos salvar el paso de la muerte intactos, y comenzamos el descenso hacia San Isidro. Habremos recorrido unos 100 kilómetros en más de dos horas.
Todo va bien y el paisaje selvático es tan bonito que el tiempo pasa volando. La primera vez que se ve la selva se tiene una sensación muy especial y, a pesar de estar en una cerretera principal, la sensación de estar ante un rincon del planeta con naturaleza virgen era total.
Al rato de ir descendiendo, nos para un policía que estaba emboscado tras una serie de curvas. Detector de velocidad en mano, me indica que iba a 81km/h, cuando la velocidad establecida para la vía (la mayor del país) es de 50. Además me advierte de la existencia de señales de escuelas en la zona, ante las cuales, la velocidad indicada es de 25km/h. Después de la típica pantomima sobre las funestas consecuencias que podía traerme esta falta, todo queda resuelto con una mordida (soborno) de unos 20 dolares al policía.
Debe ser su forma de vida, cazar turistas, porque un amigo que fue a Costa Rica un año más tarde, me aseguro quea el le pasó lo mismo en la misma zona. Lo que pasa es que el fue más duro y no pagó nada alegando que era muy pobre (anda que también el policía tragarse eso).
Pagada la novatada (en forma de mordida), proseguimos el viaje. Sobre las dos de la tarde paramos a comer en un restaurante con terraza que había en el borde de la carretera. Era perfecto porque podíamos dejar el coche (y las maletas) a la vista, y además desde la terraza se tenía una maravillosa perspectiva del valle.
Además los avispados propietarios, que se anunciaban como restaurante ecoturista, habían colgado frutas de los árboles cercanos, y una ingente cantidad de colibries de deslumbrantes colores pululaban a menos de dos metros de las mesas. Comemos estupendos casados, de arroz, frijoles, huevos, pollo y verduras, acompañados de sendas Imperiales (excelente cerveza tica) con hielo.
En cunato terminamos, nos ponemos en marcha. El paisaje cambia, dejando atrás las montañas, y adentrándonos en una Costa Rica más agrícola en la que predominan los palmerales y los campos de aloe. Dejamos atrás San Isidro en medio de un chaparrón inmenso. Llega un momento que los limpiaparabrisas no son suficientes y tenemos casi que pararnos. Divertidos, observamos como en medio del diluvio, la gente sigue pedalenado en sus bicis como si tal cosa. Se ponen un plastico en la cabeza y tan contentos. Estamos en época de lluvias y para los Ticos, estas cortinas de agua deben de ser de lo más habituales.
Con la misma velocidad que empezó a llover, para y parece despejarse por un rato. En Piedras Blancas, tomamos el desvio hacia Rincón y Puerto Jimenez, nuestro destino final. Son más de las cuatro de la tarde, así que nos queda un poco más de una hora de luz. Por en mapa calculo que estamos a unos 60 kilómetros así que, pienso para mí, deberíamos llegar antes de anochecer.
Sin embargo, a partir del desvio lo que nos encontramos, tras superado el primer kilómetro y medio mdianamente asfaltado, es una pista de tierra con unos socabones en los que se puede esconder una persona sentada y no se le vería hasta estar atropellándola. Tengo que reconocer que además me falta pericia en estas circunstancias y vamos bastante lentos. El coche, cunado aceleras un poco más fuerte de lo normal, pierde tracción con el barro, así que decido tomármelo con calma. Además a ratos vuelve a llover con fuerza. eso sí, se antes creíamos que estabamos en la selva, lo de ahora ya nos deja con la boca abierta.
El camino se abre camino entre una densa arboleda de más de treinta metros de alto y algunos de los ficus que la bordean tiene hojas casi del tamaño del coche. Además el olor, despues de la lluvia, y los sonidos de millones de animales saludando la noche que se aproxima, es del todo sobrecogedor.
Los dos tenemos cara de bobos y estamos emocionados. Aquí estamos en mitad de la selva, en una pista por la que no pasa nadie más que nosotros y, como nos habíamos propuesto sin rastro de cobertura en el movil.
Cuando se hace de noche, el ruido de la selva aumenta. seguimos en estado de éxtasis, pero el piloto de reserva de la gasolina nos trae de vuelta a la realidad. Llegamos a Rincón pero, para nuestra desgracia, nos dicen que no hay gasolinera hasta Puerto Jimenez. Mi cara debe ser un poema, porque el dependiente en la tienda en la que he entrado preguntar, se apiada de mí y me dice que si pongo el coche en la parte de atrás el me puede dar algo de la suya. Lo hacemos así y, embudo en mano, repostamos unos diez litros. Le pago lo que me pide, sin mucha idea de si me esta cobrando un precio exorbitado o no. De todas formas, ¿qué otra opción teniamos?.
Seguimos adelante. Entre las revueltas del camino, y con la escasa luz que queda, divisamos la bahía. La pista desciende a una zona más llana paralela al mar y podemos ir un poco más rápido. Llegamos a Puerto Jimenez en medio de un nuevo chaparron. Aunque Puerto Jimenez tiene escasamente de dos calles, nos cuesta encontrar un rato nuestras cabinas (que hemos reservado con antelación). Cuando por fín lo conseguimos, Marga, la propietaria, nos enseña un par de habitaciones. Son iguales, pero una tiene aire acondicionado. A pesar de la lluvia, hace un calor intenso, así que presiono para pagar los 5 dolares extra.
La habiotación esta bien. Cero lujos, pero parece limpia, que es lo único que importa. estamos muy cansados y hambrientos, pero decidomos darnos una buena ducha y embadurnarnos de repelente de mosquitos antes de salir de la habitación. Le pregunto a Marga por algún restaurante y esta me dirige al "Angela" que por lo visto es el punto de reunión de todos los turistas y mochileros que llegan a Puerto Jimenez..
Allí nos dirigimos. Frescos y contentos como dos niño, lo celebramos con una Imperial con mucho hielo. Sin embargo, cunado nos proponemos ordenar algo, nos dicen que la cocina esta cerrada. Son las ocho y media de la tarde y eso, para Puerto Jimenez es tardísimo. Sin muchas esperanzas de encontrar algo abierto, recorremos el par de calles que hemos visto al entrar. casi todo esta cerrado o en el trámite de hacerlo, pero al final encontramos un pequeño restaurante italiano abierto.
Sorprendentemente, el ambiente es muy acogedor, los propietarios muy atentos y cocinan unas pizzas excelentes. Una de ellas, de aguacate, sería un éxito comercial en españa sin duda alguna. Incluso nos podemos tomar un café excelente al terminar. se nos empiezan a caer los ojos del sueño que tenemos, así que pagamos y nos refugiamos en nuestra habitación.
Un día perfecto. Nuestro primer día en Costa Rica. Y hemos llegado a Puerto Jimenez, base para explorar el parque Nacional Corcobado y lugar alejado de las habituales rutas turísticas de Costa Rica. Cansados pero felices, nos quedamos dormidos casi de inmediato.

martes, 5 de febrero de 2008

Viajes del Pasado

Llevo varios días dándole vueltas a la posibilidad de escribir algo sobre los viajes que hice a Costa Rica y Panama en 2005 y 2006. En aquel tiempo ni tenía blog, ni tome notas y ni siquiera tenía intención de escribir algo sobre el viaje (mi "vocación" es más reciente). Así que para hacerlo sólo puedo fiarme de mi memoria.
En este blog, alguna vez he hecho algún intento de contar como fueron aquellos días en centroamerica. Pero, la verdad, siempre he terminado abandonando porque no me gustaba como estaba quedando.

Sin embargo, es una pena porque, si tuviera que elegir cual ha sido el momento más feliz de mi vida, probablemente sería alguno de aquellos días del viaje a Costa Rica, que tantas cosas cambio en mi forma de ver la vida. Mi primer viaje de mochila.
Además de lo realmente bonito que es el país, y de que fue una experiencia nueva, hay dos factores más que hicieron de este viaje algo especial.
En primer lugar, ese año fue el más fructífero, pero también el mas extenuante que he tenido a nivel profesional. Cuando llegó el mes de agosto, realmente entendí el significado de la expresión; necesito vacaciones. O las tomaba, o no quiero pensar lo que me hubiese pasado. Mi pareja estaba igual que yo, así que el primer objetivo era buscar un destino muy, muy lejano, sin cobertura de telefono, playas desiertas dónde, a poder ser, ir desnudos todo el tiempo.

En segundo lugar, aunque probablemente sea lo más importante, hicemos el viaje en esa fase de enamoramiento efervescente, que algunas relaciones tienen en sus inicios, cuando todo parece maravillosamente sensual, tierno, divertido y, sencillamente, perfecto.

Estabamos enamorados hasta las "cachas" y claro, en ese estado emocional, viajar con un todo terreno cruzando la selva, alojarse en cabañas en el borde de la playa, o simplemente pedir un martini rojo tras otro mientras te bañas en una piscina de un hotel, se convierten en experiencia casi místicas.

Creo que puedo y debo escribir algo sobre aquello. Si lo hago, es algo que tendré ahí para siempre. Podré leerlo dentro de unos años y recordar todas aquellas emociones. No va a ser lo mismo que los relatos "en directo" de la India, pero, tengo que hacerlo. Además así ya tengo tema del blog para las próximas semanas.

viernes, 1 de febrero de 2008

Anuncio televisivo HSBC

Estaba yo tranquilamente comiendo en mi casa, viendo las noticias en la BBC, cuando de repente, en una de las pausas publicitarias, ponen un anuncio del banco HSBC que situa como escenario de la "acción", nada más y nada menos, en Hampi!!!
Me quedo mirando la pantalla embobado, mientras veo imágenes de los templos, que yo mismo visité hace poco más de un mes, y del paisaje Hampiano.
Busco rápidamente el anuncio en YouTube. Lo encuentro, pero esta integrado con otros dos anuncios del mismo Banco. El de Hampi es el último.


!Que casualidad! o.. ¿quizá no tanta?. Quiero decir, ¿es mucha casualidad que un gran banco haya elegido como escenario del anuncio, (siendo como es, poco conocido) un lugar que yo he estado mencionando constantemente en mi blog?, o ¿quizá esto tiene que ver con la atención selectiva?.

Me explico. Cada día recibimos millones de estímulos. Sin embargo, a la mayoría de ellos no les pretamos, como es lógico, ninguna atención. Por contra, cuando has estado en un sitio o has realizado una actividad, las impresiones que (ese lugar o actividad) dejaron en tí, son mucho más recientes. Residen en tu memoria a corto plazo.

Por tanto, si el estímulo relacionado aparece de nuevo, capta tu atención rápidamente y no lo ignoras como harías normalmente.

Esto explica porque cuando realizas una actividad o, como en este caso, visitas un sitio, te parece que todo el mundo esta hablando de eso mismo.

Me paso lo mismo con las cometas, y ahora me esta pasando con Hampi. En todo caso me ha traido bueno recuerdos, me ha hecho sonreir por un rato y, aunque no menos importante, me ha dado un tema para el post.